Gente
El reencuentro de los Thyssen y cómo pasaron la noche juntos
Llegaron separados y en el vestíbulo del Teatro Real se juntaron y se besaron
Fuera de las inauguraciones del museo Thyssen de Madrid, pocas son las ocasiones en las que se ve a los Thyssen españoles juntos. En el 39 premio de pintura BMW, sucedió. Llegaron separados y en el vestíbulo del Teatro Real se juntaron y se besaron. Lo hicieron alejados de las cámaras, pero no de mis ojos.
Desde ese momento, ocurrieron varias cosas dignas de mención. Borja se ocupó de coger por el brazo a su madre para que no diera un traspiés por las escaleras o la moqueta de los salones. Ya no la soltó. Tita ya no usa esos taconazos de antaño, prefiere la comodidad del tacón de cinco centímetros, aún así tiene sus riesgos. Juntos y del brazo, entraron en el patio de butacas. En la cuarta fila, me sorprendió que se sentarán dos por detrás de Anne Igartiburu, lógico que la consejera municipal de cultura, Marta de la Cruz, estuviera delante, pero lo de la presentadora de televisión me chocó.
Y también Cayetano de Alba. A la baronesa le dio igual, con estar junto a su hijo era feliz. A la izquierda de Borja, su madre y a la derecha, su esposa, Blanca. Pasillo mediante, Nuria González, con perlas australianas, me recordó a Cari Lapique y su sobrino Luis Fraile me dijo «aún es pronto, poco a poco». A continuación los Trapote. Begoña divina, ella lo achaca a los desayunos con churros de San Ginés y con ellos, las mecenas Mayte Spinola y Astrid Misrahi que pasaron el resto de la noche con los Thyssen. «Tenemos que quedar más y contar conmigo, que yo voy a Mérida», nos decía Tita para la próxima entrega de medallas de oro de Mayte Spinola, que será en mayo en Mérida. Sobre sus hijas «están divinas. Carmen quiere venir a Madrid a estudiar el próximo año». Sobre el libro biográfico no hay muchas noticias «ya veremos, todo a su tiempo», pero sí de su ilusión cumplida, el hotelito de la Costa Brava «va fenomenal, tienes que venir unos días».
Tita y Borja, no pidieron disfrutar de la Novena Sinfonía de Beethoven separados. Quisieron escuchar el Himno a la alegría codo con codo, la exaltación a la amistad, solidaridad y al amor que se desprendían de los acordes de un músico sordo, los disfrutaron juntos. En familia, que ya tocaba. Ramiro Jofre, el mago, hizo lo imposible, integrar la IA (que se ha vuelto pelín hortera) en la escenografía. Lo dicho, un mago.
Cinco años, había estado, Jacob Bendahan y equipo, invitando a los Thyssen. Nunca podían. Esta vez, con la última súperluna del año, consiguieron la conjunción familiar y eso que Tita pensaba irse de viaje, pero al saber que su hijo, que vive 185 días fuera de España, estaría en el Real, cambió de planes y dijo que sí. A ambos les pusieron sendos BMWs eléctricos, no porque ellos no dispongan de flota propia que tienen hasta Rolls Royce, pero sí como gesto cortés que ellos aceptaron. Borja y Blanca desde Pozuelo y Tita desde La Moraleja, confluyeron en el vestíbulo del teatro donde se besaron y ya no se separaron en toda la noche. Pasadas las doce y media, son de trasnochar, salían del brazo y cada uno en su vehículo eléctrico regresaba a su casa.
Blanca Cuesta
Se comentó mucho el reencuentro de madre e hijo, pero nada se ha dicho de Blanca Cuesta. Discreta y sonriente. Dulce y espigada. Delgadísima y enfundada en un mono, que debía de ser talla 34 o 36 y ese vientre plano, del que parece imposible que haya parido cinco hijos. Fuerza de voluntad para hacer mucha gimnasia y resilencia, ambas destrezas las ha demostrado con creces. Ella, dulce y cariñosa, también le ofreció el brazo a su suegra para ir juntas al baño. Tita lo aceptó.
Luego, los tres Thyssen y Mayte Spinola, fueron reclamados, al salón azul, para saludar a la Reina y allí se quedaron el resto de la noche. Charlaron con Antonio López porque querían un cuadro suyo para el museo. Paz Vega les habló de su película que ni Tita ni Borja han visto. Ya se sabe que el tiempo no le sobra. Él vive en Andorra y Blanca en Madrid con los cinco hijos escolarizados. Nada de países árabes o Miami.
Y si alguien se pregunta qué hacen Borja y Blanca con su tiempo y dinero, yo tengo la respuesta; los dos buscan por todo el mundo artistas noveles de arte moderno. Les ayudan ofreciéndoles exponer en el Thyssen. Son como mecenas modernos. Asisten a casi todas las ferias internacionales, Miami, Países Árabes (de ahí que se inventen cambios de residencia), Paris, Londres, Bruselas, Shangai, Tokio, San Francisco, Nueva York…. y de ahí se nutren para sus mecenazgos.
Mientras que Tita se reparte entre Saint Feliu, Andorra, Marbella y Madrid.
Y por último, un requerimiento por compasión. El Teatro Real tiene una capacidad de 1985 localidades. ¿Se imaginan un recinto cerrado con los olores de los perfumes de 1985 personas? Eso es un dopaje sin regular. Lanzo un ruego, una petición, administren sus dosis por favor, eso sí que sería un himno a la alegría.