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Pedro Sánchez, el pasado 11 de diciembreGTRES

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El deterioro físico de Pedro Sánchez desde que se instaló en la Moncloa

Aparte de las obvias canas prematuras y las líneas de expresión más marcadas, los problemas de Sánchez van mucho más allá de su apariencia

La vida política, especialmente para aquellos que ocupan el cargo de presidente del gobierno, es un constante vaivén de decisiones difíciles, presiones implacables y una exposición pública sin descanso.

En el caso de Pedro Sánchez, no basta con que sea el presidente; también ha buscado encarnar la figura del político joven, carismático y siempre ‘guapo’. Ha cultivado cuidadosamente una imagen de profesionalismo ante las cámaras, construyendo una fachada de estabilidad y optimismo.

Pedro Sanchez en 2017.GTRES

Sin embargo, como ocurre con todo en la vida, esa apariencia perfecta tiene un precio, y en su caso, ese precio es un claro deterioro físico que ha ido notándose con el paso de los años.

Desde que asumió la presidencia en 2018, el desgaste ha sido cada vez más visible. Las tensiones del cargo, combinadas con las jornadas de trabajo, la presión pública y los desafíos personales, han dejado huella en su apariencia. Si bien la política exige resiliencia, en el caso de Sánchez, las consecuencias de su mala gestión del país han trascendido más allá del ámbito emocional, afectando directamente su cuerpo y su salud.

Deterioro

Durante su mandato, el líder socialista ha sido una figura rodeada de controversias que, lejos de disminuir con el tiempo, han sido una constante en su vida pública. Cada nuevo escándalo ha aumentado la presión sobre su figura, tanto personal como profesionalmente. Entre los más destacados, se encuentran las investigaciones que involucran a su esposa, Begoña Gómez, por sus presuntos vínculos con contratos públicos, y el caso de su hermano, David Sánchez Pérez-Castejón, implicado en un presunto caso de corrupción en Badajoz.

Pedro Sánchez el 11 de diciembreGTRES

Estos problemas familiares no solo han incrementado el estrés del presidente, sino que también han alimentado las tensiones políticas y mediáticas en torno a su figura, sumando más presión a un cargo que ya de por sí exige un desgaste. Además de los escándalos familiares, las tensiones dentro del propio PSOE han sido otra fuente constante de problemas.

La fractura interna dentro del partido y los enfrentamientos públicos con sus propios colaboradores han empeorado la percepción de descontrol que rodea al presidente. A todo esto se añaden las complicadas negociaciones con los independentistas catalanes y los acuerdos con los partidos de extrema izquierda. Cada uno de estos desafíos ha multiplicado la presión sobre un hombre que, en sus primeros años como presidente, fue elogiado por su imagen física.

En un principio, en entrevistas y reportajes, su atractivo físico era constantemente destacado. «Es muy guapo», «es un hombre precioso» o «se parece a Superman» fueron comentarios que acompañaron su figura, especialmente durante su gira por Estados Unidos. En 2019, incluso el redactor de The Guardian, Patrick Greenfield, no pudo evitar llamar al presidente «escandalosamente guapo». Otros medios europeos, como Der Spiegel o Financial Times, también se sumaron a este reconocimiento, apodándolo «el guapo» o «Mr. Handsome».

Su apariencia era un punto recurrente de admiración, y las redes sociales no tardaron en viralizar comentarios y 'memes' sobre su aspecto físico. Sin embargo, esa imagen de «superhombre» ha ido perdiendo fuerza con el tiempo. Al comparar las primeras apariciones de Sánchez con sus intervenciones más recientes, la diferencia es palpable.

En 2017, su rostro reflejaba una energía renovada, una actitud optimista y un aire de control total. Su postura erguida, la sonrisa contenida y la falta de arrugas marcadas daban la impresión de un hombre en la cima de su carrera política, lleno de confianza y seguridad. A medida que han pasado los años, sin embargo, ese brillo se ha desvanecido. Las imágenes más recientes muestran un presidente visiblemente marcado por el desgaste. Su rostro aparece más cansado, con arrugas profundas y signos de envejecimiento acelerado.