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Salón de los Nombres en el museo Yad Vashem, Jerusalén

La diplomacia de Franco en la salvación de los judíos del Holocausto

A través de sus representantes oficiales, España salvó a 60.000 judíos del régimen nazi

En el museo Yad Vashem de Jerusalén se puede encontrar a siete españoles entre los Justos de las Naciones, aquellos que arriesgaron su vida para salvar judíos de un posible fin inmediato. En su mayor parte son miembros del servicio diplomático español, honrados por el arriesgado esfuerzo humanitario que realizaron durante la Segunda Guerra Mundial. Las noticias sobre el Holocausto no fueron conocidas en los círculos diplomáticos hasta que las noticias del oficial polaco Witold Pilecki, internado voluntariamente en el campo de Auschwitz, se fugó, después de organizar la resistencia en su interior, para trasmitir al exterior las noticias de las que había sido testigo. Su informe fue divulgado por el Gobierno en el exilio polaco en 1943, siéndole negada su veracidad por los británicos.

España salvó más judíos que
todas las democracias juntas

Sin embargo, las deportaciones de las comunidades judías y el eco del informe Pilecki alarmó a algunos diplomáticos españoles, que informaron al Gobierno español. El general Franco ordenó la inmediata protección a los judíos de origen español, conocidos como sefardíes, valiéndose de una Ley emitida durante el régimen del general Primo de Rivera, en 1924, por la cual se consideraba ciudadanos españoles a los judíos residentes en el Protectorado de Marruecos. Aquella medida se hacía siguiendo el ejemplo del decreto Crémieux de 1870, que había concedido la ciudadanía francesa a los judíos argelinos. Una de las comunidades sefardíes más numerosas era la de Salónica, en Grecia, donde en la temprana fecha de 4 de agosto de 1943 el Consejo de ministros presidido por Franco autorizó la repatriación de la comunidad. Parte de ellos fueron trasladados al campo de Bergen-Belsen, de donde finalmente fueron salvados por el embajador español Sebastián Romero Radigales, que consiguió su traslado a Marruecos.

El general Francisco Gómez-Jordana Souza, que ocupó el Ministerio de Asuntos Exteriores desde septiembre de 1942 hasta su fallecimiento en agosto del año siguiente, amigo personal del general Franco, fue el que dio las directrices al personal diplomático español para efectuar todas las medidas que fuesen necesarias para salvar al máximo número de judíos, evitando en todo lo posible cualquier prueba que pudiese ser usada por los alemanes como amenaza contra España. La documentación existente entre el ministro de Exteriores español y el embajador de los EE. UU. en España así lo prueba. Su sucesor, el empresario vasco José Félix de Lequerica, mantuvo la misma línea de actuación. El 23 de octubre de 1944, José Félix Lequerica le transmitió al embajador estadounidense que España haría todo lo posible por salvar en primer lugar a los sefarditas de nacionalidad española, en segundo lugar a los de origen español, y finalmente el mayor número posible de los demás israelitas.

A partir de entonces, el personal de las legaciones de Berlín, Vichy (Francia), Sofía, Bucarest, Budapest y Atenas, realizaron todos los operativos posibles para el salvamento, desde la entrega de documentación española, ocultamiento y negociación de traslados al norte de África o España.

Sebastián Romero Radigales, embajador en la legación de Atenas; Eduardo Propper de Callejón, diplomático de alto rango en la embajada española de París y después cónsul en Burdeos; José Ruíz Santaella, agregado de Agricultura de la Embajada de España en Berlín; Bernardo Roland de Miotta, Cónsul General de España en París; José de Rojas y Moreno, embajador de España en Bucarest (Rumanía); Julio Palencia y Tubau, ministro plenipotenciario en Sofía (Bulgaria); Miguel Ángel Muguiro, ministro plenipotenciario en Budapest (Hungría), tras su expulsión, sustituido en su labor por Ángel Sanz Briz, encargado de negocios de la legación española en Budapest (Hungría) en el verano del año 1944. Evidentemente, todos ellos recibieron órdenes, apoyo de su presidente del Gobierno, Francisco Franco.

El profesor Haim Avni, de la Universidad Hebrea, especialista en el tema, ha evaluado como cifra mínima un total de por lo menos 40.000 judíos los que fueron salvados por iniciativa española. Otros, como Chaim Lipschitz en su libro Franco, Spain, the Jews and the Holocaust, afirma que Francisco Franco salvó a más de 60.000 judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Shlomo Ben Ami, historiador, que ejerció de ministro de Asuntos Exteriores de Israel y de embajador de Israel en España, confirmó que España salvó más judíos que todas las democracias juntas.

Autores más recientes, como el estadounidense Lawrence H. Feldman sacó a la luz en su primer volumen de una obra Refugiados de Franco. Documentos de los judíos que llegaron a través de España y Portugal a la ciudad de Nueva York. 1940-1941, un listado de casi un millar de judíos europeos con su plena identificación. Pruebas irrefutables que prueban que España no se mantuvo de brazos cruzados, sino que a través de sus representantes oficiales, demostró su espíritu quijotesco, salvó el máximo de personas posibles y miles de familias pudieron encontrar un segundo hogar al otro lado del Atlántico.