Para su nuevo retrato, la Reina lució un vestido negro de tul de seda plisado y una voluminosa capa roja del célebre diseñador español Cristóbal Balenciaga. A la sesión se llevó un único look, confeccionado por cierto entre los años 40 y 60 del siglo pasado, pero sí varias joyas. Finalmente, las elegidas fueron el collar y los pendientes de chatones que, es decir, van pasando de Reina a Reina. No faltó tampoco su famoso anillo de Coreterno con la inscripción Amor che tutto move (el amor todo lo mueve) que siempre lleva en el dedo índice y que fue un regalo de sus hijas.