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La casa de John Rabe, dentro de la zona de seguridad de Nankín

Picotazos de historia

El nazi que más vidas humanas salvó durante la Segunda Guerra Mundial

John Rabe llevaba 30 años viviendo en China y era un firme defensor de Hitler y miembro del partido nacionalsocialista, pero cuando la guerra se acercó a la ciudad, Rabe estuvo al frente de un comité internacional para una zona de seguridad, con el fin de proteger a la población

En 1997 la escritora norteamericana Iris Chang saltó a la fama con un libro que fue éxito mundial: La violación de Nankín. El libro narra los sucesos que se iniciaron el 13 de diciembre de 1937 con la ocupación de la ciudad por las tropas japonesas, y la locura de asesinatos, saqueos, violaciones y torturas que se dieron durante seis interminables semanas.

El libro ponía frente a la opinión pública internacional uno de los peores crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial. Ignorado, incluso no reconocido por los japoneses, por haberse ejecutado sobre asiáticos. Pero lo que más asombró fue que un puñado de occidentales, que lucharon denodadamente para proteger a la población civil, fueran liderados por un nazi: John Rabe.

Rabe era el representante de Siemens China Co en Nankín. Llevaba 30 años viviendo en China y era un firme defensor de Hitler y miembro del partido nacionalsocialista. Cuando la guerra se acercaba a la ciudad, los residentes occidentales que decidieron quedarse, crearon un comité internacional para una zona de seguridad, con el fin de proteger a la población, y pusieron al frente a Rabe. Esperaban que los japoneses respetarían más a un alemán, teóricamente aliados de Japón, que al resto. Rabe sorprendió a todos mostrando una gran capacidad de organización, habilidad para el difícil trato con las autoridades japonesas, una entrega sin límite y un valor suicida a la hora de enfrentarse con los enloquecidos soldados, con tal de proteger a la indefensa población.

Durante el día se agotaba tratando de coordinar y conseguir alimentos, medicinas, material sanitario, alojamientos y los mil y un elementos vitales para la supervivencia de centenares de miles de personas apretujadas en un área reducida de la ciudad (en su casa se alojaban siete familias de refugiados y más de seiscientas cincuenta personas se apiñaban en el pequeño jardín que la rodeaba). Por las noches patrullaba la zona de seguridad, e incluso saliendo fuera de ella, para impedir asesinatos y violaciones a manos de desenfrenados soldados armados hasta los dientes. A patadas si fuera necesario. Su única arma era un brazalete con la esvástica.

En febrero de 1938 Siemens ordenó a Rabe que abandonara su puesto y volviera. Ya en Alemania trató de llamar la atención sobre los sucesos de China pero la Gestapo le requisó todas las pruebas y testimonios que trajo y se le prohibió hablar sobre el asunto. Terminada la guerra, sufrió un procedimiento de desnazificación y se le impidió trabajar. Prácticamente olvidado y en la miseria, falleció en Berlín en 1950, a los 68 años de edad.

La señora Ma Guoliang, única superviviente de su familia durante la Masacre de Nankín, declaro:

«El pueblo de China nunca olvidará al buen alemán John Rabe y a los otros extranjeros que le ayudaron. Él salvo a tantísima gente al tiempo que podía haber sido asesinado con toda facilidad. Podía haberse ido, pero prefirió permanecer entre nosotros. Le llamábamos el Buda viviente de Nankín».

Las cifras sobre las muertes producidas en Nankín por las tropas japonesas oscilan entre 200.000 y 500.000, siendo 300.000 la cifra más aceptada. Se calcula que John Rabe protegió y salvó entre 250.000 y 300.000 vidas humanas.