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Batalla de Gettysburg 1863

Guerra de Secesión

Norte frente a Sur: mucho más que la cuestión esclavista

Fue la secesión de siete estados del Sur, a los que se sumarían varios más, la que provocó la ruptura de los nacientes Estados Unidos, la guerra vino después, cuando los motivos económicos enfrentarían dos modos de vida

Parece que eso tampoco nos lo han contado bien. Desde el cine a las novelas, han vendido la idea de que la Guerra Civil Americana (1861-1865), fue consecuencia del problema de la esclavitud y de las ansias liberadoras del Norte. La leyenda difundida por los vencedores. Pero pocas veces nos han dicho que fue la secesión de siete estados del Sur, a los que se sumarían varios más, la que provocó la ruptura de los nacientes Estados Unidos: la guerra vino después, cuando los motivos económicos derivados de la revolución industrial y de los nuevos sistemas de producción, enfrentarían dos modos de vida cuya dicotomía instrumentó la emancipación de los esclavos como bandera de la democracia. 

La abolición de la esclavitud era mayoritariamente un asunto secundario que no entró en liza hasta comenzada la guerra

La Unión, libre e igualitaria, frente a la Confederación, opresora y servil. Apenas una década antes, su joven Ejército había luchado unido en México por la independencia de Texas. Entonces, ¿qué pasaba ahora? Muchas veces nos olvidamos que a mediados del siglo XIX la cuestión de la esclavitud no se planteaba bajo una perspectiva ética, sino que era –pese a los movimientos abolicionistas en marcha– una práctica asimilada en las sociedades modernas. Lo de los Derechos Humanos no estaba aún en el discurso, ni siquiera la posibilidad de que el Congreso declarase la igualdad ante la Ley. Es cierto que La cabaña del tío Tom, se había publicado por entregas en el periódico The National Era, apenas diez años antes del inicio de la guerra y que su éxito había sido extraordinario. Pero también lo es que la abolición de la esclavitud era, mayoritariamente, un asunto secundario que no entró en liza hasta comenzada la guerra. 

Hombres, mujeres y niños trabajan en una plantación de algodón alrededor de 1850

Cuesta entenderlo porque, ¿cómo podía un país que defendía su legitimidad a existir con la igualdad como principio básico, perpetuar la práctica de la esclavitud?, ¿era aquello un primer debate para cuestionar el modelo federal?, ¿invocar el viejo derecho a la secesión? Conviene también contextualizarlo en su tiempo: en Europa, en esos días, se habían producido los movimientos revolucionarios y las grandes unificaciones estaban en marcha. La visión que se daba de lo que estaba ocurriendo en «el más floreciente país de América» distaba mucho de lo que hoy se nos dice de quienes levantaron la bandera de la esclavitud como argumento moral para legitimarse.

La realidad es que las causas eran esencialmente económicas y políticas

Sin embargo, es más sencillo simplificar las génesis históricas en modelos planos: el bien contra el mal. Sin aristas. Los buenos y los malos. Como las películas de indios y vaqueros de John Ford. Hasta Lo que el viento se llevó, con los melindrosos Ashley y Melita, destila sutileza al respecto. Pero la realidad es que las causas eran esencialmente económicas y políticas. 

En 1863, el Ejército de la Unión aceptó libertos. Aquí se ven soldados adolescentes blancos y negros

El Norte, de mayoría Republicana, quería establecer una banca centralizada y reglas proteccionistas que podían resultar calamitosas para el mundo agrario. El Sur vería grabados los bienes que importaba del exterior y no podría colocar sus productos propios. ¿Cómo afrontar esto? Pero la Unión tampoco podía competir con la mano de obra esclava que trabajaba en el Sur. Y el resto vino después: un Abraham Lincoln erigido como la representación viva «de esa idea en cuya defensa se está derramando tanta sangre en el continente americano» según leemos en los semanarios de la época. El presidente abolicionista que, tras su segunda reelección –casi paralela a la toma de Richmond que determinaría el final de la guerra– moría víctima de un fatal atentado al grito de «así siempre con los tiranos». Recordemos, además, que en la mentalidad del primigenio republicanismo americano pesaba también la idea de que terminar con la esclavitud significaba que el esclavo pasaba a ser trabajador; es decir, dueño de su propio trabajo, en una posición claramente revolucionaria en aquel periodo. 

El propio Karl Marx escribía por entonces con cierta regularidad en The New York Tribune el periódico más influyente para el mundo intelectual en los aún jóvenes Estados Unidos. Y de eso, también cuentan poco en las películas que nos acercan al protagonista. Lo de la decimotercera enmienda a la Constitución fue quizá, y solo, la consecuencia más inmediata de lo que estaba siendo la guerra más sangrienta de la corta historia de los Estados Unidos. Gettysburg (Pensilvania) en 1863, es una prueba. También la formación del 54 regimiento de Massachusetts compuesto de soldados afroamericanos huidos del sur y hombres negros completamente libres. Pero, entonces ¿por qué se luchaba? Con tanta simplificación a veces se olvidan de contar que Hattie McDaniel, la genial Mammy de la señorita Escarlata –primera actriz de color en ganar un Oscar en 1940– no pudo entrar a la ceremonia por la puerta grande junto al resto del reparto. Eran días de segregación racial, aunque había pasado casi un siglo de la supuesta guerra por la igualdad. Entonces, ¿qué nos están contando?