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La madrileña Belén Rivero

La historia de la primera mujer militar que embarcó en Elcano

La neurocirujana madrileña Belén Rivero fue la primera española que ingresó en la Armada, en 1988, y que realizó el crucero de instrucción que inicia la Princesa Leonor

El nombre de la madrileña Belén Rivero forma parte de la historia de las Fuerzas Armadas españolas y también de ese reducido y meritorio grupo de mujeres que comparten la condición de pioneras en diferentes campos y que abrieron brecha en terrenos profesionales en los que estuvieron largamente vetadas. La médico madrileña fue la primera española en ingresar en la Armada, en 1988, y la primera que recibió su despacho como oficial en la Academia Naval Militar, al año siguiente. Fue precisamente en la misma ceremonia celebrada en Marín el 16 de julio de 1989, en la que el entonces Príncipe Felipe recibió su diploma de alférez de navío de manos de su abuelo, Don Juan De Borbón.

Por primera vez en la larga y fecunda historia naval española, una mujer vestía de uniforme. Ataviada con chaqueta y falda blanca, luciendo en los hombros el emblema de la Cruz de Malta, que identifica a los sanitarios desde el siglo XII, recibió el diploma de manos del entonces ministro de Defensa, Narcís Serra. Aunque el Príncipe Felipe, como es natural, acaparó todas las miradas, la teniente Rivero pasó por un complicado escrutinio público en esos días. No lo tuvo fácil. La imagen de las primeras militares española fue de algún modo aprovechada para promocionar el proceso de modernización de los ejércitos y animar a otras mujeres a emprender su camino para asegurar el éxito de la medida, al tiempo que ellas tenían que demostrar a la sociedad que ni eran raras avis, ni iban a disfrutar de ningún tipo de privilegios. Parecían llamadas a estar siempre demostrando algo, mucho.

El Príncipe Felipe recibió su diploma de alférez de navío de manos de su abuelo, Don Juan De Borbón.

El contexto de entonces era muy diferente del actual. En febrero de 1988, el Gobierno aprobó el ingreso de la mujer en las Fuerzas Armadas, si bien se planteó una incorporación con numerosas limitaciones. Solo un año antes, la pretensión de una alicantina de 17 años, Ana Moreno, de solicitar permiso para presentarse a las pruebas de ingreso en la Academia General del Aire causó enorme revuelo. El Ministerio de Defensa lo denegó y una buena parte de la ciudadanía consideró la pretensión de la joven una excentricidad. Solo un año después, el histórico decreto de 1988 abrió las puertas de la mujer al ámbito castrense de manera muy limitada. Se permitió su acceso exclusivamente al Cuerpo Militar de Intervención de la Defensa, Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción, Escala de Ingenieros Aeronáuticos, Cuerpo de Ingenieros Técnicos de Armamento y Construcción, Escala de Ingenieros Técnicos Aeronáuticos y a los Cuerpos Jurídicos, de Sanidad y de Farmacia de los tres ejércitos, así como al Cuerpo de Veterinaria Militar y a los de música. Esta es la razón por la cual las nueve españolas generales que hay en la actualidad en las Fuerzas Armadas, incluidas las dos primeras médicos, pertenecen a estos cuerpos. La posibilidad de ingresar en la Escala General llegaría más tarde y no fue hasta 1999 que las mujeres pudieron entrar sin ninguna cortapisa. 27 españolas ingresaron en 1988 en las academias militares. Rivero lo hizo en Marín. A todas se las pedía que no utilizaran el uniforme fuera de los recintos castrenses para evitar situaciones incómodas o altercados.

Ciudadanos guardando cola para visitar el buque Juan Sebastián Elcano

Se suele considerar a la gaditana Esther Yáñez González-Irún, única capitán de fragata española hasta el momento, la primera mujer en pertenecer a la Armada, lo cual no es del todo exacto. Sí que fue la primera en ingresar en el Cuerpo General, en el año 1990, y en completar la vuelta al mundo como primera mujer guardiamarina, pero Rivero la precedió como la primera alumna tanto en la Academia como en el buque de instrucción, y fue la primera mujer oficial en la Armada. Su nombre, sin embargo, por una serie de circunstancias no suele aparecer en las informaciones que hablan de estas mujeres pioneras en el ámbito castrense. La desaparición del cuerpo de Sanidad de la Armada, con la creación de los llamados cuerpos comunes, y la posterior salida de Rivero de éstos, han contribuido a desdibujar la figura de esta discreta militar que nunca quiso protagonismos. «No tengo ninguna condición especial, soy uno más», solía repetir en las entrevistas que por esa época le recomendaba realizar el propio Ministerio de Defensa. Era la paradoja de ser uno más y ser el centro de todas las miradas, de llevar una existencia normal y excepcional al mismo tiempo. Uno poco lo que le ocurre a la propia Princesa Leonor.

Su vida actual como médico

Tras terminar su instrucción militar, Belén Rivero completó su formación como médico especialista en el madrileño Hospital del Aire, donde había cursado los últimos años de carrera como alumna de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y donde entró en contacto por primera vez con la sanidad castrense. Realizó la especialidad de Neurocirugía y como médico militar ejerció dicha especialidad en el mencionado hospital, hoy desaparecido, así como en el Hospital Central de la Defensa. En 2003, Rivero causa baja en el ejército en un contexto caracterizado por el cierre de la red de hospitales militares y el abandono masivo de los facultativos castrenses, que han pasado de unos 3.000 a 800 y con una Sanidad Militar con serios problemas de captación debido a una complejidad de causas.

Rivero siguió su camino en el ámbito civil y hoy es considerada una de las mejores especialistas de su exigente disciplina médica en España. Desde 2018, es jefa del Servicio de Neurocirugía del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, uno de los centros de referencia pediátrica en España. Aunque alejada del mundo militar, es fácil adivinar que su día a día en el quirófano exige en ocasiones tanto o más valor que el desempeño en fragatas y corbetas de aquellos con los que compartió hace años horas de navegación y enseñanzas. Elcano zarpa hoy de Cádiz con nueve guardiamarinas mujeres a bordo, incluida la Princesa de Asturias. Pero también hay mujeres en la dotación del buque escuela. Entre otras, dos oficiales de Cuerpo de Sanidad Militar, la responsable de enfermería y una médico embarcada comisionada. Tal vez algo le deban a Belén Rivero, de la que seguramente ni tan siquiera han oído hablar.