
La batalla de Guadalete, de Salvador Martínez Cubells
Primera parte
Al Ándalus y la Reconquista, parte I: las tres grandes invasiones musulmanas
El pasado noviembre el emir de Al Qaida, Ayman Al Zawahiri, exponía en un largo vídeo sus exigencias en relación con las tierras que en otro tiempo estaban fertilizadas por el islam acordándose de España, entre otros países, para reforzar sus argumentos reivindicatorios
Se entiende vulgarmente por Ándalus el escenario de dominio musulmán en buena parte de la Península Ibérica durante alrededor de ocho siglos.
Al ser un período temporal tan extenso nuestra aproximación se realiza extrayendo datos que permiten tanto una comprensión de lo que significó como una evocación de lo que los islamistas radicales interpretan a su manera para reforzar sus argumentos reivindicatorios.
En esa línea destacaremos las tres grandes invasiones musulmanas producidas –la inicial de 711, la almorávide del siglo X y la almohade del siglo XII, a la que habría que añadir una cuarta, fallida, de los benimerines (siglo XIV)– y la dinámica de la Reconquista o Restauratio Hispaniae. Esta última es el esfuerzo cristiano temprano para devolver el territorio rápidamente conquistado al estatus anterior a la invasión de 711, es decir, a la Hispania visigoda.
Los islamistas radicales aspiran a recuperar toda tierra que haya sido fecundada en algún momento por el islam. Ello, unido al simbolismo de Al Ándalus y a la posible debilidad que en algunos momentos los islamistas radicales hayan detectado o puedan detectar de nuestra parte convierte a este tema en motivo justificado de preocupación para nuestra seguridad.Preámbulo a la segunda invasión
El 28 de abril del 711 entre 7.000 y 9.000 árabes y bereberes islamizados liderados por Tarik Ibn Ziyad cruzaban el Estrecho iniciando la invasión de la Península y derrotando al Rey visigodo don Rodrigo en la batalla del Guadalete. Tarik Ibn Ziyad era lugarteniente del gobernador de Tánger, Musa Ibn Nusair, y aprovechó enfrentamientos internos entre visigodos para invadir la «tierra de los vándalos». Entre 711 y 720 los invasores tomaban las poblaciones más importantes de la España visigoda. Toledo, principal sede eclesiástica, fue tomada el mismo 711 y en 716 rematan la conquista de la Tarraconense poniendo fin al reino visigodo. Muchos fugitivos de la Tarraconense se refugiaron al otro lado de los Pirineos desde donde mantendrían su resistencia contra los musulmanes a partir de la denominada «Marca Hispánica».
En el noroeste de la Península nacería en 718 el reino de Asturias donde don Pelayo, al negarse a pagar impuestos a los musulmanes, marcaría el arranque de la Reconquista. Su primera victoria contra los musulmanes llegaría en 722 con la batalla de Covadonga. En 732, en Poitiers, Carlos Martel frenaba el avance musulmán y evitaba que el Reino de los Francos fuera asimilado al concepto de Al Ándalus.
Hostigados desde el norte, los musulmanes irán afianzando su presencia en el territorio. En 756, Abderramán I fundaba el emirato de Córdoba e iniciaba la construcción de la Gran Mezquita sobre las ruinas de la basílica visigoda de San Vicente Mártir. En 796 se empezaba a construir el Alcázar de Toledo.
En 929 se proclamaba el Califato en Córdoba y en 936 se construía Medina Azahara, ya en tiempos de Abderramán III. Entre 961 y 976, bajo el reinado de Al Hakam II, se construyó la parte más noble de la Mezquita mientras dicho califa hacía frente a los ataques de cristianos y de normandos apoyándose el Almanzor. Este último tomaba en 997 Santiago, y moriría cinco años después, en 1002.
El siglo XI estará marcado por la agudización de las divisiones internas en Al Ándalus, con fechas emblemáticas como el fin del Califato de Córdoba, en 1031, y la proliferación de los reinos de taifas que favorecerán el avance de la Reconquista. La taifa de Toledo se creó en 1043 y perduró hasta 1075. Su debilitamiento permitió a Alfonso VI, rey de León, tomar la ciudad el 25 de mayo de 1085. Tan simbólica derrota estimularía la segunda invasión musulmana.
La invasión almorávide
Procedentes del Magreb y de sus confines sahelianos los almorávides invadían la Península y provocaban la importante derrota cristiana de Sagrajas (Badajoz, 1086), o Zalaca para los yihadistas salafistas del Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes que ensangrientan el Sahel, hoy bajo su estandarte, con tan evocador nombre. Venían a derrotar a los cristianos y a enderezar a los musulmanes andalusíes que con las taifas no hacían sino mostrar su debilidad. En su esfuerzo militar ocupaban Sevilla en 1090, y sus victorias y su afán unificador son evocados hoy por los yihadistas que pretenden recrear tales victorias de otrora.
Pero el esfuerzo de la Reconquista era imparable: El Cid tomaba Valencia en 1094, y en 1097 los almorávides eran derrotados en Bairén, (Gandía). Cuando El Cid muere, el 10 de julio de 1099, lo hace cinco días antes de que el 15 de julio Godofredo de Bouillon tomara Jerusalén culminando la Cruzada lanzada en 1095 por el Papa Urbano II. Las tomas de Valencia y de Jerusalén daban un respiro a la entonces doble amenaza a la Cristiandad: la almorávide desde el sur y la fatimí y selyúcida que, por el este, amenazaba Bizancio.
Aunque los cristianos sufrieron una dura derrota el 30 de mayo de 1108 a manos de los almorávides en Uclés, su empuje continuaría con victorias en Cáceres (1165) y Teruel (1169). Tantas derrotas llevarían a la tercera invasión musulmana.
[Continúa en Al-Ándalus y la Reconquista, parte II]