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El Emperador Meiji trasladándose de Kioto a Tokio

El Emperador Meiji trasladándose de Kioto a Tokio

El nacionalismo en la Restauración Meiji: una idealización política del pasado

Durante la Restauración se intentó acercar al modelo de vida occidental y a la modernización, sin embargo, parte de la élite contribuyó a la creación de un pasado idealizado entre las clases populares que afianzó el crecimiento del nacionalismo

Desde sus inicios en 1868, la Restauración Meiji se caracterizó por el florecimiento de un exacerbado nacionalismo. El origen de este sentimiento se basó en la diferencia: en tanto la élite proclive al Estado Meiji se empeñaba por acercarse al modelo de vida occidental y a la modernización, la élite defensora de los antiguos valores del Período Tokugagua contribuyó a la creación de un pasado idealizado entre las clases populares que afianzó el crecimiento del nacionalismo.

El cambio de la Restauración Meiji se fundamentó sobre la idea de que si se configuraba como potencia Japón perdía el riesgo de ser colonizado

Confiado en que la política del nuevo Estado debía ser de apertura para conducir a Japón a pertenecer a las filas de los países «civilizados», el gobierno Meiji abrió sus fronteras culturales al influjo occidental y abrazó el precipitado proceso de la modernización. Por esto mismo muchos jóvenes fueron enviados a estudiar a Europa para aportar al desarrollo de Japón a su vuelta. La moda, las maneras y otra serie de prácticas europeas también fueron reproduciéndose poco a poco en la vida cotidiana japonesa.

Dicho impulso modernizador incentivado por el gobierno Meiji –desarrollado entre otras cosas por la idea de que si se configuraba como potencia Japón perdía el riesgo de ser colonizado– significó también una desestabilidad en la identidad japonesa. Si bien el influjo cultural y político de occidente llevaba tiempo instalado en la vida de los japoneses, la convicción con que se abrazó la occidentalización implicó la transformación radical de las bases históricas sobre las que se había construido la nación.

Entre tanto, mientras el gobierno Meiji y la élite modernizadora se afanaban por dar paso hacia el futuro a través de medidas como la imposición de la educación europea en sus escuelas, en la élite contraria a la occidentalización y en las clases populares a las que se les imponía el abandono de sus tradiciones comenzó a crecer un sentimiento de resistencia. Este se caracterizó por un afán por las antiguas costumbres que derivó en un nacionalismo basado en una idea «tradicional» de Japón en contraposición a los ideales de progreso.

Un adolescente Emperador Meiji con representantes extranjeros al final de la Guerra Boshin, 1868-1870

Un adolescente Emperador Meiji con representantes extranjeros al final de la Guerra Boshin, 1868-1870

El arte y la escritura de la historia son fundamentales para comprender este proceso. Si bien la crítica satírica por parte de artistas como Kawanabe Kyōsai no faltó en ningún momento del proceso modernizador, la mirada de estos artistas y la idealización del ukiyo-e como el retrato fiel de la verdadera vida cotidiana de Japón condujo a la construcción de una idea del pasado con valores superiores a los promovidos por la modernización.

La construcción de un relato histórico que exaltaba el pasado consolidación de un nacionalismo basada en la idealización del pasado y una necesidad de continuidad de este frente a la voluntad destructora de la modernidad

Así mismo, la construcción de un relato histórico a partir textos historiográficos y conmemoraciones durante el período Meiji en el que se exaltaba el Edo como la esencia de Japón, contribuyó a la construcción de una identidad nacional basada en la nostalgia por el pasado perdido. Tanto esta escritura de la historia como el desarrollo artístico –ambas circunstancias intervenidas por la élite contraria al Meiji según diversos autores– condujo a la consolidación de un nacionalismo basada en la idealización del pasado y una necesidad de continuidad de este frente a la voluntad destructora de la modernidad.

Si bien encontró muchas piedras en el camino, este nacionalismo (que se desarrollaría tanto en las élites contrarias al Meiji como en las clases populares) pudo asentarse en medio del robusto proceso de modernización. Ligado a una fuerte búsqueda de la identidad nacional, este proceso de resistencia a la occidentalización impulsó también el establecimiento de una identidad étnica separada de los ideales de la modernidad y arraigada en la historia, la tradición y la vida cotidiana.

Bake-Bake Gakkō  o “Escuela para Fantasmas”, por Kyōsai. Caricatura de la decisión del gobierno Meiji de implantar un sistema de educación obligatoria

Bake-Bake Gakkō o «Escuela para Fantasmas», por Kyōsai. Caricatura de la decisión del gobierno Meiji de implantar un sistema de educación obligatoria

Esto puede evidenciarse en la creación de héroes nacionales masculinos, en la estetización de la vida cotidiana o en las prácticas de las mujeres durante la Restauración Meiji y que evocaban constantemente la cultura del Edo. Como han demostrado autores como Jason G. Karlin, en cuyo estudio sobre género y nación en el período Meiji nos basamos. Este ejercicio nacionalista condujo a la creación de una tradición cultural que permitiría la construcción de una futura identidad nacional, opuesta, claro, a la modernización del Meiji.

Como el mismo autor señala, este fervor nacionalista y esta construcción de la identidad nacional, no solo es, además, un producto del mismo proceso modernizador, sino que moldeó la identidad japonesa a partir del período Meiji. Así, la tensión entre la idealización del pasado y el desarrollo acelerado que imponía la clase dominante, construyeron la identidad futura del Japón y contribuyeron también a los acontecimientos de su vida nacional durante el siglo XX.

Los efectos del período Meiji todavía son objeto de estudio y aún no hay consenso entre los autores que defienden la idea del gobierno Meiji como un gobierno opresivo que prohibía la libertad de expresión y quienes, como Karlin, afirman que la creación de un nacionalismo popular basado en la idealización del pasado fue la verdadera tragedia de dicho período. Sin embargo, es indudable la influencia que tuvo la tensión entre la modernización y el pasado idealizado en las generaciones futuras del Japón. De ahí se comprenden movimientos como el que buscaba una segunda restauración durante el siglo XX y el reconocido nacionalismo idealista de autores como Yukio Mishima.

Alegoría del Nuevo luchando contra el Viejo, a principios del Japón Meiji, alrededor del año 1870

Alegoría del Nuevo luchando contra el Viejo, a principios del Japón Meiji, alrededor del año 1870

Así mismo, podemos estar de acuerdo todos en lo importante que es reconocer la génesis de los sentimientos nacionalistas en la cultura material y popular, así como en la escritura de la historia. Más allá de reconocer la verdadera tragedia de la sociedad japonesa en su apertura a la occidentalización, la historia contemporánea de Japón puede ayudarnos a comprender las formas en las que se construye la identidad nacional en procesos de colonización y postcolonización, construcción identitaria que esta detrás de la mayoría de los países del mundo. Reconocer las rutas intelectuales y políticas de estos procesos puede ayudarnos a comprender mejor la historia de Asia por fuera de los límites del pensamiento occidental.

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