Las batallas de Somorrostro, pioneras en la construcción de trincheras y el uso de armamento moderno
Las primeras acciones carlistas se iniciaron en enero de 1874. En ese mes se rindieron las plazas fortificadas de Portugalete, Luchana y Desierto, aislando totalmente la capital de la provincia y apoderándose de gran cantidad de armas y piezas de artillería
El 15 de febrero de 1874 la brigada liberal Blanco salió de Castro Urdiales con los batallones de Barbastro, Puerto Rico y África, una batería de montaña y dos compañías de Ingenieros. El motivo de aquel movimiento de tropas era defender la posición conocida como de El Cuadro, encima de Ontón (Santander). Allí ya se encontraba el general carlista Andéchaga con el batallón de Arratia, el de Cazadores de Palencia y dos compañías de Encartados. La ventaja que tuvo el Ejército carlista en El Cuadro no fue aprovechada por Andéchaga. Como escribió Reynaldo Brea:
«Si el general Andéchaga hubiera tomado con más empeño la defensa de Saltacaballo, como se lo indicó oportunamente su ilustrado jefe de E. M. el coronel Argüelles, así como las posiciones que abandonó al retirarse a Montaño y San Pedro de Abanto, los combates se hubieran dado con mejor éxito seguramente, y al enemigo le habría costado mucha gente el forzar las primeras posiciones de que pudo hacerse dueño sin disparar un tiro».
La línea defensiva del Ejército carlista
Una vez finalizada la acción de El Cuadro, el Ejército carlista formó una línea defensiva a cargo del comandante general de Navarra Nicolás Ollo y Teodoro Rada. Esta línea de Somorrostro concentraría las grandes batallas de aquel año en el Norte de España. La primera línea se formó de la siguiente manera. Las fuerzas comandadas por el coronel Ormaeche se subdividieron en dos: el batallón de Arratia se alojó en Sanfuentes, y las dos compañías vizcaínas Ciérvana. Bajo las órdenes del coronel Álvarez y Cacho de Herrera, el 4º de Álava se alojó en San Pedro de Abanto, y el 3º de Álava en Santa Juliana y Nocedal. El 1º de Castilla, a las órdenes del coronel Tomás Zaratiegui, se albergó en Ortuella, mientras que el 2º se situó en la estación de ferrocarril del mismo pueblo. Bajo el mando del coronel Sáez de Inestrilla, el 1º de Álava estaba en Las Cortes, y el 8º de Guipúzcoa en las posiciones del ferrocarril. Bajo el mando del brigadier Bérriz, el 7º de Guipúzcoa estaba en Memerca y el 3º de Guipúzcoa en Pucheta.
La segunda línea carlista estaba formada por tres batallones a las órdenes del brigadier Rada, el 1º y 6º de Navarra en Santurce, y el 2º de Navarra en San Salvador del Valle. En el momento del ataque, estos batallones tenían que acudir, en situación de reserva, al pueblo de Sanfuentes. Lizárraga había situado en 4º de Navarra en Sestao, el 4º de Guipúzcoa en Cabreces, el 5º de Navarra en Tropaga y Zaballa, y el 1º de Aragón en Burceña. De sonar la alarma, dos batallones debían ocupar las alturas del Escuerto y otros dos las de la Cerrada.
Mientras el Ejército carlista se situaba tácticamente, el Ejército gubernamental, al mando del general Moriones, marchó hacia Santander. Su objetivo era romper el cerco sobre Bilbao. La plaza de Bilbao, antes de ser sitiada por los carlistas, estaba comandada por el mariscal de campo Ignacio María del Castillo, al mando de unos 4.000 hombres y 40 cañones.
La primera contienda
La primera batalla se produjo entre los días 24 y 25 de febrero de 1874. Las tropas gubernamentales de Moriones estaban formadas por 26 batallones, cuatro compañías de ingenieros, dos baterías de montaña, dos de a 10 centímetros, uno de a ocho, y otra sección del mismo calibre. En total 28 piezas de artillerías y 11.000 soldados. Por parte del Ejército carlista se concentraros 27 batallones.
El Ejército carlista ocupó la línea de derecha a izquierda, partiendo de Serantes, los barrios de San Mames, El Valle, La Cuesta, Cardeo, El Montaño con el barrio de Murrieta y en su falda oriental San Pedro de Abanto, la carretera de Castro Urdiales a Bilbao por Somorrostro, Santa Juliana, Pucheia, Las Carreras, San Martín, Santelices y Memerca.
En Mantrés, el 6º y 1º de Navarra, con cuatro compañías del 4º de Navarra y el 4º de Guipúzcoa tenían controlada la brigada del Cortijo. La brigada Minguella intentó apoderarse del pico de Mantrés, pero fue contraatacado por las fuerzas nombradas anteriormente. Minguella fue herido y la brigada se retiró. A las cuatro de la tarde el general Moriones se dio cuenta que ya nada se podía hacer. Así pues, decidió la retirar de sus fuerzas, estableciendo su cuartel general en La Rigada. Desde allí, la noche del 25 de febrero de 1874 mandó el siguiente telegrama:
«El Ejército no ha podido forzar los reductos y trincheras de San Pedro de Abanto y su línea. Es urgentísimo vengan refuerzos y otro general a encargarse del mando. Se han inutilizado, haciendo fuego, seis piezas de 10 centímetros. Conservo las posiciones de Somorrostro y comunicaciones de Castro».
El Ejército carlista ganó, poniéndose de manifiesto que si bien la artillería carlista era inferior a la gubernamental, no así la infantería, la cual demostró su gran valor, su capacidad de maniobra, su instrucción y su imponderable arrojo frente al enemigo. El Ejército carlista tuvo, según el parte oficial, 87 muertos y 331 heridos, mientras que bajas del Ejército gubernamental ascendieron a 2.000. Como escribe Jaime del Burgo:
«La derrota causó sensación en toda España, nombrándose general en jefe del Ejército del Norte al presidente del poder ejecutivo Francisco Serrano, duque de la Torre».