La verdad sobre el falso mito nacionalista
La verdad sobre el mito separatista de 1714
El independentismo catalán ha intentado pintar el año 1714 como la conquista de una Cataluña libre e independiente por España. Esta mentira se conmemora anualmente en Barcelona con las marchas multitudinarias de la Diada
El 11 de septiembre de 1714 Barcelona se rindió ante las tropas de Felipe V. El independentismo catalán ha intentado pintar ese momento como la conquista de una Cataluña libre e independiente por España. Esta mentira se conmemora anualmente en Barcelona con las marchas multitudinarias de la Diada, establecida en 1980 como Fiesta Nacional de Cataluña. ¿Pero qué pasó realmente en 1714?
Una guerra de sucesión, no de secesión
En primer lugar, hay que entender que el Sitio de Barcelona de 1714 no se produce en el marco de un conflicto entre España y Cataluña, sino en el de una guerra civil dentro de España para dirimir si a la muerte sin hijos de Carlos II, la inmensa monarquía española debía pasar a manos de la Casa de Borbón, con Felipe de Anjou, o de la rama vienesa de los Habsburgo, con el archiduque Carlos. La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto nacional e internacional que se prolongó durante una década y afectó a toda Europa.
En esta guerra, los catalanes no luchaban por su independencia, sino por la candidatura del Archiduque Carlos al trono de España, en el bando denominado «austracista». Esa causa no era apoyada solo por Cataluña, aunque encontrase allí su arraigo más fuerte, sino que contaba en sus filas con españoles de todas las provincias. Algunos de los más destacados austracistas fueron castellanos, como el Conde de Oropesa, el Almirante de Castilla o el propio comandante de Barcelona en 1714, Antonio de Villaroel.
Tampoco es cierto que los catalanes fuesen unánimemente contrarios a Felipe V. Cuando el pretendiente Borbón entró en España en 1701, avalado como heredero por el testamento de Carlos II, fue recibido con vítores en Madrid, pero inmediatamente se encaminó a Barcelona. Allí, las Cortes catalanas reunidas con toda solemnidad le reconocieron como rey y le juraron fidelidad a cambio de su promesa, como habían hecho todos los reyes de Aragón antes que él, de respetar los fueros e instituciones. Durante los primeros años de la Guerra de Sucesión, cuando las potencias aliadas de Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal se negaron a reconocer a Felipe V como rey de España, los catalanes se mantuvieron leales e incluso rechazaron en 1704 un intento de desembarco anglo-holandés en Barcelona.
La rebelión de 1705 y la pérdida de los fueros
Fue solo a partir de 1705 cuando el Gobierno inglés envió a un comerciante de licores, Mitford Crowe, «para contratar una alianza entre nosotros y el mencionado Principado [Cataluña] o cualquier otra provincia de España». Crowe no pudo reunirse con ninguna autoridad catalana, pero sí lo hizo con un grupo de terratenientes de Vich, los llamados vigatans, muy opuestos a Felipe V. Los vigatans, en nombre de Cataluña, firmaron un acuerdo por el que se comprometían a levantar Cataluña en armas si los ingleses desembarcaban un Ejército en Barcelona. Allí Barcelona sufrió su primer sitio en la Guerra de Sucesión, a manos de las tropas austracistas, que tras bombardearla consiguieron hacerse con ella. Con el triunfo de la rebelión en Cataluña, Aragón y Valencia se proclamaron por el archiduque Carlos.
Felipe V consideró la rebelión de 1705 como una traición, pues todos los reinos de la Corona de Aragón le habían jurado fidelidad en 1701. Por eso decidió que, roto ese juramento, quedaba rota también su promesa de mantener los fueros. Cuando reconquistó Valencia y Aragón en 1707 estableció los Decretos de Nueva Planta, igualando todas sus leyes a las de Castilla y tras tomar Barcelona en 1714 aplicó la misma política a Cataluña. No hizo lo mismo con vascos y navarros, que le habían sido fieles y cuyos fueros quedaron incólumes hasta hoy.
Por eso, es falso decir que Felipe V invadió Cataluña para acabar con su libertad y sus instituciones, como cuenta el independentismo. Las tropas borbónicas reconquistaron un territorio que había jurado previamente fidelidad al rey y, solo como castigo por su rebelión, se vio privado de sus privilegios.
Barcelona por España
Cuando Barcelona se rindió en 1714, la guerra estaba ya decidida. En 1713 se firmó por parte de casi todas las potencias la Paz de Utrecht, que ponía fin a la dimensión europea del conflicto. Aunque Felipe V había perdido Flandes y las posesiones italianas (cláusula que se negó a reconocer), en España solo Barcelona resistía por la causa del Archiduque Carlos. El propio candidato austracista había abandonado la ciudad en 1711 para volver a Viena, y su esposa hizo lo mismo en 1713. Los propios ingleses que habían incitado la rebelión, aunque pidieron a Felipe V que reconociera los fueros de Cataluña, retiraron finalmente su apoyo diplomático a los rebeldes. «El caso de los catalanes», como se llamó, fue abandonado por todas las potencias europeas.
¿Por qué siguió luchando Barcelona sola? En ella se habían ido refugiando austracistas huidos de todas las demás provincias conquistadas por los borbónicos y había una exaltación bélica enorme. Las autoridades catalanas confiaban en que sus aliados austriacos e ingleses les apoyarían de todos modos y se negaron a ver las señales evidentes de que su caso se daba por perdido. La razón para seguir adelante era, sin duda, la defensa de las instituciones forales y los privilegios judiciales y económicos. El odio a Francia, tras varias guerras fronterizas, estaba muy arraigado además en la opinión popular. Pero nunca se planteó siquiera la idea de la independencia. Los catalanes austracistas se consideraban súbditos del rey de España, que para ellos era el Archiduque Carlos. Cuando las tropas de Felipe V lanzaron el asalto final el 11 de septiembre de 1714, el conseller en cap Rafael Casanova publicó el famoso bando en el que llamaba a todos los barceloneses a tomar las armas antes que ser «esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés» y «derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España».