Fundado en 1910

Vista panorámica de la propiedad

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Así es por dentro Mar-a-Lago, la «Casa Blanca invernal» de Donald Trump

Está catalogada como una de las mejores residencias del mundo, con un salón de baile de 1.800 metros cuadrados y detalles en pan de oro, entre otros lujos

A Donald Trump le gusta llamar a Mar-a-Lago la «Casa Blanca invernal», y aunque ese es solo su apodo para la extensa propiedad de Palm Beach (Florida), existen algunos precedentes que justifican un nombre como este. La heredera de Postum Cereal Company, Marjorie Merriweather, dejó por escrito que, tras su muerte, esa casa construida en 1927 con más de 7 millones de dólares —lo que equivale a unos 120 millones actuales— se legaría al Gobierno norteamericano. La mujer más rica de Estados Unidos en aquel momento deseaba que el presidente pudiese utilizar su mansión como un refugio, un retiro en climas cálidos.

Así fue hasta que entró en escena Donald Trump. La primera oferta que el magnate hizo por la propiedad (28 millones de dólares) fue rechazada, pero persistió y el mercado se desplomó. Trump terminó adquiriendo la propiedad por el precio relativamente económico de 5 millones de dólares en 1985, y pagó otros 3 millones por las antigüedades y los muebles de Post.

La arquitectura y decoración de inspiración morisca

La propiedad, de estilo morisco y ornamentada, que data de 1927, es obra del genio de los arquitectos Marion Sims Wyeth y Joseph Urban. Ellos diseñaron la finca de 128 habitaciones que se encuentra en la orilla del océano Atlántico para Post. En la actualidad, tras la restauración de la familia Trump, está catalogada como una de las mejores residencias del mundo, con un salón de baile de 1.800 metros cuadrados (con detalles en pan de oro valorados en 7 millones de dólares) y arcos y mosaicos de estilo español por toda la residencia.

En 1995, además, convirtió la propiedad en un club para miembros de alto nivel, con tarifas estimadas en alrededor de 200.000 dólares. La finca cuenta con un club de playa que se extiende a lo largo de 8 kilómetros con acceso directo a una playa privada e incluye una piscina olímpica, jacuzzi y bistró, además de campo de golf de 27 hoyos y un gimnasio para mantener entretenida a la familia.

Además de mejorar los espacios públicos, Trump añadió algunos toques más personales a la finca. En particular, se apoderó de un escudo de armas que las autoridades británicas habían otorgado a Joseph Edward Davies (el tercer marido de Post) en 1939 antes de reemplazar «Integritas», la palabra latina que significa integridad, por «Trump».

La impresionante piscina con vistas al mar

A esta polémica se sumó otra bastante sonada que le hizo enfrentarse a los habitantes de la zona por el tamaño de su bandera estadounidense. La original, instalada en 2006, estaba en un mástil de 24 metros, aunque las ordenanzas de Palm Beach prohíben que superen los 12. La infracción conllevaba una multa diaria de 250 dólares que, al parecer, no le importaba tener que pagar.

Trump demandó a la ciudad por 25 millones de dólares, alegando que se estaba violando su derecho a la libertad de expresión. Al final, él y la ciudad llegaron a un acuerdo: cambió la bandera por una más pequeña, colocada en un mástil de 21 metros, y en lugar de pagar multas, donó 100.000 dólares a organizaciones benéficas para veteranos.