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Los 33 supervivientes del asedio en Baler

«Los últimos de Filipinas», la épica resistencia de los héroes de Baler

Tras 337 días de asedio en el sitio de Baler, se dio fin a la resistencia, arriaron la bandera española y aquellos soldados abandonaron el reducto. 33 fueron los hombres que regresaron a la Península tras resistir en Baler

Filipinas fue la colonia olvidada. En primer lugar, por su lejanía, y en segundo, porque quedó eclipsada por Cuba, que era la perla de las Antillas. Lo mismo ocurrió con los 55 hombres que defendieron valerosamente el último reducto español del país asiático.

A partir de 1890, en Filipinas, empezó a reinar un creciente sentimiento nacionalista que acabó estallando en la Revolución de 1896, en la que soldados encabezados por el Katipunan –la sociedad secreta fundaba para la liberación filipina– protagonizaron el lado más violento del levantamiento contra el régimen español.

El 30 de agosto de 1898 el general Blanco declaraba el estado de guerra en la isla de Luzón, en el extremo norte de las islas Filipinas. La sublevación que pretendía terminar con los peninsulares de un golpe se convirtió en una larga guerra basada en pequeños combates concentrados, sobre todo, en la provincia de Cavite, en la bahía de Manila, la actual capital.

Un año después, tras varias derrotas y éxitos que fueron cambiando de mando, al llegar el general Primo de Rivera al Gobierno de España, se puso fin a estos combates con la firma del tratado Biacnabato. Pero lejos de servir para devolver la paz a las islas, pronto se inició la guerra hispano-americana. En mayo de 1898 Estados Unidos entró en la bahía de Cavite y abrió fuego contra la flota española. El Gobierno norteamericano expuso que la razón de este ataque era la defensa de las costas americanas en el Pacífico. Sin embargo, a pesar de conseguir lo que pretendían, las tropas norteamericanas no se retiraron de las islas Filipinas y además enviaron nuevas tropas al archipiélago hasta que en agosto «conquistaron» la ciudad de Manila. Con la posesión de Manila ya solo quedaba la anexión total de las islas, y así se hizo a través del Tratado de Paz de París, firmado el 10 de diciembre de 1898.

El sitio de Baler

La derrota en Cavite contra los estadounidenses y su apoyo económico y armado a los filipinos hizo que Emilio Aguinaldo, alcalde de Cavite y uno de los líderes del movimiento independentista del país, junto con los miembros de la sociedad Katipunan, reanudasen la guerra contra el último destacamento español que quedaba en Baler, resistiendo en la región de Luzón Central, comenzando de esa manera el sitio.

El destacamento contaba con 55 hombres, entre los que se encontraban el capitán de Infantería Enrique de las Morenas y los tenientes Juan Alfonso Zayas y Saturnino Martín Cerezo. Los adversarios les superaban en número, por lo que el capitán De las Morenas acordó refugiarse con su tropa en la iglesia del pueblo, al ser el edificio con la construcción más fuerte. Allí almacenaron víveres y municiones.

Iglesia de San Luis de Tolosa de Baler, donde las tropas españolas permanecieron atrincheradas durante once meses

El asedio se intensificó, la falta de alimentos frescos se empezaba a notar a pesar de que el médico de la guarnición había conseguido construir una pequeña huerta próxima a la iglesia y el gran castigo psicológico al que se encontraba sometido todo el destacamento debido al prolongado sitio empezaba a debilitarlos. Esta situación hizo que el documento que llegó del Parlamento filipino comunicando la firma del Tratado de París y, por consiguiente, que Filipinas ya no era española produjo más desconfianza que esperanza, pues ya habían sido engañados en otras ocasiones por los filipinos. Los ataques cada vez mejor organizados fueron desgastando las fuerzas de los soldados, y a los 282 días de la resistencia se quedaron definitivamente sin alimentos. Sin embargo, continuaron aguantando convencidos de que seguían protegiendo territorio español.

Un nuevo parlamentario llegó hasta la iglesia y se identificó como el teniente coronel Aguilar Castañeda, pero algunos detalles como su raro uniforme o sus documentos de acreditación hicieron que el general Martín Cerezo volviese a desconfiar del parlamentario y de la noticia que traía consigo. El parlamentario, perplejo ante la reiterada desconfianza, expresó a Martín Cerezo: «¡Pero hombre! ¿Qué tengo que hacer para que Ud. me crea, espera que venga el General Ríos en persona?».

Con recelo a las noticias, los soldados de Baler siguieron defendiendo el sitio. Tras 11 meses en la iglesia del pueblo filipino, a finales de mayo de 1899, en un intento de hacer que los soldados españoles depusieran su resistencia y volviesen a Manila, el teniente Martín Cerezo descubrió una noticia en los periódicos que no podía ser una inventiva de los isleños, lo que le hizo reconocer y darse cuenta, definitivamente, de que los anteriores avisos en los que se le comunicaba que España ya no poseía la soberanía de Filipinas eran ciertos y de que no tenía sentido seguir resistiendo en la iglesia.

Reuniendo a la tropa, el teniente Martín Cerezo explicó cuál era la situación y propuso una retirada en la que su dignidad y honor, depositado en ellos por España, no se perdiese. Finalmente, el 2 de junio de 1899, tras izar en la iglesia la bandera blanca y oír al corneta tocar atención, el destacamento español de Baler se rindió tras 337 días. 

Un acontecimiento que recordar

La literatura recoge este hecho gracias a la obra escrita por el propio Martín Cerezo, El sitio de Baler, publicada en 1904. Fue traducida al inglés en 1909 y reeditada en tres ocasiones en la primera mitad del siglo XX. También fue llevada a los cines con la película Los Últimos de Filipinas en 1945, donde se refleja el sentimiento de deber  y honor que tenían los soldados al permanecer y defender el sitio a pesar de recibir misivas que informaban del desarrollo del conflicto y de la rendición española. En la película, el teniente Martín Cerezo expresa tras enterrar a varios de sus soldados:

«Tenemos que seguir luchando. Ya hemos pasado momentos más duros: los ataques, la artillería, la epidemia, la traición y, sobre todo, esto. Un año, un año sin saber más que de estas cuatro paredes. Pero tenemos la misma obligación que cuando llegamos. Perder la esperanza no es perder el honor. Pelearemos hasta que caiga el último».

Libro «Más se perdió en Filipinas» (Ediciones Encuentro), de Jesús Valbuena García 

Ahora, este hecho histórico se vuelve a rescatar gracias a Jesús Valbuena García, escritor de Más se perdió en Filipinas y bisnieto de uno de los 33 soldados supervivientes del asedio en Baler, García Quijano. En el libro, Jesús Valbuena cuenta los hechos históricos tal y como fueron narrados por los propios protagonistas, la prensa y los distintos testimonios procedentes de la época entre 1898 y 1899.  Valbuena vuelve a contar las hazañas de estos heroicos soldados para hacer prevalecer la memoria de aquellos que pasaron a la historia como Los últimos de Filipinas.