¿Influyó la revuelta cantonal en Cataluña?
La revuelta cantonal entre julio de 1873 a enero de 1874, coincidió con la III Guerra Carlista. Mientras la revuelta cantonal se desarrollaba, también lo hacía la guerra carlista en España y Cataluña
El 24 de agosto de 1873 capituló Estella. En octubre de 1873 el comandante general de Navarra, Nicolás Ollo, derrotó a las tropas mandadas por Moriones en Mañeru y Cirauqui. La batalla de Montejurra se desarrolló entre el 7 al 9 de noviembre de 1873. En diciembre de 1873 en Guipúzcoa el dominio carlista era absoluto. En Cataluña se debe destacar la toma de Ripoll, 16 de marzo de 1873 y la toma de Berga, el 27 de marzo de 1873. La batalla más importante que se libró en Cataluña durante el año 1873 fue la de Alpens. Posteriormente el asalto a Igualada, 17 al 18 de julio de 1873.La entrada en Cuenca de las tropas de Marco de Bello y de José Santés, 16 octubre 1873, es el hecho más destacado de ese período. Durante el año 1873 se produjeron algunos pequeños escarceos en Castilla y León que, si bien preocuparon al ejército gubernamental, en líneas generales no fueron más allá. En el resto de España se contabilizaron pequeños escarceos en Galicia y Extremadura, quedando concentrados los movimientos carlistas en el País Vasco, Cataluña, Valencia y Aragón.
¿Influyó la revuelta cantonal en Cataluña? Hubo diversos movimientos cantonalistas, a pesar de encontrarse sumida en una guerra. Sobre todo quedó centralizada en periódicos y en algunos actos reivindicativos aislados. El más destacado defensor del cantonalismo catalán fue el político republicano y federalista Valentí Almirall Llozer, considerado uno de los padres del catalanismo de izquierdas federalista.
Con anterioridad a la revuelta cantonal en España, hubo algunas protestas dentro del federalismo cantonales catalanista
El inicio de aquel movimiento cantonalista, que en Cataluña se llamó federalismo, tuvo lugar el 18 de mayo de 1869. Aquel día se firmó el Pacto de Tortosa. Este no dejaba de ser un intento de volver al pasado. De resucitar la Corona de Aragón. Aunque no lo expresaron así y lo disfrazaron como un poder catalán político dentro de un federalismo pacifista. En el pacto se habla, por primera vez, de raza catalana. Tergiversan parte de la historia al llamar provincias –no reinos– a Aragón y Valencia para igualarlas a Cataluña, que fue un grupo de condados y, posteriormente un principado, nunca un reino. Lo mismo hacen con el antiguo Reino de Mallorca, que lo nombran como Islas Baleares. En un principio no eran independentistas «sin que de ninguna manera se deduzca de ello que pretenden separarse del resto de España», aunque luego cambiaron.
A raíz del Pacto de Tortosa nacieron una serie de periódicos que daban voz al federalismo de Almirall. Entre ellos La Gramalla y La Renaixença. El Diario de Barcelona, a través de su director, Joan Mañé Flaquer, se defendió el provincialismo. Mañé consideraba que la República salvaría a Cataluña de la mala política del gobierno de Madrid, que era mala, sobre todo por acabar con las tradiciones y creencias populares.
Los intentos de Almirall de liderar una revolución liberal en toda España, desde Madrid, no dio sus frutos
Con anterioridad a la revuelta cantonal en España, hubo algunas protestas dentro del federalismo cantonales catalanista. En febrero de 1873 se concentraron delante de la Lonja de Barcelona. Los ahí presentes se definieron como republicanos democrático-federalistas y exigieron, a los políticos de la recién estrenada República, una República Democrática Federal. El 21 de febrero de 1873, frente a la Diputación de Barcelona –hoy en día Palacio de la Generalitat– pidieron el Estat Català. El 8 de marzo de 1873 proclamaron el Estado Cantonal. El presidente de la República, Francisco Pi y Margall, envió a Estanislao Figueras para detener la separación de Cataluña de España.
Los intentos de Almirall de liderar una revolución liberal en toda España, desde Madrid, no dio sus frutos. Decepcionado con los políticos republicanos, sobre todo con aquellos de origen catalán, regresó a Barcelona.
Almirall, después de estos sucesos, desapareció de la vida pública. Regresó en el 1879 como nacionalista catalán, fundando el periódico Diari Català, editado hasta 1881. En 1880 organizó el primer Congreso Catalanista, donde defendió el derecho catalán frente al español. En 1882 creó el Centre Català. Un año después, durante el segundo Congreso Catalanista, propuso que el Centre Català se convirtiera en partido político, con el nombre de Partido Catalán. Y no solo eso, durante el Congreso el político republicano Josep María Vallès i Ribot propuso la redacción de una constitución del Estat Català dentro de la Federación española. El círculo se cerró en 1885, cuando la burguesía catalana le leyó al rey Alfonso XII el memorial en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña. La prematura muerte del rey provocó un distanciamiento entre los partidos dinásticos y la burguesía catalana. Un nuevo frente se abrió en 1892 con la firma de las Bases de Manresa.
En julio de 1873 tuvo lugar un nuevo intento de proclamar el Estat Català, al conocerse los alzamientos cantonalistas en España. A los sublevados catalanes se les enfrentó el coronel carlista Cayetano Freixas. Por su parte, el gobierno republicano los amenazó con una intervención militar. Cuando las tropas carlistas tomaron Igualada, el 18 de julio de 1873, y quemaron el Ateneo Igualadino, los obreros se pusieron al lado de la República y no del anarquismo. Esto, junto con la disolución de la Junta Suprema de Salvación y Defensa, dio por finalizado el cantonalismo catalán, cuya población estaba más centrada en la guerra carlista.
El último intento de cantonalismo tuvo lugar los días 9 al 12 de enero de 1874 en Sarriá, hoy en día un barrio de Barcelona. Aprovechando el golpe de Estado del general Manuel Pavía, Joan Martí Torras, conocido como Xic de la Barraqueta, organizó una fuerte resistencia en Sarriá, en Sabadell y Rubí. Su lucha era la defensa de la legalidad republicana. Las milicias de este guerrillero republicano fueron vencidas por las tropas del general Arsenio Martínez Campos, el cual restauró la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII.