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Veteranos de la División Azul en el Sahara

Veteranos de la División Azul en el SaharaLuis E. Togores

Krasny Bor, la última gran batalla del Ejército español

Uno de los dos puntos en el que las divisiones soviéticas tenían que romper el frente alemán era por el pueblito de Krasny Bor, sector guarnecido por el regimiento 262º español mandado por el coronel Sagrado

En los últimos días, abren los titulares la posibilidad del envío de soldados españoles a Rusia. Si se produce un nuevo conflicto armado que enfrente a tropas españolas con Moscú será la tercera vez que rusos y españoles combatan en los últimos 100 años.

El próximo 10 de febrero será el 79 aniversario de la batalla de Krasny Bor, la última gran batalla del Ejército español, que se produjo al enfrentarse nuestros hombres con los soldados soviéticos de Stalin en 1943.

Si en las próximas semanas más soldados españoles van al Frente Ruso (ya tenemos soldados con sus carros de combate Leopardo del Regimiento Alcázar de Toledo en Letonia) será una repetición de lo hecho por Franco.

En 1941 España reclutó una unidad de «voluntarios» para luchar contra el comunismo integrados en las filas de la Wehrmacht. Más de 40 mil españoles se alistaron en esta guerra. Eran voluntarios, decididamente anticomunistas (no antirrusos), muy ideologizados en la mayoría de los casos y con un fuerte espíritu guerrero. Por su ideología abrumadoramente falangista, la división que formaron, la 250 en la estructura del ejército alemán, ha pasado a la historia como la División Azul.

En la actualidad los soldados españoles que están en la frontera rusa y los que pueden ser enviados bajo el paraguas de la OTAN son profesionales, sin ningún motivo personal para ir a luchar contra los rusos a diferencia de los voluntarios del 41. La actual decisión del envío de tropas españolas frente a Rusia es la decisión de un Gobierno que hoy tiene poco que ver con sus soldados. Un Gobierno que se debate en su seno entre la simpatía por Putin y, por otro lado, con la obligación estratégica y de fidelidad monetaria con Europa Occidental, con Estados Unidos y la OTAN.

El 24 de junio de 1941 el ministro Serrano Suñer, en un discurso improvisado, como consecuencia de la invasión por las tropas alemanas de la URSS, instó a la intervención de España en la guerra que comenzaba contra Stalin. Las checas y las brigadas internacionales, patrocinadas por Stalin, arrastraron a muchos jóvenes españoles a ir a luchar a Rusia.

Casi 20 meses después, a comienzos de 1943, en los arrabales de Leningrado, el estado mayor soviético planeó una ambiciosa operación cuyo objetivo era embolsar todas las tropas del Frente Norte, operación «Estrella Polar». Las líneas alemanas iban a ser rotas por dos puntos para que las tenazas del Ejército Rojo rodeasen con un cinturón de hierro y muerte a las tropas el III Reich hasta su aniquilación o rendición incondicional.

El mando soviético pensaba que toda resistencia por parte española habría desaparecido tras su brutal bombardeo

Uno de los dos puntos en el que las divisiones soviéticas tenían que romper el frente alemán era por el pueblito de Krasny Bor, sector guarnecido por el regimiento 262º español mandado por coronel Sagrado. Unidad que estaba reforzada por el Batallón de Reserva, el Batallón de Zapadores y el Grupo de Exploración de la división española, más 3 cañones antitanques de 75 mm de la Legión Noruega.

Soldados españoles de la división Azul en combate en algún lugar en los alrededores de Leningrado

Soldados españoles de la división Azul en combate en algún lugar en los alrededores de LeningradoWikimedia Commons

Contra las líneas españolas se lanzaron el 55º Ejército (Cuerpo de Ejército) soviético, enviando al combate la 63ª División de la Guardia y las divisiones 42º y 73º de Fusileros, apoyadas por numerosos carros de combate T-26, T-36 y KV-1, más varias grandes unidades de la división 45º de la Guardia. Unas fuerzas mandadas respectivamente por los generales Simoniak y Krasnov.

Frente a ellos, atrincherados en una línea muy extensa para las pocas tropas que la guarnecían, había 5000 españoles, una tercera parte de todos los integrantes de la División Azul.

Los soviéticos, a lo largo de 2 horas, machacaron las líneas españolas con más de 1.000 piezas de artillería y mucha aviación. Luego lanzaron sus carros de combate e infantería al asalto. El mando soviético pensaba que toda resistencia por parte española habría desaparecido tras su brutal bombardeo.

De los más de 33.000 soviéticos que se lanzaron a la batalla el 10 de febrero un tercio fueron bajas al acabar la jornada

Los españoles, como ratas, salieron de sus agujeros y pararon el primer empujón de las divisiones soviéticas. Pero la superioridad de los comunistas era aplastantes. Muchas de los núcleos (erizos) de defensa fueron aplastados. En aquellas trincheras se cubrieron de gloria soldados españoles como los capitanes Manuel Ruiz de Huidobro y Teodoro Palacios o el sargento Salamanca. Mandaba la División el general Esteban Infantes.

Los españoles se retiraron a un bosque que había tras el pueblo y allí se hicieron fuertes logrando rechazar a unos atónitos soldados soviéticos que no comprendían lo que estaba pasando. El Frente Norte alemán no se rompió, lo que seguramente provocó que, desgraciadamente, la Segunda Guerra Mundial se prologase mucho más tiempo.

En las 18 horas de combate los españoles habían sufrido 1.000 muertos, 1.500 heridos y tuvieron 200 prisioneros que pasaron a los gulags de Stalin. Ese día, en Krasny Bor, cayeron una cuarta parte de todas las bajas de la División Azul en su paso por el Frente Ruso. La ofensiva soviética fracasó por la tenacidad, valor y tozudez de los españoles. Los generales soviéticos se habían equivocado al evaluar la capacidad de combatir de los españoles. De los más de 33.000 soviéticos que se lanzaron a la batalla el 10 de febrero un tercio fueron bajas al acabar la jornada.

Dios quiera que no haya guerra en Ucrania, pero si la hay esperemos que nuestros soldados tengan el valor, el apoyo popular, los buenos mandos y la suerte que tuvieron sus abuelos hace ya casi un siglo.

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