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Bombardeo de la ciudad de Tiro, sur de Líbano, 2006

La Guerra del 2006, Israel y Hezbollah cara a cara

El 14 de agosto, después de varios intentos fallidos, se logró poner fin a la guerra y firmar un acuerdo de intercambio de prisioneros

En 2006 Israel y Hezbollah se enfrentaron abiertamente en una guerra corta, pero determinante para el futuro de la región y de la milicia chiita libanesa. Antes de leer el resultado militar y político veamos los antecedentes de este conflicto.

Antecedentes al conflicto

En primer lugar, debemos remontarnos al año 2000 cuando Ehud Barak después de intensas negociaciones internacionales retiró a sus soldados del sur del Líbano (donde llevaban desde 1982) y la zona pasó a estar bajo control libanés. Hezbollah publicó un nuevo manifiesto en 2004 con la cual refundaba el partido-milicia sin cambiar sus objetivos regionales, pero pasaban del jomeinismo de los 80/90 a la defensa de una república secular libanesa abriendo las puertas de la milicia a otras minorías, especialmente los cristianos antaño aliados de Israel.

Al mismo tiempo en Palestina acababa la segunda intifada. En 2005 Ariel Sharon ordenaba la retirada unilateral de la Franja de Gaza y el desmantelamiento de las colonias sometiendo a los gazatíes a un estado de sitio hasta hoy. En el año 2006 Hamás ganó las elecciones legislativas, lo que produjo grandes tensiones entre Fatah y Hamás que se enfrentaron en una guerra civil en la cual cada uno logró su esfera de influencia: Fatah mantuvo el control de Cisjordania, convertida en una serie de bantustanes y Hamás se quedaba en la Franja de Gaza bajo estado de sitio.

Un error de cálculos 

La situación cambió cuando tropas israelíes fueron emboscadas por Hezbollah. El gobierno de Israel aseguró que Hezbollah había emboscado a sus soldados cuando patrullaban la frontera, pero la versión libanesa era diferente. Los soldados fueron emboscados en Ayta Ash Shab, dentro del territorio libanés.

Lugar de captura de los dos soldados israelíes secuestrados según mapas de las Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano dependiente de la ONU

Hezbollah asaltó a las fuerzas israelíes y el resultado del choque fue de tres soldados muertos, tres heridos y dos capturados. Más tarde un merkava incursionó de nuevo en territorio libanés, pero fueron repelidos cuando una bomba libanesa estalló y mató a los cuatro tanquistas. Israel no dudó en acudir a la ONU con apoyo de Estados Unidos y preparar una campaña militar de castigo contra el Líbano.

La guerra iba a ser una campaña restringida contra Hezbollah, pero las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) calcularon mal. Los informes de inteligencia militar decían que Hezbollah era un grupo con baja capacidad operativa, poco entrenamiento, material anticuado, pocos integrantes y casi sin apoyo social cuando en realidad era todo lo contrario.

34 días en guerra

Israel inició una campaña de fuego aéreo cuyo objetivo era atacar selectivamente puntos estratégicos de Hezbollah y del ejército libanés. Al mismo tiempo Hezbollah lanzó su artillería y sus misiles provocando graves daños en Haifa y en todo el norte de Israel tanto en infraestructura civil como militar. Nasrallah, el secretario general de Hezbollah, en mensajes televisados, aseguró que podrían llevar a cabo una guerra de esta intensidad durante años.

Una curiosidad fue el hecho de que Israel y Líbano comparten frontera. El poder de la fuerza aérea israelí quedó anulado por la capacidad de respuesta de la artillería y los misiles libaneses. El 26 de julio de 2006 observadores de la ONU murieron por ataques israelíes.

Durante las tres primeras semanas la agresividad israelí aumentó. Pasaron de realizar ataques selectivos y restringidos a ataques contra zonas residenciales y barrios chiitas de Beirut y de todo el sur del Líbano. Tiro y Sidón sufrieron duramente los ataques aéreos, incluso la lejana Trípoli (al norte del Líbano) sufrió ataques aéreos debido a la existencia de desplazados provenientes del sur del país.

Después de tres semanas de fuego aéreo se inició la invasión por tierra. Israel no tenía ventaja ninguna, recordaban la operación Paz para Galilea, pero el contexto era diferente. Israel ya no tenía aliados ni apoyos dentro del Líbano mientras que Hezbollah tenía apoyo de amplias capas de la población y el ejército libanés estaba preparado para enfrentarse a los israelíes. De hecho cuando se penetró, en un día, en territorio libanés mediante una incursión de blindados Merkava en el sur del Líbano, Israel perdió una división entera de blindados (de las siete que posee) debido a los RPG-29 rusos en posesión de Hezbollah.

Los combates no permitieron que los israelíes pudieran penetrar en territorio libanés ni llegar a Tiro ni a Sidón para asegurar sus posiciones, tampoco pudieron llegar al valle de Bekaa, las Granjas de Shebaa, ni a las montañas de Qalamoun, por lo que el ejército israelí se dedicó a hostigar a los civiles libaneses, provocando más de 900 muertes.

Uno de los casos más flagrantes fue la masacre de Qana, cuando Israel bombardeó un edificio repleto de civiles en esa ciudad el 31 de julio. Israel dijo que el edificio pertenecía a la red militar de Hezbollah, pero observadores de la ONU lo desmintieron.

El apoyo a la guerra en el Líbano no cesó, pero en Israel, mientras crecía el número de soldados muertos, civiles y las denuncias de la comunidad internacional, la situación fue cambiando a mediados del conflicto. Los árabe israelíes y los árabes de 1948 estaban en contra la guerra desde el principio así como los cristianos palestinos y los grupos pacifistas israelíes.

Además, el acoso a Ehud Olmert por la mala planificación militar y la no consecución de ninguno de los objetivos de la contienda, amenazaba con un alto coste político para el gobierno que se vio obligado a negociar una retirada que no fuera muy deshonrosa. El 14 de agosto, después de varios intentos fallidos, se logró poner fin a la guerra y firmar un acuerdo de intercambio de prisioneros.

Las consecuencias de esta guerra fue la consolidación de Hezbollah como un ente de primer orden en el panorama regional de Oriente Medio y su consolidación social en el Líbano. Israel, sin embargo, se había mostrado como un país sin capacidad de planificación, incapaz de llevar a cabo los objetivos marcados y con un ejército poco disciplinado. La cúpula política y militar sufrió una grave crisis pero no la comunidad de inteligencia. Meir Dagan, jefe del MOSSAD, fue el único que advirtió del peligro que significaba Hezbollah y desaprobaba la guerra y al final Israel perdió la guerra.