Fundado en 1910

Rodri Hernández, junto a su novia Laura, en la entrega del Balón de OroGTRES

Gente

Rodri, en las distancias cortas: familia numerosa, carrera universitaria y un Opel Corsa

El 'antifutbolista' no tiene redes sociales, rara vez consume alcohol y es amante de la lectura, el pádel y el golf

Han tenido que pasar 64 años para que un español volviese a ganar el Balón de Oro en categoría masculina después de que Luis Suárez se hiciese con él en la edición de 1960. De esta forma, Rodri, que ha militado en la cantera del Atleti, Villarreal y Manchester City, le arrebataba el galardón a Vinicius y Bellingham, que ya le habían hecho hueco en sus vitrinas.

La ceremonia, que celebraba el esfuerzo y talento de los futbolistas más destacados, ponía el broche de oro, así, un año estelar tras haber ganado la Eurocopa 2024 y convirtiéndose en el jugador revelación de la misma. Pese a su carrera meteórica, es uno de los jugadores más desconocidos del equipo dirigido por Luis de la Fuente.

Nacido en Madrid el 22 de junio de 1996, se crio en una familia tradicional y pronto destacó en sus habilidades con el balón. Pese a ello, el jugador del City decidió formarse en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Jaime I de Castellón.

«Cuando fichó por el City, todavía no había terminado la carrera, pero seguía estudiando a distancia y nadie sabe que a veces entre semana se cogía un avión a Castellón para hacer un examen, y se volvía a Manchester esa misma tarde», contaba Ximo Miralles, íntimo amigo de Hernández, a Relevo. Su paso por esta universidad le llevó a conocer a la que se ha convertido en su mayor apoyo, Laura Cascante, que en ese momento estudiaba medicina.

A pesar de querer mantenerse lejos del foco mediático, ha habido momentos en los que les ha sido imposible no demostrar su complicidad ante la cámara. Quizás la anécdota más conocida es cuando se hicieron con el título europeo y él le puso la medalla alrededor de su cuello. «No te queda mal, ¿eh? Esta es de oro, ¿eh?», explicó el futbolista, ante la mirada emocionada de su novia.

Ambos han logrado mantener una vida compartida entre Inglaterra y Valencia, donde ella continúa su formación como cirujana. Lo cierto es que Rodri sabe lo que es tener a su familia en otra Comunidad Autónoma. El futbolista se marchó de casa cuando aún no era mayor de edad, después de fichar por el Villarreal. Dejó atrás a sus padres –Antonio, ingeniero de profesión, y Elena, directora de marketing– y a sus hermanos pequeños, Gonzalo y Álvaro.

Mientras el primero fue becado para estudiar en Estados Unidos, el segundo está estudiando en Manchester aprovechando el paso de Rodri por esta ciudad. De ellos heredó también la disciplina por el trabajo duro. «Se preocupan más de sus estudios, querían que se formara porque saben que el fútbol es una lotería», explicaba Valentín Henarejos, un amigo íntimo, en una entrevista a Marca.

En cuanto a sus aficiones, Rodri disfruta de actividades tranquilas y de aprendizaje, como la lectura, el pádel y el golf, además de mantener una vida saludable y disciplinada. Rara vez consume alcohol y mantiene un estricto régimen de entrenamiento. Además, es aficionado de la música rock y utiliza la guitarra como vía para desestresarse.

El centrocampista español del Manchester City, Rodri, recibe el premio Balón de OroAFP

Alejado de la sobreexposición mediática, Rodri busca el equilibrio entre su vida personal y profesional, lo que refleja su carácter reservado. A él la fama «no le llena. Sólo se vuelca en acciones solidarias porque siempre dice que le gustaría devolver a la sociedad lo que a él le han dado». Además, prefiere «no ser extravagante», al nivel de que prefiere no tener redes sociales.

«Si le preguntaran a mi señora o incluso a mi madre, dirían que soy lo más alejado de la normalidad. Cuando se trata de fútbol, soy un adicto. Si soy normal es probablemente en el sentido de que no me importan las redes sociales ni las zapatillas de 400 libras», explicó en una ocasión.

«Desde que era niño, simplemente he estado persiguiendo un sentimiento. No dije: ‘Oh, quiero ser futbolista para tener un Ferrari’. No, era porque lo que hacían mis héroes en el campo me hacía sentir vivo. A los 10 años, si jugaba un partido y no lo hacía bien, no podía hablar con mis padres en todo el día. Estaba demasiado enfadado conmigo mismo. Estoy seguro de que mi madre me miraba y pensaba: ‘¿Qué demonios le pasa? Es sólo un juego’. Pero para mí era casi como una droga».

Rodri Hernández, junto a su novia durante Roland Garros 2024GTRES

De hecho, su primer coche fue un Opel Corsa. «Al principio iba en mi bicicleta hasta el entrenamiento. Luego, saqué el carnet y le dije a mi padre: ¡Vale, tengo 3.000 euros para comprarme un coche. A ver qué me encuentras’. Me llamó al día siguiente y me dijo: «Bueno, encontré uno. Esta anciana lo está vendiendo. Quiere 4.000, pero tiene un ordenador dentro», contó a The Players Tribune.

«Yo dije: ¡Guau! ¿Un ordenador? Me trae el coche y es un Opel Corsa. Me subo al coche y la pantalla del 'ordenador' mide unos 8 centímetros. Podías tocarla para encender la radio y ya estaba. Me quedé asombrado. Conducía ese coche a los entrenamientos todos los días, como un jugador de baloncesto. Mis compañeros de equipo se burlaban de mí, ¡pero a mí no me importaba! ¡Me encantaba!», concluyó.