Gustavo Villapalos, uno de los mejores agentes secretos de Franco
Fue propuesto dos veces para la obtener la Cruz Laureada sin embargo se la niegan por su controvertida vida personal. Franco dijo sobre este soldado que «habría que darle la Laureada como militar y fusilarle como civil»
Gustavo Villapalos Morales nació en 1915. Cuando comenzó la guerra civil tenía 22 años y era guardia civil. Al intentar unirse a los rebeldes en el Cuartel de la Montaña fue detenido y encarcelado.
Posteriormente fue enviado forzoso a la sierra de Madrid, para combatir en el Alto del León, a las órdenes del coronel republicano Puig. El 23 de julio del 36 Villapalos, ya sargento y conductor de camión en esa zona, junto al capitán José Jarillo de la Reguera, propuso a otros suboficiales de la Guardia Civil pasarse a los rebeldes. Más de la mitad de la compañía lo hizo, pero el camión que conducía Villapalos fue alcanzado por la artillería.
No cejó en su empeño y el primero de agosto, también junto al capitán Jarillo, matan de un disparo al coronel Puig, vuelca en vehículo en que le conducía y simula que ha sido por disparos de los nacionales. No le creyeron y le salvó del paredón un viejo amigo, el comisario político Ramos.
Al fin, en noviembre de 1936, llegó a zona nacional por el sector del Manzanares. Formó parte de una bandera de Falange, con la que tomó al asalto el cerro de la Estrella, en la unión de los frentes de Extremadura y Toledo, por lo que fue propuesto para la Cruz Laureada. Al serle negada, pidió el ingreso en aviación. Fue admitido en los cursos de alféreces provisionales pilotos, en septiembre de 1938, y durante algún tiempo combatió en la unidad de Joaquín García Morato, el célebre aviador de «vista, suerte y al toro».
Cuando el coronel Ungría reorganizó en Burgos los servicios secretos de la zona nacional, reclutó a Villapalos, por su estoicismo y valor, acompañado de intuición. Villapalos marchó a organizar la Quinta Columna en el interior de Madrid a finales de 1937, donde se puso a las órdenes del teniente coronel Centaño y colaboró con el entonces teniente Gutiérrez Mellado. Recogió información, rescató presos, hizo sabotajes. También enseñaba a desmontar las espoletas de las bombas a los de la Quinta Columna que operaban clandestinamente en Madrid.
Villapalos encontró varios pasos de la zona gubernamental a la rebelde, especialmente por el sector del Tajo. Cruzó las líneas enemigas unas 30 veces. Entre las personas a quienes ayudó a evadirse figuran el futuro ministro Fernando Castiella y los aviadores González-Gallarza y Díez de Lecea. Era uno de los «Pimpinela Escarlata» del bando nacional.
El 4 de mayo de 1938, el Servicio de Inteligencia Militar republicano estaba cerca de identificarle. Así consta en el informe: «Teniente de Asalto (posiblemente dado de baja por enfermo), alto, grueso, como de unos 35 años, prestancia de 'flamenco', pistola grande en bandolera, viste jersey grueso de color oscuro, pantalones brich y botas altas, gorro cuartelero de Asalto (gris), suele conducir en las expediciones un Hupmóvile… Perteneció al 4º Tercio de la Guardia Civil y cuando empezó el movimiento tenía la categoría de cabo. Debe ser el jefe de las Expediciones y aprovechar algunas de estas para pasar al enemigo y regreso (sic). Tal vez se le localizase por la calle Alberto Aguilera».
Una de sus misiones más épicas, en octubre de 1938, fue informar sobre el Ejército Popular al coronel Ungría. Tres hombres cruzaban las líneas de fuego en el frente de Extremadura. Solo uno llegó. Villapalos logró arrastrarse hasta las líneas nacionales con cinco balazos en el cuerpo. Esta nueva acción, como antes su heroica toma del cerro de la Estrella, le valió una nueva propuesta para la Laureada. Tampoco se la dieron, aduciendo «determinadas actuaciones de tipo personal en su vida particular de hombre soltero y más bien divertido», según el eufemismo oficial que afeaba sus aventuras galantes y su afición por las juergas. Al saberlo dijo Franco: «Habría que darle la Laureada como militar y fusilarle como civil». Al final le concedieron la Medalla Militar Individual.
Villapalos era teniente de aviación al terminar la Guerra. En 1940, la Aviación Militar le investigó por su desinhibida conducta personal. Fue absuelto en la causa 3.327 tras 86 páginas de investigación.
Revalidó luego su valor legendario en la División Azul, donde fue herido dos veces. Hombre polémico, unos aseguran que fue profusamente condecorado y otros dicen que no. Su aventura siguiente transcurrió en la Guinea española.
Se enamoró y caso con su novia en 1946. Al contraer ella la tuberculosis la llevó al sanatorio de Tablada, en la sierra de Madrid, dedicando toda su atención al cuidado de su esposa. Al cabo de dos años, pese a la penuria de entonces, su mujer sanó. Tuvieron tres hijos, Esther, Paloma y Gustavo. El héroe y vieja guardia solo aguantó un año como delegado provincial del Ministerio de la Vivienda a quien puso un recurso contencioso-administrativo. Aborrecía la burocracia y criticaba duramente al poder por el ninguneo contra Falange.
Su actividad se diversificó, por ejemplo, en 1952 forma parte de la Comisión en la Exposición de Inventores Españoles.
Mantuvo su amistad de guerra con Manuel Gutiérrez Mellado, que casi fue padrino de bautizo de Paloma Villapalos, pero disentía de la actitud reformista del ya general con estas palabras: «No comprendo cómo se puede jugar a distintas barajas». Iniciada la Transición, rompió con sus antiguos amigos «progresistas». Falleció a los 70 años, el 30 de marzo de 1985, sábado de Gloria, dicen que musitando el nombre de España.