Fundado en 1910

Marcha de la Independencia en PoloniaGTRES

La Marcha de la Independencia en Polonia: el 11 de noviembre no es una conmemoración fascista

Esta fecha es para los polacos el recuerdo de la soberanía recuperada tras 123 años de ocupación extranjera y de lucha por mantener su legado cultural y religioso

El 11 de noviembre es la fiesta nacional de Polonia, que conmemora la recuperación de su soberanía después de 123 años de ocupación extranjera. Los repartos de 1773, 1793 y 1795 culminaron con la desaparición de Polonia entre Prusia, Rusia y Austria.

La Marcha de Independencia se celebra por todos los polacos, sin distinción de siglas políticas, y con banderas nacionales. Los ataques realizados por cierta prensa contra la Marcha de la Independencia, constituye un insulto grave y una ignorancia supina sobre lo que significa esta fecha para el pueblo polaco, similar a nuestro 2 de mayo o el 12 de octubre, de mayor relieve en nuestra historia. Recuperada la soberanía en 1989 por la caída del comunismo, se ha conmemorado hasta el día de hoy. Sin embargo, desde las últimas elecciones presidenciales que enfrentaron a los candidatos Rafał Trzaskowski de la Coalición Cívica (PPE) contra Andrezj Duda de Derecho y Justicia (ECR), con triunfo del último, causaron una fuerte división en la sociedad. Rafał Trzaskowski es el alcalde de Varsovia, y desde su puesto mediático ha utilizado su puesto para desgastar al ejecutivo polaco. Primero oponiéndose a la decisión constitucional que redujo los casos en que se podía provocar un aborto, por orientarse hacia la vida. Después politizando a los grupos LGTBI, al convertirse en su abanderado y encabezando la marcha del orgullo gay en la capital polaca el pasado 18 de junio de este año, por primera vez después de la pandemia. El problema ha sido su oposición a la realización de la Marcha de la Independencia de este año, acusándola nada menos de fascista, por participar en ella colectivos defensores de la familia y tradicionalmente provida. Como hemos dicho, la conmemoración nunca tuvo un color político, al ser un aniversario patriótico celebrado por todas las fuerzas políticas.

La prohibición del acto por el extremista alcalde ha obligado al jefe de la Oficina de Veteranos y Víctimas de la Opresión, Jan Józef Kasprzyk, a tomar la decisión de darle un estatus formal a la Marcha de la Independencia, para que fuese una ceremonia de Estado y por lo tanto legal. Robert Bąkiewicz, presidente de la Asociación Marcha por la Independencia, el organismo que se encarga de la celebración de la marcha, ha agradecido la acción del ejecutivo polaco, que repetirá la marcha por las calles de la capital, pero este año se añadirá la colocación de flores debajo de la placa en memoria de los polacos ejecutados en 1944, ubicada en Rondo Dmowski, y luego se procederá a otra entrega de flores debajo del busto del pianista y expresidente del gobierno Ignacy Paderewski en el parque Skaryszewski, por el 161º aniversario de su nacimiento.

La identidad polaca se mantendrá gracias a que la Iglesia Católica mantendrá viva la lengua polaca

El 11 de noviembre es para los polacos el recuerdo de la soberanía recuperada. La memoria de 123 años de lucha por mantener su legado cultural y religioso. La imagen épica de una Polonia mesiánica se divulgará a través de la obra de sus poetas románticos: Adam Mickiewicz, Juliusz Slowacki, Zygmunt Krasinski y Cyprian Norwid, y en la narrativa de Henryk Sienkiewicz, primer polaco que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1905, por su trilogía ambientada en el período final de la dinastía Vasa, A sangre y fuego (1884), El diluvio (1886) y Un héroe polaco (1888). En la actualidad podemos disfrutar de sus sonetos en el excelente volumen de Poesía polaca del Romanticismo de la edición bilingüe de catedrático Fernando Presa.

La identidad polaca se mantendrá gracias a que la Iglesia Católica mantendrá viva la lengua polaca en las escuelas parroquiales y favorecerá a través del movimiento cooperativo el mantenimiento del mundo campesino polaco, ante las políticas colonizadoras germanas y rusas. El 11 de noviembre de 1918, Polonia recuperaba su soberanía nacional tras la disolución de los imperios después de la Primera Guerra Mundial. La restauración del Estado polaco trajo el difícil engarce de las viejas provincias, y la defensa de unas nuevas fronteras a precio de sangre. Después de 123 años de sometimiento extranjero, Polonia surgía de nuevo, y Józef Piłsudski era nombrado jefe de Estado de la II República.

El restaurador de la soberanía nacional nació en el seno de una familia noble, en la aldea de Zułów, cercana a Vilna, un 5 de diciembre de 1867, en el entorno de una familia de 12 hermanos. En el seno de su familia aprendió a amar a su patria polaca, con los recuerdos de su padre, quien participó en la revuelta de 1863 y las poesías de Adam Mickiewicz en el regazo de su madre. En 1875 la familia se estableció en Vilna donde estudió en el instituto ruso, después fue a Charków a estudiar medicina, pero fue expulsado de la universidad por sus actividades clandestinas. Entre 1882 y 1897 estuvo deportado en Siberia al ser detenido junto a su hermano Bronisław, quien formaba parte de una conspiración para matar al zar, pero que fue descubierta por la policía política rusa. El joven noble se convirtió en un revolucionario, vinculado al partido socialista, aunque su patriotismo hará que se distancie de sus compañeros. En la Primera Guerra Mundial organizó varias legiones armadas polacas para luchar contra los rusos, bajo dirección alemana. El fin de la guerra lo convirtió en jefe de Estado, cuya principal responsabilidad será establecer las fronteras del nuevo estado polaco en Silesia frente a los cuerpos francos germanos y en el frente oriental, frente a rusos blancos y rojos, con los nacionalistas ucranianos en medio. El jefe del Estado, que había soñado con restaurar la vieja confederación «entremares» de los Jagellón, como contención de Rusia, debió hacerles frente en los aledaños de la capital. Su victoria, denominada «El Milagro del Vístula», en 1920 salvó a Europa.

El 11 de noviembre no es una conmemoración fascista, pero su comprensión puede ayudarnos a entender a los polacos, como sin el 12 de octubre no se puede entender la grandeza de la historia de España.