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Un sello de 1924 de Guinea

La corrupción de Guinea Ecuatorial o la mala administración de sus últimos gobernadores

A principios del siglo XX se abrió una investigación contra Luis Ramos-Izquierdo por la malversación de fondos de la colonia española

Las posesiones españolas de Guinea estuvieron semiabandonadas desde su adquisición en 1777 hasta casi los inicios del siglo XX. Tras la Conferencia de Berlín, finalizada en 1885, España solo tenía unos pocos asentamientos en las costas de Fernando Poo y las islas de Corisco y Elobey. La parte continental solo se ocupó a partir de 1900, año en que, tras el tratado de París, Francia reconoció una pequeña porción territorial que servía de seguridad entre las colonias alemanas y francesas. A partir de estas dos fechas se buscó impulsar la colonización. Los gastos derivados de la situación en Cuba y Filipinas absorbían el esfuerzo económico ultramarino y, por otra parte, nunca hubo mucho interés en Guinea porque nunca se entendió que allí existieran grandes recursos económicos.

A pesar de estos impedimentos, en esas fechas se notó un cambio legislativo y presupuestario que, entre otros efectos, tuvo la consecuencia de aumentar el poder de los gobernadores. Tenían el más amplio poder civil y militar que cuando eran marinos y comprendía también el mando de la estación naval. Disponían del presupuesto y dirigían la colonia sin más límite que un consejo meramente consultivo. Este poder lo usaban también para solventar las enormes carencias coloniales, desviando arbitrariamente las partidas presupuestarias de unos conceptos a otros y contratando personal para la pobre administración colonial sin tener en cuenta la ley ni la capacidad de los elegidos. Esto significaba que la contabilidad pública era un desastre y que el nepotismo era la regla. En su descargo, hay que señalar que en Fernando Poo no había mucho donde elegir, los funcionarios metropolitanos no llegaban. No había personas suficientes para el trabajo que tenían que desarrollar así que no era extraño que los gobernadores o secretarios del Gobierno les fueran encomendando tareas urgentes para las que no estaban nombrados. Y, a la vez, creaban sus negocios paralelos, caían en la corruptela y descuidaban el trabajo.

Uno de estos gobernadores, Luis Ramos-Izquierdo, era un hombre peculiar. Tuvo una vida agitada, fue voluntario en la Segunda Guerra Carlista y ahí empezó su carrera militar, que continuó en Cuba. Al volver a España fue destinado a Guinea, primero como subgobernador de Bata, después como gobernador general interino entre 1906 y 1908 y en propiedad en 1908. Fue autor de un libro importante para conocer detalles de la colonización: Descripción geográfica y gobierno, administración y colonización de las colonias españolas del Golfo de Guinea (1912). E incluso se le puede considerar como el fundador de la ciudad de Bata.

Una negligencia de años

En 1906 corrían rumores en Madrid sobre malversación de fondos y mala administración en Guinea y el Gobierno mandó al comisario regio Diego Saavedra Magdalena para que investigara aquello. Era un hombre acomodado al poder y la administración. Buen funcionario, pero sin salirse de la política ministerial. Conocía Guinea porque fue gobernador interino 1905. Sabía que la Hacienda colonial se hallaba en un estado de desbarajuste. El arqueo no cuadraba. «Las operaciones de contabilidad que le son propias podrían señalarse, casi todas ellas, como contrarias a lo que tiene dispuesto la Superioridad… La única legislación que allí perdura se halla basada en suposiciones caprichosas, arbitrarias y perfectamente ilegales», escribía el comisario.

Hay que señalar que fue Diego Saavedra quien propuso como gobernador a Ramos-Izquierdo porque consideraba que había hecho un buen trabajo de subgobernador; su inspección no iba contra él sino contra una negligencia de años. La Memoria que publicó en 1907, que era la que envió al ministro de Estado Allendesalazar, es un ejemplo de pulcra redacción administrativa, un buen resumen de lo que había y algunas tímidas propuestas de lo que se podía hacer.

Lo que levantó las suspicacias de Ramos-Izquierdo fue un nuevo viaje que preparaba Saavedra en 1908, porque sospechaba que iba a ser de inspección a su labor. La administración guineana continuaba igual y la prensa había publicado algunas noticias en esos sentido. Ramos Izquierdo dimitió como gobernador en un acto de soberbia y atacó a Diego Saavedra en un artículo publicado en La Correspondencia de España el 1 de diciembre de 1908. Fue feroz en su crítica al señalar: «En sostener un comisario regio que cuesta ya al Estado más de 300.000 pesetas entre sueldos, emolumentos, viajes y dietas, para haber producido por junto una Memoria que es fusilamiento de cuantas comunicaciones, memorias, actas de Juntas de autoridades e informes se han remitido al Ministerio por las autoridades de aquella colonia». El artículo era consecuencia de una pregunta en el Senado sobre el descontrol y mala inversión del presupuesto de Estado para Guinea, hecha por el senador Pedregal. Y las dudas que tenía el senador Fernández Latorre sobre la utilidad de los viajes de Saavedra.

El asunto pasó a lo personal. Eduardo Saavedra, hermano de Diego, se vio obligado a salir en defensa del honor familiar, lo que provocó que Ramos-Izquierdo le mandara los padrinos para solventar diferencias en un duelo. Una anécdota que muestra el carácter del gobernador. Al artículo contestó Eduardo Saavedra en el mismo periódico el 24 de diciembre de 1908: «A dicho artículo contesté, porque se agredía a quien es de mi sangre y del que, por esperar el ataque, recibí el encargo de defenderlo». Eduardo no se contuvo en la réplica: «Y contesté con dureza, como debía hacerlo, porque no fue sólo el artículo, fue la intriga que tapadamente se tramó contra el comisario regio por el exgobernador residenciado, lo que me incitó a decir algunas verdades, muy pocas. Ya en el artículo explicaba que Diego estaba en Guinea para incoar en depuración de las torpezas, imprudencias e irregularidades que se dijo fueron allá cometidas en la época de mando de dicho exgobernador». Al parecer, el enfado de Ramos-Izquierdo lo llevó al Ministerio y al Congreso y allí vertió duras palabras contra el comisario regio que estaba en Guinea. Eduardo Saavedra no hizo caso a las cartas del conde de Berberana, padrino de Ramos. Al final, el duelo no se celebró y la cosa se olvidó.