La bomba atómica pakistaní sirvió de modelo para Corea del Norte
Qadeer Jan fue quien ideó la bomba atómica pakistaní y comenzó a vender a los norcoreanos los componentes y la asistencia técnica que les permitiría construir las centrifugadoras que ahora son parte fundamental del enriquecimiento de uranio de Corea del Norte
Pakistán, como otros países, también había comenzado, varios años después de la India su propio programa de investigación atómica. Así, en 1965 puso en marcha su primer reactor nuclear en Parr, en los alrededores de Rawalpindi.
El 24 de enero de 1972, tras la nueva derrota en la guerra contra India, el presidente Zulfikar Ali Bhutto de Pakistán ordenó iniciar el programa de armas nucleares. Ahí jugó un papel determinante el Dr. Abdul Qadeer Jan, un pakistaní nacido en la ciudad india de Bhopal. Lo que les hizo decidirse a hacerlo fue el programa atómico de la India, que consiguió su arma nuclear en 1974.
El 'padre' de la bomba atómica pakistaní
Tras la división de la antigua colonia británica, en 1952, Qadeer Jan partió con su familia hacia Pakistán, al igual que cientos de miles de musulmanes. Estudió ingeniería en la Universidad de Karachi. Y continuó su formación en Alemania Occidental y Holanda, logrando el doctorado en la universidad católica de Leuven, Bélgica.
En 1972, Qadeer Jan comenzó a trabajar para la empresa de ingeniería holandesa Physical Dynamics Research Laboratory (FDO), relacionada con el consorcio UNRECO, creado por Reino Unido, Holanda y Alemania para enriquecer uranio con destino a plantas de energía atómica. En la sede de UNRECO, situada en Holanda, utilizaban la técnica de centrifugado Zippe, declarada secreta debido a que puede ser empleada para forjar armamento nuclear.
El mismo año en que Qadeer Jan ingresó en la FDO, la primera ministra, Indira Gandhi, ordenó al Bhabha Atomic Research Centre que iniciaran el desarrollo de un arma nuclear india. En 1974, India hizo estallar un artefacto nuclear de 15 kilotones en Pokharán, a cien kilómetros de la frontera indo-pakistaní.
Como era de esperar, Pakistán se sintió amenazado ante el avance armamentístico de su vecino y rival. El primer ministro pakistaní, Zulfikar Ali Bhutto, pidió a Qadeer Jan que dirigiera el equipo destinado a dar vida a una bomba nuclear. Un año más tarde, en 1976, Jan dejaba Holanda con los secretos de UNRECO sobre el centrifugado de uranio debajo del brazo.
En 1983 un tribunal holandés condenó a Qadeer Jan en ausencia por estos actos. Aunque la sentencia sería más tarde desestimada debido a fallos técnicos en el procedimiento. Según declaró el antiguo primer ministro de Holanda, Ruud Lubbers, su país sabía que Jan robaba información de UNRECO, pero la CIA impidió la detención del ingeniero pakistaní. Otro dato llamativo fue que dos empresas privadas holandesas, proveedoras de UNRECO, vendieron material a Pakistán.
Hizo de la bomba atómica un negocio
A los cinco años de haber regresado, Qadeer Jan consiguió crear una planta para el enriquecimiento de uranio. Y, en 1998, Pakistán tuvo lista su primera bomba atómica. Jan fue saludado por sus compatriotas como un héroe. Pero ese honor no fue suficiente para este hombre, que montó un entramado para vender tecnología para crear bombas atómicas. En el entramado participaron firmas de Dubái y hombres de negocios europeos. Y entre sus clientes figuraron los gobiernos de Libia, Irán y Corea del Norte. La prueba nuclear llevada a cabo por la administración de Pyongyang no habría sido posible sin la colaboración de Qadeer Jan, cuya reputación se desmoronó cuando se descubrió su negocio.
Según los cálculos del Fondo Carnegie para la Paz Internacional y el Centro Stimson (EE.UU.), Pakistán, uno de los países que no firmaron el Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares de 1968, podría albergar hasta 350 ojivas en los próximos cinco años, ocupando la tercera posición en la lista de las potencias nucleares. Ahora se encuentra en el sexto, por detrás de Rusia, EE.UU., Francia, China y Reino Unido.
El programa nuclear pakistaní
La República Islámica no sólo se ocupó del uranio enriquecido sino también del plutonio. El Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional de EE.UU. informó de que Pakistán abrió su cuarta planta de plutonio en la localidad de Khushab en 2015.
«El gobierno de EE.UU. no solamente vigila el programa nuclear pakistaní. Se prepara para una catástrofe y trata de convencer a Islamabad de que deje de invertir en la expansión de su programa», escribe DePetris, experto de la empresa de consultoría estratégica Wikistrat, Inc.
Washington está preocupado por el hecho de que las armas atómicas de Pakistán puedan quedarse fuera de control y amenazar los intereses norteamericanos: ya sea un grupo terrorista que robe el material termonuclear, extremistas que se infiltren en el Ejército pakistaní o una escalada de violencia entre Pakistán y la India.
La preocupación de Washington se evidenció en, 2010, según los documentos filtrados por WikiLeaks. En una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, en el año 2009, Ellen Tauscher, entonces subsecretaria para el control de armas de EE.UU., solicitó el apoyo chino para persuadir a Islamabad de aplicar el tratado de reducción de materiales fisibles.
El enriquecimiento de uranio por parte de Islamabad llevó a Washington a imponer sanciones contra Pakistán para que detuviera su programa nuclear. En 1998 el presidente Bill Clinton impuso restricciones que paralizaban cualquier ayuda a Pakistán, después de que esta nación realizara una prueba nuclear, dos semanas después de que la India hiciera lo mismo, a la que también sancionó. Las sanciones amenazaban con cuantiosas multas a empresas de todo el planeta que violaban el control de Washington sobre la exportación de armamento.
La situación cambió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, cuando el país del presidente Bush obtuvo el apoyo de Islamabad en la lucha contra Al Qaeda.
Desde que India y Pakistán tienen la bomba atómica no se han producido más guerras entre ellos.