Día de la Inmaculada Concepción
El Milagro de Empel: cuando «Dios era español»
Tras hallar la imagen de la Inmaculada Concepción, el río Mosa se congeló y los españoles pudieron librarse del asedio neerlandés
Cada 8 de diciembre la Iglesia celebra la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. El dogma de fe según el cual la madre de Jesús fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, cuando comenzó su vida.
Dogma de fe
El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX, promulgó un documento llamado Ineffabilis Deus en el que estableció que la creencia en la Inmaculada Concepción era un dogma de fe. No obstante, el dogma ya era defendido desde antiguo en España. Desde los grandes reyes de la Reconquista, como Fernando III 'El Santo' y Jaime I 'El conquistador', pasando por Isabel 'la Católica' quien apoyó en 1484 a santa Beatriz de Silva, dama de corte de Isabel de Portugal, en la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción, como orden religiosa católica de clausura monástica. Después los forjadores del Imperio, como Carlos V y su hijo Felipe II fueron fieles caballeros defensores de la Inmaculada Concepción. La orden franciscana fue la gran impulsora del dogma por todo el orbe español, donde ciudades como Sevilla, la capital económica del imperio, juraría su compromiso en la defensa de la Concepción de María, Toda Pura, en 1615 como bien demostró para la posterioridad Bartolomé Esteban Murillo.
Pero aquella devoción será recompensada el 27 de Julio de 1892, cuando el Inspector General de Infantería D. Fernando Primo de Rivera, elevó al Ministerio de la Guerra –a petición de los jefes de los regimientos de Infantería– una moción para que se nombrara a la Inmaculada, Patrona del Arma, admitiéndose su padrinazgo oficial. La principal razón para obtenerla fue que ya era, desde 1760, patrona principal de España e Indias cuando Carlos III suplicó esa merced al papa Clemente XIII, quien se lo concedió por emisión de la bula Quantum Ornamenti. Para entonces muchas unidades de infantería ya la invocaban como patrona al igual que en muchas cofradías, en señal de la movilización que la sociedad española llevó a cabo para conseguir finalmente la concesión del dogma.
El Milagro de Empel
Uno de los hechos más asombrosos que se le atribuyen y que servirá de devoción entre el personal castrense será el Milagro de Empel. El hecho procede de cuando nuestros infantes se encontraban luchando contra los rebeldes holandeses adictos al calvinismo, mientras nuestras tropas mantenían la fe católica en Flandes junto a otros pueblos del imperio. El Tercio de Francisco de Bobadilla le fue encomendada la guarnición en la ciudad neerlandesa de Bonmel, en 1585. En aquella fría fecha los españoles fueron sitiados por fuerzas superiores holandesas, quienes desde sus embarcaciones impedían el abastecimiento de la población católica sitiada que defendían los españoles. La situación no era nada propicia para los españoles, ya que estaban esperando a que la mañana siguiente el ataque enemigo los masacrase. Sin embargo, en la noche del 7 de diciembre, un centinela del tercio encontró en una pequeña covacha de las fortificaciones una imagen de la Virgen Inmaculada, pintada en una tabla. Los católicos escondían las imágenes religiosas ante el furor iconoclasta de los calvinistas. Reunidos los oficiales de la unidad decidieron responder a los sitiadores que preferían la muerte al deshonor de la rendición. El tercio, bajo la dirección de su capellán de campaña y su maestre de campo, Francisco de Bobadilla, llevan la imagen de procesión hasta la iglesia del lugar orando ante ella por su esperado final. Aquella noche bajaron las temperaturas congelando las aguas que rodeaban la localidad, atrapando los barcos holandeses en el hielo. En la madrugada del 8 de diciembre, los infantes españoles organizaron una «descamisada» cruzando la superficie del río congelado. La incursión española sorprendió a los holandeses, que perdieron varios de sus buques y a muchos de sus hombres ante los aceros templados de los españoles. La imagen de la Inmaculada Concepción fue reconocida de inmediato como patrona de los tercios de Flandes.
Aquella victoria de las armas españolas fue causada, según los holandeses, a que «Dios era español». Desde aquel momento, la infantería española antes de cada combate se encomienda a su Madre y recuerda su pasado glorioso, en el que los españoles dedicados a las armas, todavía mantienen como lema «a España, servir hasta morir».
Aquel tercio era el que había liberado la ciudad de Amberes, la capital económica de los Países Bajos del sur, donde se mantenía la soberanía española. Su cercanía a la zona la convirtió en receptora de muchos fugitivos del campo protestante. Una de aquellas familias fue la de una viuda acompañada de su numerosa prole. Uno de aquellos niños que la acompañaban se convertirá en Pedro Pablo Rubens, el mayor pintor flamenco del imperio español.