El Alto Karabaj o la primera guerra del fin del mundo
En el primer conflicto del Alto Karabaj se enfrentaron armenios contra azeríes, junto con los movimientos secesionistas de las repúblicas bálticas. Fue uno de los elementos que favoreció la desintegración de la Unión Soviética, en diciembre de 1991
La primera guerra tuvo lugar en el pequeño enclave étnico del Alto Karabaj, en idioma local Nagorno Karabaj, en la región sureste del Cáucaso. Se prolongó entre febrero de 1988 y mayo de 1994. Antes de esas fechas, Karabaj había acabado siendo una antigua provincia soviética poblada por armenios cristianos e inserta en la musulmana República de Azerbaiyán.
Independencia y guerra
En la década de 1980, cuando al sur de Armenia combatían el Irak de Saddam Hussein contra el Irán del imam Jomeini, los pobladores demandaron de forma pacífica la unificación con Armenia y la separación de Azerbaiyán. Era un largo resentimiento por las duras restricciones de las autoridades centrales, soviéticas y azeríes contra su cultura cristiana. Moscú razonaba que no existe unión territorial alguna, un corredor entre Nagorno Karabaj y Armenia, que posibilitase la reivindicación de unidad.
Los combates abiertos comenzaron cuando la asamblea del Alto Karabaj votó a favor de la unión con Armenia el 20 de febrero de 1988. Cuando el Gobierno de Azerbaiyán recobró su soberanía, antaño en Moscú, una de sus primeras medidas fue eliminar a la Administración provincial del Alto Karabaj. La población respondió votando masivamente la declaración de república independiente. Las fuerzas centrífugas liberadas por el colapso del estado soviético, a finales de la década, facilitaron un incremento de la violencia en la región entre azeríes y armenios, con acciones de limpieza étnica. Todos pidieron ayuda a la antigua potencia, a Rusia.
El papel ruso
Para los dirigentes rusos el análisis era simple. Había que optar entre Azerbaiyán y Armenia. Elegir una política a favor de los armenios rebeldes, contra el primero de los países era crear problemas con Irán y Turquía, perder el acceso a las orillas del Mar Caspio y muchas fuentes de energía. También era crear una «nueva Chechenia», aunque los azeríes no tenían el ardor guerrero de esos muyahidines.
La respuesta de Moscú, en 1989, fue entrar en Alto Karabaj para aplastar la revuelta. Los carros de combate y los helicópteros rusos apoyaron a los azeríes, que ejecutaron varias matanzas de armenios en Ganja y Sumgait. El paroxismo culminó, en enero de 1990, cuando una multitud azerí atacó y asesinó a armenios de Bakú, casi un cuarto de millón eran antes. Se conocen esas jornadas como «Enero negro».
El papel de la milicia rusa era ambiguo. «Los cuarteles de las tropas rusas estacionadas en la Transcaucasia se transformaron en enormes centros de alquiler de armamento y de soldados… Los rusos les vendían tanques a los azeríes y a nosotros, lanzacohetes con qué destruirlos», contaba un comandante armenio al periodista polaco Wojciech Jagielski.
Mediación y conflicto
La escalada de la violencia se aceleró a lo largo del invierno de 1992. La OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) fracasó en sus intentos de mediación. Fuerzas armenias capturaron regiones ajenas al enclave y derrotaron a los azeríes. Con la toma de Lachin, al sur del Alto Karabaj, ese año, los independentistas consiguieron un corredor hasta Armenia en su occidente. En el sur, el avance se detuvo en la ribera del río Araks, la otra orilla era el Azerbaiyán iraní. En la primavera de 1993, soldados armenios llegaron cerca de Ganja, una importante ciudad de Azerbaiyán. Samuel Babayán, un antiguo sargento del Ejército soviético, fue uno de los líderes guerrilleros armenios del Alto Karabaj. Se rodeó de una aureola de invencibilidad.
Para los armenios de Karabaj, la derrota equivalía al exterminio, luchaban por su existencia
Para 1994 los armenios del Alto Karabaj controlaban el territorio propio de la república y ocupaban otros ajenos, entre un 14 % y un 16 % del territorio de Azerbaiyán.
El presidente turco Ozal declaró irritado: «Si les tiraran un par de bombas a la cabeza a esos armenios, no tardarían en calmarse». Los refugiados azeríes entraban a millares en Irán, las autoridades de este país temían que los recién llegados soliviantaran a los muchos azeríes que viven en territorio persa.
La derrota para Azerbaiyán supuso un cambio de Gobierno; para los armenios de Karabaj, la derrota equivalía al exterminio, luchaban por su existencia. Pretendían internacionalizar el conflicto para que Occidente respondiera a su existencia. De forma sorpresiva, las hasta entonces víctimas armenias derrotaron a los azeríes. Un David de menos de tres millones de habitantes contra un Goliat de más de diez millones.
Hace poco más de un año, los nuevos combates forzaron a los armenios a entregar la región a Azerbaiyán, con los auspicios de Moscú y el apoyo de Ankara. David fue derrotado.
Armenia
El expansionismo de persas y turcos llevó a los armenios a buscar protección en los rusos. El martirio, el mito movilizador, es la brutal persecución turca. En la conciencia armenia está presente el recuerdo del primer cuarto del siglo XX, cuando más de dos millones de armenios vivían en Turquía. Tras las matanzas, quedó medio millón. Sólo en Trebisonda fueron asesinados 20.000 armenios. Muchos de ellos emigraron.
Armenia se considera parte de Europa aunque su localización en el Cáucaso meridional la sitúa en la frontera arbitraria entre Europa y Asia, una nación transcontinental. Es un estado constitucional secular, donde la fe cristiana es parte de su historia y de la identidad del pueblo armenio. Es miembro de más de 35 organizaciones internacionales, incluyendo las Naciones Unidas, el Consejo de Europa, la Organización Mundial del Comercio y la Organización de la Cooperación Económica del Mar Negro. Es uno de los integrantes de la Asociación para la Paz de la OTAN, así como de la alianza militar Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva. Es observador de la Comunidad Económica Eurasiática y del Movimiento de Países No Alineados.