Tercera parte
Operación Eagle Claw, parte III: Carter se responsabiliza por los 444 días en los que los rehenes permanecieron cautivos
El fracaso en su intento de rescatar a los rehenes de Irán hizo que Carter perdiese las elecciones contra Ronald Reagan
El coronel Beckwiht se enfrentó a un dilema: el mínimo indispensable para rescatar a los rehenes se había fijado en seis helicópteros; tenía sólo cinco. Solicitó a Washington, a 13.000 km de distancia, autorización para continuar la misión. La respuesta fue cancelar y salir de Irán.
Fracaso y retirada
Los comandantes consultaron si seguir o no. Los escuchas de radio israelíes revelaron fuertes discusiones. Los oficiales en Desierto Uno decían sí y Washington decía no. El presidente Carter ordenó el abandono de la misión y dio instrucciones al portaaviones Nimitz para ejecutar las «acciones militares necesarias para evacuar nuestras fuerzas». «Por lo menos no hubo bajas», dijo el presidente, «y no hubo detección». Carter estaba equivocado.
Aunque en el plan original los helicópteros RH-53D iban a ser abandonados en Manzariyeh, se decidió no dejarlos en Desierto Uno. Pero los Hercules habían gastado mucho combustible tras permanecer tres horas con los motores en funcionamiento. El primero de los RH-53D que habían llegado necesitaba una carga completa de combustible, que había agotado para llegar hasta el Nimitz. Un helicóptero despegó en medio de una nube de arena para virar sobre el ala de uno de los cisternas EC-130. Una pala del rotor principal rozó el fuselaje y lo cortó causando una gran explosión y la destrucción de las dos aeronaves. El incendio detonó la munición dificultando la evacuación de los supervivientes y la recuperación de los cuerpos de los tres marines muertos en el helicóptero y los cinco más fallecidos en el EC-130 del 8º Escuadrón Especial de Operaciones del Hurlburt Field. Otros helicópteros sufrieron daños. Entre los heridos estaba el sargento J.J. Beyers, operador de radio del avión. Su compañero, el sargento técnico Joel Mayo estaba muerto y el sargento Ken Bancroft logró escapar.
Esta misión requería un montón de cosas que no habíamos hecho antes
Llegaban milicianos iraníes. Todo el personal embarcó en los Hercules y abandonaron los RH-53D, ya que los aviones cisternas no disponían de combustible ni siquiera para incendiarlos. El capitán George Ferkes, fue uno de los que hicieron despegar los C-130.
La Fuerza Delta regresó en vuelo a Masirah, donde los hombres fueron transferidos a un C-141 StarLifter y a un C-9A. Los aviones volaron entonces a Ramstein en Alemania, después de repostar en Bahréin. Grecia autorizó que sobrevolaran su espacio aéreo tres cargueros de la USAF en ruta de Bahréin a Ramstein.
El coronel Beckwith solicitó un ataque aéreo para destruir los RH-53D abandonados. El ataque no se lanzó, dicen que por miedo a dañar a los civiles iraníes del autobús capturado. Los iraníes alegaron que habían destruido los helicópteros para evitar que los estadounidenses emprendiesen otra misión para recuperarlos. Lo cierto fue la canibalización dada la escasez de repuestos para sus propios RH-53 que padecía la Armada de Irán.
El plan fue aventurero e incluía un margen de error excesivo. La sorpresa era el factor principal y también la confianza en la poca capacidad de reacción de la cadena de mando iraní. En esto sí acertaron: el ministro de Defensa iraní no supo nada de la operación hasta el anuncio de la Casa Blanca, saliendo de la habitación tan precipitadamente que empujó al corresponsal de una emisora británica de radio que lo testimonia. Otra de las causas del fracaso fue la falta de fiabilidad de los helicópteros, en parte achacable a la escasa experiencia en su mantenimiento del personal del Nimitz. El plan era extremadamente ambicioso y careció de una adecuada planificación de contingencias, entre ellas las tormentas de arena, las averías y la intervención de milicianos iraníes. Además del material, costó ocho muertos y cuatro heridos graves. Abandonaron los cuerpos de sus caídos cuando iraníes armados aparecieron en Desierto Uno. Los comandos se apiñaron en los C-130 restantes para salir apresuradamente. Alertados por la intentona, los iraníes dispersaron a los rehenes estadounidenses en varios lugares de la capital para imposibilitar otra misión de rescate. «Esta misión requería un montón de cosas que no habíamos hecho antes», declaró el coronel Bob Brenci, jefe de los C-130.
Fue decisión mía intentar la misión de rescate y fue decisión mía cancelarla cuando surgieron problemas
Tras el fracaso
Carter apareció en la televisión el 25 de abril de 1980 y ante todo el país se responsabilizó del fracaso. «Fue mi decisión intentar la misión de rescate», declaró, «y fue mi decisión cancelarla cuando surgieron problemas». El fracaso de sus esfuerzos para liberar a los rehenes –y especialmente el humillante final de la misión de rescate– costó a Jimmy Carter la reelección presidencial. Ronald Reagan lo derrotó fácilmente en las elecciones de noviembre.
Tras la muerte del ex-Sha el 17 de julio, la Cámara de Representantes norteamericana dirigió un mensaje al Majlis iraní instándole a reconsiderar el problema de los rehenes. El Parlamento contestó que EE.UU. debía asumir las responsabilidades financieras y económicas derivadas de las acciones de Mohammed Reza Pahlevi: devolución de los fondos del Sha, cancelación de las demandas norteamericanas contra Irán, descongelamiento de los fondos iraníes en bancos estadounidenses y la promesa de no intervenir en los asuntos internos iraníes. Ronald Reagan, el candidato presidencial republicano, aseguró que aceptaría tres de esas condiciones y dejaría la decisión sobre los fondos a nombre del Sha en manos de los tribunales.
Más de medio centenar de estadounidenses permanecieron cautivos durante 444 días en la embajada de EEUU en Irán, entre noviembre de 1979 y enero de 1981, después del derrocamiento del Sha Mohamed Reza Pahlevi y la instauración de un régimen islámico. Antes de que Reagan prestara juramento como presidente, el 20 de enero de 1981, los persas liberaron al último de los rehenes. Para entonces los persas estaban envueltos en una guerra. El 22 de septiembre de 1980, el Irak de Saddam Hussein ataca al Irán de Jomeini pero esa es otra historia.