Por qué la Princesa Ana prepara a Charlotte para ser Reina en lugar de a su hermano George

Aún no tiene diez años, pero ya es una experta en protocolo. Solo hay que verla en el balcón del Palacio de Buckingham, o en un carruaje desfilando, corrigiendo a sus hermanos, George y Louis, que no siempre saben comportarse correctamente. Especialmente este último. Charlotte, por su parte, parece haber asimilado las reglas del decoro con una facilidad desconcertante.

¿Podría ser porque sigue los preceptos del mejor maestro en la materia? La Princesa Ana, su tía abuela, 74 años mayor que ella. Según una fuente cercana al palacio, citada por varios periódicos ingleses, las dos princesas «hablan todo el tiempo, de todo y de nada». La hermana de Carlos III la habría acogido bajo su ala y le habría enseñado a la benjamina del Príncipe Guillermo «cómo mantener conversaciones, pero también cómo terminarlas y seguir adelante sin molestar a nadie». Además, confiesan, le advertiría de los errores que no debe cometer, dando como contraejemplos «el traje nazi que lució el príncipe Harry en una fiesta o el discutible atuendo de Beatriz de York en la boda de sus padres, Guillermo y Kate».

En definitiva, según The Mirror, la prepara para convertirse en la princesa perfecta y, por qué no, en la reina de emergencia. Al igual que la Princesa Ana, nacida menos de dos años después que el primogénito Carlos III, Charlotte tendrá que encontrar su lugar a la sombra de George y sin sufrir la ingrata situación de sentirse una «sustituta» o el «reemplazo» –en palabras de su tío, el Príncipe Harry–.

Además, durante el futuro reinado de su padre, el Príncipe Guillermo, Charlotte también desempeñaría un papel destacado. Al igual que la Princesa Ana hacía con Isabel II entonces, y ahora, con Carlos III, podrá apoyar y representar a la institución tras el aumento el número de compromisos oficiales. Sobre todo porque debería heredar el título de Ana, el de «princesa real», que se atribuye a la hija mayor del soberano, según la buena voluntad de este. Así, desde el siglo XVII y con la princesa María, hija menor de Carlos I, solo siete personas lo han llevado.

Tras su muerte, la Princesa Ana será reemplazada por la Princesa Charlotte. Un legado tan incalculable como los valiosos consejos que de momento le está ofreciendo. De hecho, podemos comprender, por tanto, que durante años haya sido calificada como el miembro de la realeza más trabajador, a menudo cumpliendo con más compromisos de trabajo en un año que Carlos III o, incluso, su madre, la difunta Reina Isabel II. «No creo que exista un programa de jubilación para esta vida en particular», sostiene. «Realmente no está escrito, no. No es una opción», determina de forma férrea.

A pesar de haber enfrentado un problema de salud el verano pasado, no muestra señales de minimizar su agenda de compromisos públicos. Al cáncer que padecen Carlos III y Kate Middleton, se sumó el accidente que sufrió esta en su mansión de campo, Gatombe Park. La hermana del Rey se encontraba un domingo por la tarde dando un paseo por los terrenos de la finca cuando, casi con total seguridad, fue golpeada por uno de sus caballos en la cabeza.

Al reflexionar sobre esa lesión, dijo que no recuerda el incidente, aunque sus heridas eran compatibles con el impacto de las patas de un caballo. «Sé a dónde pensé que iba y era a buscar gallinas, no, no tenía nada que ver con caballos», reconoció ante Press Association.

Tras lo ocurrido, se tomó un descanso temporal de sus deberes reales. «Tienes mucha suerte... si puedes seguir estando más o menos en tu sano juicio. El verano pasado estuve muy cerca de no estarlo... Hay que tomar cada día como viene». Además, reveló que no hay secuelas duraderas, pero este tipo de situaciones «te recuerdan claramente que cada día es realmente una ventaja», siendo consciente de la fragilidad de la vida. Fue en este momento cuando el entrevistador quiso conocer si se planteaba, por tanto, reducir sus deberes reales, a lo que ella respondió que es una opción que los miembros de la Familia Real no pueden llegar a plantearse.