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El complemento de Sánchez que ha llamado la atención en su última aparición
La corbata elegida por el presidente para la ocasión no ha pasado inadvertida
La política, además de ser un equilibrio de estrategias y palabras, también se juega en el terreno de las apariencias. Los líderes saben que la imagen es un arma poderosa, y cada elemento de su vestimenta puede convertirse en un mensaje, en una declaración implícita. En el caso de Pedro Sánchez, las corbatas que elige no son solo un accesorio, sino una herramienta de comunicación que utiliza con astucia para lanzar mensajes y, en ocasiones, desviar la atención de temas más espinosos.
En el acto institucional del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Sánchez ha optado por una corbata en tonos rojos y morados, combinada con un lazo también morado en la solapa. ¿Casualidad? En política, casi nunca lo es. Este gesto, aparentemente sencillo, encierra múltiples capas de significado y forma parte de una tradición más amplia en la que los colores se convierten en una extensión del discurso político.
El 25 de noviembre
El rojo, históricamente vinculado a los movimientos socialistas, comunistas y obreros, ha sido siempre el emblema de la izquierda. Para Sánchez, el rojo no solo reafirma su identidad como líder del PSOE, sino que también la usa para proyectar autoridad, determinación y energía. Es un color que simboliza fuerza y acción, ideal para un evento que busca resaltar el compromiso con la lucha contra la violencia de género. Sin embargo, también puede interpretarse como una herramienta para desviar la atención de problemas recientes, como su polémica gestión tras la DANA en Valencia, que ha generado críticas en su contra. En política, los colores no son solo símbolos; son estrategias que moldean narrativas y estados de ánimo.
El morado, por otro lado, tiene un protagonismo especial en el contexto del 25N, ya que es el color asociado al movimiento feminista y a la lucha por los derechos de las mujeres. El pequeño lazo en su solapa no es un detalle menor: refuerza la conexión de Sánchez con la causa, subrayando su apoyo a la igualdad de género y a las víctimas de la violencia machista. Este color, que tiene un profundo simbolismo histórico vinculado a las luchas feministas desde principios del siglo XX, también sirve como una herramienta política que conecta con Sumar, la formación liderada por Yolanda Díaz.
El azul del traje completa este lenguaje cromático. El político rara vez abandona este color, que en sus distintas tonalidades transmite profesionalismo, estabilidad y confianza. En este caso, su elección refuerza la solemnidad del acto, especialmente cuando, bajo ciertas luces, el azul tornasolado parece entremezclarse con tonos violáceos, conectando visualmente con el morado del lazo y el fondo del evento.
El uso de colores en política no es exclusivo de Sánchez. Líderes internacionales como Donald Trump o Emmanuel Macron han convertido sus elecciones de vestimenta en herramientas de comunicación. Trump, fiel a su estilo, usa el rojo como símbolo de audacia y poder, mientras que Macron recurre a azules y grises. Así las cosas, en política, cada detalle cuenta, y las corbatas no son la excepción.