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Mijaíl Koltsov

Koltsov: el corresponsal de «Pravda» en la Guerra Civil que terminó purgado por Stalin

Muchos periodistas extranjeros quisieron contar lo que estaba sucediendo en la Guerra Civil. El corresponsal Koltsov, uno de los hombres más poderosos de la URSS en España fue apresado, enjuiciado y ejecutado por orden de Stalin en 1940

Llegó a España a comienzos de agosto de 1936 como corresponsal del diario soviético Pravda. Hacía pocos días que había comenzado la Guerra Civil y por Madrid comenzaron a desfilar decenas de periodistas extranjeros que querían dar cuenta de lo que estaba ocurriendo. Pero Mijail Koltsov no era uno más: era el hombre fuerte de Stalin en un momento decisivo para la ayuda comunista a las fuerzas del Frente Popular

Pronto se convirtió en una figura temida y también reverenciada por los acólitos de quien ejercía el poder de facto en esa República que se creía abanderada de las libertades, pero en la que las luchas fratricidas eran aún más cruentas, que las que los enfrentaban a sus enemigos en las trincheras. Mijail Koltsov representaba el stalinismo puro, la voz oficial del comunismo dispuesta a exportar sus políticas totalitarias en Europa. No era el único de los reporteros rusos en Madrid. También estaba Ilia Ehrenburg, de Izvestia, pero el aura de superioridad que desprendía Koltsov era incomparable a cualquier otro ruso de su tiempo. Una firma cara, el periodista más afamado de Moscú que además colaboraba con los mandos de las Brigadas Internacionales, gracias, en parte, a su amistad con el general Lukács. 

Como fiel servidor del mantra comunista de «jerarquía, disciplina y organización», de él se esperaba mucho: tenía que controlar la propaganda, vigilar la censura y aplicar con rigor los métodos de eliminación política para los que había sido formado. Se le ha tachado de espía, de agente de la NKVD –la policía secreta de Stalin– y su nombre apunta también a la luctuosa masacre de Paracuellos en los primeros días del cerco sobre Madrid. Pero Koltsov lo tenía bastante claro. El enemigo no era solo el fascismo sino también –y sobre todo– los dirigentes políticos del POUM y las milicias anarquistas. Fiel y obediente. La línea dura del PC.

En ese Madrid del otoño de 1936, había muchos corresponsales extranjeros que, en aras de contar lo que estaba ocurriendo en España, vendían la idea del paraíso de la democracia. Estaban Henry Buckley corresponsal en The Daily Telegraph, Hebert Matthews del New York Times…pero ninguno de ellos llegó a tener la influencia política que en el primer año de Guerra Civil –crucial en la definición de los apoyos internacional que recibieron los bandos combatientes– llegó a acumular Mijail Koltsov. Había también cineastas rusos, «cameraman» como se decía en la época: Roman Karmen y Boris Makaseiev, los representantes de la productora oficial de noticiarios soviéticos Soiuzkinokronika rodaron durante estos meses las escenas con las que después produjeron en Moscú una serie de 22 números de noticiario, titulada Ksobitjan Ispanii 1936-37 (Los hechos de España 1936-37). Pero ellos también le debían pleitesía a Mijail Koltsov.

Portada de «Regards» con un artículo de Mijaíl KoltsovBiblioteca Nacional de España

Durante el tiempo que estuvo en España, Koltsov escribió sobre el asedio del Alcázar, la batalla de Guadalajara y el frente norte en Asturias y Bilbao en junio de 1937. Fue él quien, en entrevista al camarada Largo Caballero, entonces jefe del Gobierno de la República, le arrancó esas palabras en las que decía representar a «todas las fuerzas del pueblo, unidas en la defensa de la Patria contra el fascismo y sus cómplices» (Ahora, 16 septiembre 1936). Alardeaba en esa conversación, de lealtad a toda prueba. Koltsov escribió en Claridad y en el semanario francés de orientación comunista Regards. Ernest Hemingway, quien también estuvo en España como corresponsal de la agencia americana NANA, lo retrató en su novela Por quién doblan las campanas –ambientada en su experiencia en España durante estos años– como el personaje de Karkov, «el hombre más inteligente que he conocido», dice sobre el protagonista.

Pero Koltsov recibió orden de regresar a Moscú en noviembre de 1937. De su estancia en la península dejó la obra Diario de la guerra española, muy aplaudida por la crítica moscovita pues aún parecía disponer del favor oficial. Pero pocos meses después comenzaban las amenazas, las denuncias...Las acusaciones venían, al parecer, de André Marty, la máxima autoridad de las Brigadas Internacionales, con las que tanto había colaborado. De repente, Koltsov se había convertido en un anti-comunista sospechoso. Era un traidor acusado de trotskista por su amistad con André Malraux. En apenas unos días, el que había sido uno de los hombres más poderosos de la URSS en España fue apresado, enjuiciado y ejecutado por orden del propio Stalin en 1940.