Mondragón, uno de los más célebres héroes de los Tercios españoles
Sirvió en los Tercios durante 64 años, en los que ascendió desde soldado a gobernador y general de los Tercios. Sus hazañas le convirtieron en «el mejor soldado del mejor tercio de la infantería española»
Es difícil destacar uno entre tantos héroes como dieron los Tercios españoles. Hoy traemos aquí la figura de Cristóbal de Mondragón y Mercado (1514-1596), con más fortuna que otros pues de soldado llegó a general y gobernador.
Cristóbal de Mondragón nació en la tierra de su madre, Medina del Campo. La familia de su padre procedía de Mondragón, en Guipúzcoa. Se alistó al ejército de Carlos I de España en 1532. Fue militar en Flandes, Provenza, los principados alemanes y el Túnez musulmán.
La Liga Esmalcalda contra Carlos I de España
Los príncipes protestantes del Sacro Imperio Romano Germánico formaron la Liga de Esmalcalda, el nombre de la ciudad de Turingia donde se reunieron en el siglo XVI, en la que acordaron hostigar militarmente al emperador Carlos V.
Cristóbal de Mondragón formó como soldado en las filas del Tercio Viejo en la batalla de Mühlberg. Allí se retiraban los protestantes de la Liga de Esmalcalda y cruzaban un puente de barcazas sobre el vado del río Elba. Los protestantes se fortificaron en la otra orilla, quemaron barcas y acumularon artillería y mosquetes. No había puentes, pero sí plomo que arrasaba la orilla española. Mondragón se echó al agua con la espada entre los dientes y vadeó el río bajo las balas. Entre disparos y maldiciones, llegó a la ribera enemiga, matando, de entrada, a cinco germanos. Su ejemplo arrastró a su capitán que le siguió con nueve soldados. En la noche del 24 de abril de 1547 ese puñado de españoles se hacía hueco en la otra orilla y en la Historia.
Despejaron el terreno de enemigos y recuperaron pontones que permitieron el paso del ejército imperial español al mando del césar Carlos. Los luteranos huyeron derrotados. Sobre el campo de batalla, el emperador ascendía a alférez a Cristóbal de Mondragón, diciéndole ante todos: «sois el mejor soldado del mejor tercio de la infantería española».
Mondragón, una docena de años más tarde, también en abril, se convertía en coronel de valones del Tercio, a las órdenes de Sancho Dávila. Como gobernador de Damvillers, en Flandes, se enfrentaría a los insurrectos liderados por el príncipe Guillermo de Orange.
La Guerra de los Ochenta años
En la Guerra de los Ochenta Años, en la primavera de 1570, el Duque de Alba ordena a Mondragón la defensa de Amberes, de Middelburg y de Goes, ciudades sitiadas por los protestantes y los «mendigos del mar», justamente tachados de piratas.
Guillermo de Orange taponó las dos bocas del río Escalda, que baña Gante. Mondragón y Sancho Dávila, con 3.000 infantes, vadearon a contracorriente 15 kilómetros del gran río, en la noche del 20 de octubre de 1572, con el agua por encima del pecho. Llegaron a la isla de Zuid-Beveland donde sorprendieron y derrotaron a los 7.000 holandeses que sitiaban Goes. Así fue cómo tuvo noticia Felipe II del coronel Mondragón.
Al año siguiente, en mayo, Mondragón asalta y reconquista la isla de Tholen, 300 españoles contra 1.200 orangistas. En 1575, siendo gobernador de Gante, repitió hazaña y recuperó la isla de Schouwen. Un año después, conquistó Zierikzee, en medio del territorio protestante. Terminó la década tomando Limburgo y el castillo de Dalhem. Colaboró con Alejandro Farnesio en la conquista de Maastricht. Entonces regresó a España para informar a Felipe II.
En 1582 Mondragón ya era maestre de campo del Tercio Viejo, antes conocido como Tercio de Sicilia, aunque la tropa le seguía llamando «el coronel». Combatió en Gante contra el ejército del duque de Alençón y conquistó el castillo de Linquerque. El 4 de agosto de 1584, Mondragón tomaba Amberes. Había perdido 20 soldados, pero causado 1.600 bajas al enemigo. España volvía a dominar todo Flandes y Valonia.
En 1592, el Coronel reanudaba la lucha en Flandes. Con un ejército menguado, pues la mayoría combatía en tierras galas, asaltó los castillos de Verló y Turnahaut. A la muerte de Farnesio el nuevo gobernador de los Países Bajos, Pedro Ernesto de Mansfeld, antes de partir a Francia nombró a Mondragón capitán general del ejército del Brabante y maestre de campo del ejército de Flandes.
Último combate
En octubre de 1595, Mondragón combatió con Mauricio de Nassau a orillas del río Lippe. El espionaje español desbarató la emboscada que Nassau preparaba a los Tercios de su Católica Majestad. Allí murió bajo las picas españolas su primo Felipe de Nassau y el conde Ernesto de Nassau fue apresado por los Tercios de Mondragón. Derrotado, Mauricio huía a Holanda.
En diciembre, Mondragón se marchaba al Castillo de Amberes. Allí, octogenario, muere en la ventana ante sus soldados. Y entregó su alma a Dios el 4 de enero de 1596.
Había servido a los Tercios de España durante 64 años, ascendiendo desde soldado a gobernador y general de los Tercios. Merced a su talento como táctico consiguió unas victorias asombrosas al mando de la mejor infantería del mundo, en Flandes y los Países Bajos cuando el imperio de los Austrias estaba en declive en esta región. Mondragón ideó innovaciones militares, como aprovechar las mareas para cruzar los ríos y aprovechar el espionaje. Detuvo y retrasó el curso de la Historia, pero era humano y tuvo que sucumbir. Lope de Vega le eternizó en los versos de El Fénix de España.
A pesar de haber sido Mondragón un militar brillante, amado por sus Tercios, los jueces del Rey le negaron la solicitud de expediente de nobleza. Su espléndida carrera despertó demasiadas envidias. Algunos aborrecían a los héroes del pueblo en armas. Tampoco logró la castellanía de Amberes para su hijo y una capitanía de lanzas para su nieto. Su señor natural, Felipe II, no fue justo con él.