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La rendición de Granada, obra de Francisco Pradilla

Segunda parte

La Reconquista y la toma de Granada: la caída del último enclave musulmán de Europa

Se cumplen 531 años de la Guerra de Granada que culminaría con la toma de la ciudad por los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492

Desde 1172 los almohades, procedentes del Magreb como los almorávides, intentaron alcanzar los objetivos no logrados por sus predecesores. Bien asentados en Sevilla construirían entre 1184 y 1198, la actual Giralda, y el 18 de julio de 1195 provocaron una gran derrota a Alfonso VIII en Alarcos que los islamistas radicales evocan hoy en su propaganda.

La invasión almohade y la consolidación de la Reconquista

Pero como la Reconquista seguía imparable en 1211 el cuarto califa del Imperio Almohade, Mohamed Al Nasir (nuestro Miramamolín), declaraba el Yihad contra los cristianos y enviaba sus tropas con él al frente. Sería frenado por el primer gran esfuerzo cristiano con categoría de Cruzada en Al Ándalus: Alfonso VIII de Castilla conseguía tal declaración del Papa Inocencio III para lo que desembocaría en la batalla de Las Navas de Tolosa. El 16 de julio de 1212 fuerzas de Alfonso VIII, de Sancho VII El Fuerte de Navarra y de Pedro II de Aragón derrotaban a Mohammed Al Nasir. Este huyó a Rabat, abdicó en su hijo y murió en 1213 marcando el declive de la dinastía almohade.

Sería frenado por el primer gran esfuerzo cristiano con categoría de Cruzada en Al Ándalus

El resto del siglo XIII siguió consolidándose la Reconquista con hitos como Córdoba (1236), Valencia (1238), Murcia (1243) o Sevilla (1248). En 1292 los benimerines, otro actor norteafricano, iniciaron una importante empresa militar que fue abortada por el rey Sancho IV en Tarifa.

La recta final de Al Ándalus: la derrota del Reino Nazarí de Granada

Entre los siglos XIV y XV el Reino Nazarí de Granada sería el escenario central, y residual, de Al Ándalus. En 1309 los cristianos recuperaban Almería y el Peñón de Gibraltar, y en 1347 se libraba una de las grandes batallas de la Reconquista, la del Salado, cerca de Tarifa El ejército castellano-portugués liderado por Alfonso XI de Castilla y por Alfonso IV de Portugal se impuso al combinado de benimerines y nazaríes. Habiendo culminado la Reconquista antes que los demás reinos peninsulares el rey Juan I de Portugal reconquistó Ceuta en 1415.

Con la toma de Constantinopla por el sultán otomano Mehmet II el 29 de mayo de 1453, seguida de otras conquistas musulmanas como Atenas (1456) y Trebisonda (1461), se hacía evidente la necesidad de culminar la Reconquista en la parte occidental del Mediterráneo. Se produjeron avances con las tomas de Murcia (1458), Baeza (1470) o Málaga (1478), y en 1480, en el mismo año en el que los otomanos penetraban por el sur de la península italiana, se iniciaba la Guerra de Granada que culminaría con la toma de la ciudad por los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.

Representación de la Batalla de Lepanto

Las conquistas españolas de Orán (1509) y de Bujía y Trípoli (1510) o la batalla de Lepanto (1571) ilustran sobre el intento de defensa avanzada frente al enemigo exterior liderado por el Imperio Otomano, y las rebeliones de las Alpujarras, la primera la de 1568-1571 y la segunda que dio paso a la expulsión de los moriscos decretada por Felipe III en 1609, serían efectos posteriores al período central aquí explicado. Los tiras y aflojas aquí descritos fueron claves para llevarnos adonde hoy estamos, y deben de ser historia asumida sin complejos, pero lo que verdaderamente nos pone en peligro es no solo la persistente instrumentalización que los islamistas hacen de todo ese legado sino, sobre todo, el despiste o a veces la mala intención de aquellos que, entre nosotros, bien se avergüenzan de la Reconquista o bien idealizan, a veces incluso más que los propios islamistas, ese largo período de nuestra historia.

El pasado 24 de noviembre de 2021, el emir de Al Qaida, Ayman Al Zawahiri, exponía en un largo vídeo sus exigencias en relación con las tierras que en otro tiempo estaban fertilizadas por el Islam acordándose no solo de nosotros, sino también de China por el Xinjiang, de India por Cachemira o de Israel por Palestina, bueno es que buceemos en la historia para afianzar nuestra posición, evitar despistes y prevenir amenazas.