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Bertín Osborne y su padreGTRES

La herencia que deja el padre de Bertín Osborne, al detalle

El cantante tiene tres hermanas; María Teresa, Marta y María de la Luz, que siempre han estado alejadas del foco

Bertín Osborne está atravesando uno de los momentos más difíciles de su vida tras la reciente muerte de su padre, Enrique Ortiz López-Valdemoro, quien falleció el 18 de octubre a los 96 años. Tal y como os contamos sen primicia en El Debate, la familia ha vivido este luto en la más estricta intimidad, incinerando los restos de Enrique en una ceremonia privada en Madrid. Este triste acontecimiento marca no solo el fin de una vida larga y llena de historia, sino también el comienzo de un nuevo capítulo para los Osborne, una familia cuyo legado no se limita a los títulos nobiliarios, sino que abarca una rica herencia empresarial y un fuerte sentido de unión familiar.

Enrique Ortiz, conde de Donadío de Casasola, provenía de una familia de gran prestigio y abolengo. Aunque mantuvo un perfil bajo en lo público, dedicó su vida a la gestión del extenso patrimonio familiar, que incluía propiedades de gran relevancia tanto en el sector empresarial. Su matrimonio con María Teresa Osborne y Marenco consolidó aún más su conexión con la aristocracia y los negocios. María Teresa, quien falleció en 1991, era nieta del II conde de Osborne y descendiente de los fundadores de la famosa cervecera Cruzcampo, que data de 1904 en Sevilla. Esta unión no solo fue el enlace de dos familias de linaje noble, sino que también reforzó el legado empresarial y aristocrático que los Osborne siguen manteniendo hasta la actualidad.

El matrimonio tuvo cuatro hijos: Bertín, el único varón y figura pública más reconocida, y tres hijas: María Teresa (Chata), Marta y María de la Luz (Luz). A lo largo de los años, estos cuatro hermanos han mantenido una relación muy cercana y se han apoyado mutuamente tanto en los momentos felices como en los difíciles, como el reciente fallecimiento de su padre.

María Teresa Osborne y Marenco

Con la muerte de Enrique, Bertín podría heredar el título de conde de Donadío de Casasola, un título de gran peso histórico, aunque simbólico en la actualidad. Este título nobiliario ha estado en la familia Quesada durante siglos, desde que fue concedido en 1713 a Francisco de Quesada y Vera, y refleja la profunda conexión de los Osborne con la nobleza española. Ahora, Bertín tiene un plazo de cinco años para formalizar la sucesión del título, un trámite sencillo que incluye el pago de 809 euros, pero que representa la continuidad de un legado familiar lleno de historia y tradición.

Pero, el fallecimiento de Enrique no solo implica la transmisión de un título nobiliario, sino también la distribución de un considerable patrimonio familiar. Aunque no se ha revelado el valor exacto de la herencia, se estima que incluye propiedades y activos de gran relevancia. Lo interesante de esta situación es que, mientras Bertín ha sido la cara pública y mediática de la familia, sus hermanas han preferido mantener un perfil bajo, aunque siempre han estado muy unidas entre ellas. María Teresa, conocida como «Chata», es la mayor de las hermanas y una figura clave en la vida de Bertín porque fue madrina en su con Fabiola Martínez,. Casada con Felipe Roca de Togores, un empresario con conexiones aristocráticas, también ostenta el título de VII condesa de las Navas, un honor que heredó en 1994 cuando su padre le cedió este reconocimiento. Esto la convierte en una figura importante dentro del entramado aristocrático familiar y destaca su papel en la preservación del linaje nobiliario de los Osborne.

Por su parte, Marta, la segunda hermana, ha optado por mantenerse completamente en la sombra, aunque se sabe que participa activamente en la gestión de los negocios familiares. María de la Luz (Luz), la hermana más joven, ha sido un pilar emocional para la familia, especialmente para las hijas de Bertín, a quienes ha cuidado con dedicación tras la muerte de su madre, Sandra Domecq, la primera esposa de Bertín.

Fabiola Martínez y su suegro, Enrique Ortiz, en 2011, en Jerez ​
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Lo curioso de esta distribución de responsabilidades y herencias es que, a pesar del glamour y la fama de Bertín, la vida de los Osborne parece estar regida por la unión familiar y la discreción de aquellos que eligen mantenerse alejados de los focos. Mientras Bertín carga con la atención pública, sus hermanas representan ese pilar silencioso que sostiene el legado familiar. A lo largo de los años, los cuatro hermanos se encargaron con dedicación del cuidado de su padre, especialmente cuando su estado de salud comenzó a empeorar.

Enrique, conocido por su carácter fuerte y decidido, nunca quiso abandonar su hogar, a pesar de que en los últimos tiempos su estado físico lo habría aconsejado. Bertín ha hablado en varias ocasiones sobre la relación que tuvo con su padre, destacando el estilo firme con el que fue criado. «Era muy estricto, pero me dio una buena educación y poco dinero, que es lo que tienen que hacer los padres», comentó en tono desenfadado. Esta enseñanza, aunque severa, ha sido clave para la unión y fortaleza que hoy caracteriza a los hermanos Osborne.

Ahora, tras la muerte de Enrique, Bertín, María Teresa, Marta y María de la Luz se enfrentan no solo a la administración de una herencia económica considerable, sino también a la preservación de un legado simbólico que tiene tanto de historia como de futuro. Esta nueva etapa para los Osborne será una prueba de cómo seguir manteniendo vivos los valores y tradiciones familiares en tiempos modernos.