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'Rendición de Santa Anna', de William Henry Huddle

Picotazos de historia

El azaroso destino de la pierna del general Santa Anna

El general Santa Anna recibió una bala de cañón en combate y la herida obligó a la amputación de la extremidad. Después exhibió su pierna por las ciudades con un fin político

En 1838, Francia intervino militarmente contra Méjico, con la idea de obtener privilegios económicos y comerciales, en lo que popularmente se llamó «la guerra de los pasteles», ya que se utilizó como casus belli la reclamación de Monsieur Remontel, dueño de un restaurante en la población de Tacubaya, de unos pasteles que habían comido las tropas del general López de Santa Anna sin pagar por ellos. Como no se llegó a ningún acuerdo –el gobierno mejicano se negaba a negociar mientras los barcos de guerra franceses bloquearan los puertos mejicanos–, los franceses cañonearon el puerto de Veracruz.

El presidente mejicano, Anastasio de Bustamante, envió al general Santa Anna a Veracruz con una fuerza militar y en los consiguientes combates una bala de cañón hirió al general en una pierna. La herida obligó a la amputación de la extremidad.

López de Santa Anna, que era un animal político, utilizó la pierna como baza: la exhibió en las ciudades y la paseó, seguida por poetas que entonaban alabanzas al separado miembro y al lisiado héroe. Obispos y sacerdotes con incensarios acompañaban a la chusca comitiva y grupos de plañideras ejercieron su arte hasta el cementerio de Santa Paula, en la ciudad de Cempoala, donde, con honores militares y de Estado, fue reverentemente enterrada.

En 1842 volvió a repetir todo el esperpento, corregido y aumentado, desde el cementerio de Cempoala al de ciudad de Méjico, donde se le había preparado un panteón ad hoc. Pero poco descansó el movido miembro, ya que dos años más tarde –en 1844–, en medio de uno de los episodios de la guerra civil que partía entonces a la nación, la pierna fue sustraída de su lugar de reposo y paseada por grupos de opositores al general, en medio de la juerga y embriaguez. Esta ultima debió ser muy notoria – y escandalosa – porque de la pierna no se volvió a saber nunca más, por mucho que se afanó el recortado general.

Si tienen ustedes curiosidad, en el Museo Estatal Militar de Springfield (Illinois, EE.UU.), tienen la prótesis que Santa Anna usó después y que perdió en la batalla de Cerro Gordo.