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Caballeros templarios

La maldición del último Gran Maestre de la Orden del Temple, que acabó con la dinastía de los Capetos en Francia

Jacques de Molay fue acusado de herejía y llevado a la hoguera. Unos instantes antes de morir profirió una maldición para aquellos que provocaron su muerte

Jacques Bernard de Molay nació en Borgoña entre 1243 y 1244. Era hijo de Jean de Molay, señor de Lonuy, y de Rahon. En 1265 se unió a la Orden en Beaune. Permaneció como caballero hasta 1293, cuando fue nombrado 23º Gran Maestre de la Orden del Temple. Entre los años 1293 y 1305 organizó expediciones contra el Imperio Otomano. En 1298 consiguió entrar en Jerusalén y derrotó al sultán egipcio Mahj Nacer, en 1299. Al año siguiente organizó una expedición a Alejandría.

Jacques Bernard de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple

¿Por qué Felipe IV quiso acabar con la orden del Temple? El motivo fue doble: económico y de poder. Francia estaba endeudada con la Orden del Temple como consecuencia del préstamo que le pidió Luis IX, abuelo de Felipe IV, para pagar su rescate tras ser capturado en la séptima Cruzada. Además, el Rey deseaba tener poder absoluto. Esto significaba que quería reducir el poder de la Iglesia en Francia. Ante la negativa de Jacques de Molay de fusionar las órdenes militares bajo un único rey, conocido el proyecto como Rex Bellator e impulsado por Ramón Llull, el final de la Orden era cuestión de tiempo.

A pesar de la deuda y su interés por dominar la Iglesia, hay otra causa más consistente en Felipe IV para destruir el Temple. Cuando en 1305 falleció su esposa, Juana I de Navarra, el rey francés pidió entrar en la Orden del Temple. Su petición no fue aceptada. Al suceder esto Felipe IV decidió acusarlos de herejes para destruirlos. La negativa del Temple supuso su fin.

El papa no estuvo convencido de la culpabilidad de la Orden

Clemente V fue nombrado papa gracias a Felipe IV. En pocas palabras, el papa le debía obediencia al rey francés. Tras el arresto de todos los templarios que había en territorio francés, el 13 de octubre del 1307, y su posterior confesión de herejía, Clemente V promulgó la bula Pastoralis praeminen, en la cual se decretaba la detención de todos los templarios en territorios cristianos. En el concilio de Vienne (1311-1312) se promulgó la bula Vox in excelso en la cual se suprimía la Orden del Temple.

Concilio de Vienne

En agosto de 1308 el Papa Clemente V escribió lo que se conoce como pergamino de Chinon. Es un documento con poca influencia histórica, pero en él se demuestra que el Papa tuvo la intención de absolver a Molay y a los otros Caballeros Templarios de las acusaciones de la Inquisición, pero debido a las presiones recibidas por parte de los reyes de la Cristiandad –en concreto de Felipe IV–, al final lo llevaron a no publicar oficialmente dicho pergamino.

En el pergamino se demuestra que el Papa no estuvo convencido de la culpabilidad de la Orden; que absolvió a todos los templarios después de ser ajusticiados o quemados vivos; que la orden nunca fue condenada sino disuelta; que el Papa no creyó las acusaciones de herejía, por eso permitió a los templarios ajusticiados recibir los Sacramentos; que el Papa negó las acusaciones de traición, herejía y sodomía; que el proceso fue un sacrificio para evitar un cisma en la Iglesia Católica.

La maldición de Jacques de Molay

Un complot organizado por Felipe IV de Francia, con la ayuda de Beltrán de Goth –el Papa Clemente V– permitió que Jacques de Molay fuera detenido en 1307 bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría. Llegó a reconocer todos estos delitos bajo tortura. Eso sí, posteriormente se retractó de lo expresado y se declaró inocente. Mientras era quemado vivo, el 18 de marzo de 1314, volvió a retractarse de todo aquello que se le obligó a declarar y proclamo la inocencia de la Orden del Temple. En aquellos momentos profirió una maldición contra aquellos que le habían llevado al patíbulo.

Detalle de una miniatura de la quema del Gran Maestre de los Templarios de las Crónicas de Francia

Segundos antes de morir quemado vivo frente a la Catedral de Notre Dame de París exclamó «Dieu vengera notre mort!» Aquellas palabras provocaron escalofríos en los presentes. ¿Se cumplió la maldición de Jacques de Molay?

El Papa Clemente V murió de diarrea, como consecuencia de un cáncer de píloro –válvula inferior que conecta el estómago con el duodeno–. El óbito se produjo la noche del 19 al 20 de abril de 1314, antes de los 40 días que predijo Jacques de Molay. Según las crónicas, el asco que produjo a sus asistentes el cadáver del Papa provocó que permaneciera abandonado y desnudo toda la noche. Durante el duelo del cadáver cayó una vela encima del catafalco y una parte del cadáver quedo carbonizado.

Por lo que respecta a Felipe IV, su muerte se produjo por un accidente de caza al caerse del caballo. La causa fue fiebre y gangrena. El óbito tuvo lugar el 29 de septiembre de 1314, seis meses después de la muerte de Jacques de Molay. Según se dice el olor que desprendían sus llagas era tal que resultaba repugnante y nauseabundo acercarse a su lecho de muerte.

¿La maldición de Jacques de Molay acabó aquí? No. A la muerte de Felipe IV heredó el trono de Francia su hijo Luis X. Este falleció el 5 de junio de 1316. Su mujer estaba embarazada. Al cabo de cinco meses, el 14 de noviembre de 1316 nació un niño varón llamado Juan. Este falleció a los cinco días. Su única hija, Juana, por la ley sálica, no pudo heredar la corona de Francia. A Luis lo sucedió su hermano Felipe V. Este falleció el 3 de enero de 1322 sin hijos varones vivos. Tuvo dos, Felipe y Luis Felipe, que vivieron ocho y un año, respectivamente. A Felipe le sucedió su hermano Carlos IV. Este falleció el 1 de febrero de 1328, sin descendencia varonil.

Teniendo en cuenta lo explicado, con la muerte de Carlos IV se extinguió la línea directa de la dinastía de los Capetos. Al heredar el trono de Francia Felipe VI, sobrino de Felipe IV, recayó el destino de Francia en la dinastía Valois.