La leyenda negra de Pedrarias Dávila, «el más maltratado de los hombres de la conquista» de Panamá
Los más importantes cronistas de las Indias señalaron la figura de Pedro Arias Dávila o Pedrarias con tintes negativos y pasaría a la historia por haber mandado ajusticiar a Vasco Núñez de Balboa
Hace 500 años, un 15 de septiembre de 1521, el emperador Carlos otorgó el título de ciudad a Panamá. Esa pequeña población había sido fundada dos años antes por Pedro Arias Dávila con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá. Fue la primera fundación europea en la costa del Pacífico y se cerraba un ciclo de la historia de la América hispana muy interesante. Pedrarias señaló los lugares donde irían los principales edificios y procedió a repartir tierras entre los 400 vecinos pioneros. Había conseguido un hecho señero porque con los años la ciudad fundada, trasladada de sitio más tarde, pero cuyas ruinas se pueden aun visitar, se convertiría en uno de los lugares más importantes de América y fue imprescindible para el tráfico de mercancías. Pedrarias Dávila, «el más maltratado de los hombres de la conquista» en expresión del historiador Pablo Álvarez Rubiano, logró su primer éxito. Todavía le quedaba fundar las ciudades de León y Granada en Nicaragua. Pero siempre acarrearía la fama de haber mandado ajusticiar a Vasco Núñez de Balboa.
Se cerraba el ciclo iniciado en 1514 cuando 18 barcos con más de dos mil hombres partieron de Sanlúcar de Barrameda hacia Tierra Firme. Hasta ahora la colonización americana se había limitado a Cuba y La Española. En el continente solo se habían producido algunas expediciones exploratorias y hubo que esperar hasta 1514 para que Cortés pisara en México. Esta flota de Indias, muy bien estudiada por la profesora Carmen Mena, produjo un gran revuelo primero en la Corte, después en Sevilla donde se ultimaron los preparativos y más tarde en Castilla del Oro (Panamá). En esa época existía en el continente la pequeña ciudad Santa María de la Antigua de Darién, fundada en la expedición de Ojeda y Nicuesa de 1508 y que estaba gobernada por Vasco Núñez de Balboa y donde habitaban personajes, como Francisco Pizarro, que llegarían a ser importantes. Era Balboa un hombre que estaba en buena relación con los indios, mandaba con tranquilidad y tenía una colonia próspera y sin escasez de alimentos. Deseaba, como todos los conquistadores, oro. Y tenía planes para atravesar el istmo y buscar otro mar que le llevara a la tierra de la canela o a lugares con mayor riqueza. Para que le hicieran más caso en la Corte, mandó noticias de grandes tesoros que no se correspondían con la realidad.
Los mensajeros de Balboa alertaron al rey de la necesidad de expandirse por el continente y llamaron a la codicia de los que estaban atentos a las noticias llegadas de América. Y se organizó la gran Armada de Castilla del Oro que comandaría Pedrarias. El más importante viaje hasta entonces que debería colonizar las tierras del Darién y abrir nuevos caminos. Pedro Arias Dávila era un hombre rico, bien posicionado, noble, que hipotecó sus riquezas con el afán de encontrar gloria y tesoros. Al llegar no supo continuar la obra de Balboa, su buena administración, su paz con los indios que convivían con los españoles y cultivaban tierras. No había calculado las verdaderas necesidades de los nuevos llegados. Se produjo una hambruna importante, surgió la corrupción de los cargos públicos y se extendió la enfermedad. Comenzaba así la particular leyenda negra de Pedrarias, que continúa hasta nuestra época, aunque ya hay historiadores que opinan que no era peor que otros y que su dureza en el gobierno fue similar a otras.
Pero tuvo Pedrarias dos circunstancias que perjudicaron su figura y su fama posterior. La primera fue que en la Armada viajaron tres de los más importantes cronistas de Indias del primer momento y que señalaron su figura con tintes negativos: Fernández de Oviedo, Pascual de Andagoya y el padre Las Casas. Sus escritos no solo fueron la fuente primaria más importante para estudiar al personaje sino que, a falta de elogios, señalaron su obra para siempre. El segundo hecho fue el ajusticiamiento injusto de Vasco Núñez de Balboa después de un juicio de residencia amañado en el que le achacaron alta traición y la muerte de Nicuesa. Pizarro lo detuvo en Acla, ciudad cuya fundación se le puede atribuir a Pedrarias.
No es que el personaje fuera un santo, ni tuviera una bondad elogiable. Era un hombre ambicioso, cruel como lo eran los que se jugaban la vida, hoy lo llamaríamos psicópata. Permitió a sus capitanes que hicieran expediciones donde se destruían las aldeas de los indios y se esclavizaba a sus habitantes. El relato de las mismas propició las primeras leyes para impedir esas conductas. Pero sabía con qué gente contaba: arribistas, veteranos de campañas de Italia, gente sin escrúpulos ni moral capaces de jugarse la vida cada día con tal de amasar una fortuna. Hombres con los que no cabía el pacto ni se imponía una ley que no se podía hacer cumplir. La autoridad dependía mucho de la tolerancia con esas malas conductas y Pedrarias dejó hacer más que hizo.
Con Balboa no tiene disculpa. Es cierto que el rey le había instruido contra él por las indicaciones de algunos personajes que llegaron a la Corte y hablaron mal del de Jerez de los Caballeros. Balboa respetó el nombramiento de Pedrarias aunque lo hubiera preferido para él, pero consiguió el de adelantado y montó una compañía para financiar la expedición que descubriría el Mar del Sur, el océano Pacífico. Balboa, el hombre que mantuvo la paz con los indios, el que llevó a Santa María de la Antigua a la prosperidad y la tranquilidad, el primero que recorrió las tierras del istmo, fue el primero en descubrir el nuevo mar, tal vez la salida hacia Oriente y Pedrarias no pudo soportar el honor que hubiera querido para él. No le fue difícil comprar testigos y amañar el juicio, luego lo haría a su favor en sus tomas de residencia.
Cerca de donde Balboa se metió en el mar para tomar posesión de él, Pedrarias fundó la ciudad de Panamá.