Mercenarios pobres en las guerras de Oriente
Siendo insuficientes los soldados anglosajones para la demanda generada durante las guerras de Irak y Afganistán, las empresas extendieron el reclutamiento de militares veteranos a la América hispana
Empresas como Blackwater, Triple Canopy, DynCorp y Halliburton tuvieron dificultades, durante las guerras de Irak y Afganistán, para contratar militares veteranos que protegieran los pozos de petróleo, empresas, embajadas, instituciones internacionales y también a las autoridades iraquíes y a algunos jerarcas estadounidenses, dado que las tropas regulares estaban sobrecargadas de tarea.
Siendo insuficientes los soldados anglosajones para la demanda generada en Irak y Afganistán, las empresas extendieron el reclutamiento a la América hispana, con una oferta abundante de exguerrilleros y soldados baratos con experiencia de combate. Los anuncios publicados para reclutar hombres rezaban: «Empresa americana busca: Oficiales y soldados de Fuerzas Armadas, policía y personas entrenadas en combate para trabajar en el exterior. Edad máxima, 37 años». Hablaban de buen salario con la documentación y gastos del viaje por cuenta de la empresa. La publicidad apareció en Bogotá (Colombia), Managua (Nicaragua), San Salvador (El Salvador) y Santiago (Chile).
Colombianos y salvadoreños
En Colombia los anuncios atrajeron a militares, guerrilleros y paramilitares con distintas motivaciones: salarios más altos, escapar a procesos judiciales, tampoco faltaron los aventureros. Sabían que sería una referencia magnífica en su currículum. El general Rafael Samudio, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales de Reserva, destacó: «Estamos en condiciones de ofrecer personal capacitado. Nuestras Fuerzas Armadas han luchado contra los rebeldes en las montañas y en las selvas durante 40 años». El diario El Tiempo, de Bogotá, informó que 16 oficiales del Ejército y de la Policía fueron reclutados y embarcaron hacia Irak. Fueron con un contrato irrenunciable por un año, con un sueldo de 7.000 dólares mensuales. El contrato era prorrogable por seis meses, con vacaciones en Europa cada tres meses y un seguro de vida de 60.000 dólares. Desempeñaron sus funciones en Bagdad, la capital iraquí, así como en Basora, Mosul y Faluya, zonas de alta peligrosidad. El reclutamiento lo realizó la empresa texana Halliburton Co., que empleó su filial iberoamericana para tales fines. La multinacional estuvo dirigida por el vicepresidente norteamericano, Richard Cheney.
Joe Mayo, portavoz de la compañía estadounidense de seguridad privada Triple Canopy, señaló que no ve nada noticiable en ese hecho: «Estamos en un mundo libre y buscamos gente en economías libres. No forzamos a nadie a ir a Irak». Mayo admitió que en El Salvador fueron preseleccionados 1.200 hombres, atraídos por un salario base de 1.240 dólares a cambio de arriesgar sus vidas. Un primer contingente de Triple Canopy lo constituyeron previamente 150 veteranos salvadoreños, con un salario mensual que osciló entre 2.400 y 3.000 dólares. El norteamericano George Nayes fue quien coordinó los reclutamientos.
Adam Isaacson, del Center for International Policy de Washington, requirió que distinguiesen entre exmilitares y paramilitares y guerrilleros, dado que los dos últimos grupos son definidos como terroristas por los EE.UU.: Si las compañías no filtran con cuidado, escribía, tendremos a exterroristas protegiendo a personas y empresas contra terroristas.
Peruanos
En Perú Triple Canopy reclutó a 218 exmilitares y policías peruanos para seguridad en Irak. El embajador de EE.UU. en Lima, Robert E. Davis, reconoció que esa compañía trabajaba para la Administración Bush reclutando mercenarios en América. Además de peruanos y salvadoreños, fueron a Irak exsoldados y policías de Chile, Ecuador y Colombia. Sus sueldos oscilaban entre 1.000 y 3.5000 dólares al mes, según las aptitudes probadas de acuerdo con la tarea. El contrato de los peruanos estableció un período de servicio en Irak de un año, del 15 de octubre de 2005 al 14 de octubre de 2006. Ni la compañía contratista ni el gobierno de EE. UU. asumieron responsabilidad alguna en caso de heridas o muerte de los mercenarios.
Chilenos
La empresa Blackwater contrató a militares chilenos, tenían más de 60 protegiendo los pozos de petróleo en Irak. Un portavoz declaró a The Guardian que «los comandos chilenos son muy, muy, profesionales». En Chile, destacó la figura del suboficial retirado de Infantería de Marina Óscar Aspe. Participó en los anuncios y posterior selección, llegando a usar las instalaciones del Fuerte Aguayo, sede de la Infantería de Marina en Concón. Varios diputados denunciaron el hecho. Antes, en 1989, Aspe formó parte del grupo táctico que tiroteó a Marcelo Barrios Andrade, segundo jefe de zona del Frente Popular Manuel Rodríguez.
También Triple Canopy, a través de Your Solution Inc , y esta, a su vez, de la chilena Fires Field, ofreció a los chilenos menos cualificados salarios que iban de los 900 a los 1.300 dólares al mes. Las reuniones de reclutamiento, realizadas en Viña del Mar y en el hotel Los Nogales, de Providencia, tuvieron una asistencia desbordante. Hubo problemas en el traslado.
Honduras los expulsó al comprobar que recibían instrucción militar en su territorio aunque entraron en el país con visados turísticos. Eran 105 oficiales chilenos. 91 partieron desde Honduras hacia Irak contratados por la empresa Your Solution Inc (YSI), la subcontratista local que seleccionó a los iberoamericanos que trabajaron en Irak para Triple Canopy, sociedad que, sólo en 2005, recibió 250 millones de dólares para operar en el país árabe.
El diario hondureño La Tribuna lo denunció: YSI adiestraba a mercenarios extranjeros, chilenos ahora, en el pueblo de Lepaterique, cerca de Tegucigalpa. El Gobierno hondureño, que facilitó la operación de traslado designando al viceministro del Trabajo, Áfrico Madrid, como intermediario oficial, dictó una orden de expulsión. Se vetó la llegada desde Costa Rica de otra partida de 48 chilenos que se aprestaban a recibir el curso en Lepaterique. Entonces los comandantes contras llamaban «el Jefe» al embajador estadounidense en Honduras, John Negroponte, el mismo diplomático que, en 2004, fue nombrado embajador en Bagdad y que fue decisivo en la elección de las empresas de seguridad privada contratadas por su gobierno para actuar en Irak.
Los mercenarios chilenos viajaron hasta Bagdad junto a 111 veteranos hondureños con Triple Canopy, para custodiar recintos estadounidenses en Bagdad: embajadas y villas. Your Solutions aportó a Triple Canopy hasta un millar de exsoldados iberoamericanos, la mitad de ellos chilenos. Le siguió otra recluta de 500 mercenarios brasileños.
Pobre, mercenario y optimista
Las diferencias entre los mercenarios pobres y de elite no son solo salariales. Mientras los chilenos, peruanos, hondureños o colombianos comprometen su permanencia por un año, sus colegas estadounidenses o europeos occidentales operan sólo por tres meses, y con el viaje pagado van un mes a descansar a sus ciudades de origen y luego, si así lo desean, vuelven a Irak por otro trimestre. Los iberoamericanos duermen en barracas colectivas pero los estadounidenses lo hacen en habitaciones privadas. Según algunos exsoldados salvadoreños que vivieron la experiencia en Bagdad, pese a contar con un bar, en el campamento el consumo de bebidas alcohólicas está reservado a los efectivos «occidentales».