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Barcos de fuego ingleses lanzados contra la armada española frente a Calais

La explosión de una de las naves de la Armada Invencible fue obra del espionaje inglés

El San Juan de Sicilia, navío que había escapado de la derrota de la Armada Invencible, explotó el 5 de noviembre de 1588. Originalmente se culpó a los irlandeses, pero ahora se sabe que el hundimiento fue causado por agentes que trabajaban para Sir Francis Walsingham, «el maestro de espías»

La leyenda cuenta que el San Juan de Sicilia, terriblemente dañado por las tormentas del Atlántico Norte y cargado con un tesoro de 30 millones de ducados de oro, atracó en el puerto de Tobermory en la isla de Mull, Escocia.

Desprovistos de suministros y de material para poder arreglar el navío, la tripulación llegó a un acuerdo con los isleños en el que estos aceptaron ayudarles con las reparaciones a cambio de que los españoles les ayudasen a luchar en una disputa interna. Sin embargo, cuando la expedición hispano-escocesa regresó victoriosa de la isla se produjeron desacuerdos en la forma del pago y tras un intenso intercambio de rehenes, los españoles zarparon a toda prisa y a los pocos minutos una gran explosión reventó y hundió el buque.

La explosión se produjo el 5 de noviembre de 1588. La versión más romántica de la leyenda explica que fue Donald McLean, uno de los rehenes que los españoles habían tomado, quien, utilizando la pólvora de la bodega, explotó el navío llevándose por delante al barco y a los españoles que iban dentro. Pero ahora se sabe que el hundimiento fue causado por agentes que trabajaban para Sir Francis Walsingham, 'el maestro de espías'.

Sir Francis Walsingham, 'el maestro de espías'

Timothy Ashby, historiador y autor de la novela Elizabethan Secret Agent: The Untold Story of William Ashby, ha descubierto –en sus investigaciones para realizar la novela– una carta de su antepasado William Ashby (embajador de la reina Isabel I en Escocia y agente de espionaje) en la que revela que ayudó en el sabotaje del navío español.

Con la máxima discreción, Ashby envió a un hombre llamado John Smollet para ayudar a los españoles con suministros y velas nuevas para el navío. Seis semanas después de su llegada, y con los españoles asediando un castillo en tierra firme en nombre de los lugareños, el barco explotó después de que alguien prendiera fuego al almacén de pólvora del barco, explica el autor del libro en The Times.

Sin testigos claros, Timothy Ashby señala una de las cartas de su antepasado dirigida a Walsingham en el que hablando de la explosión identifica al «hombre que condujo el tren» a la pólvora como «el hombre conocido por su señoría y llamado Smallet [Smollet]».

«Creo que está bastante claro», ha expresado Timothy Ashby en el medio británico. «Siempre me fascinó la búsqueda de tesoros, por lo que sabía que el galeón Tobermory era uno de los grandes misterios de los naufragios. Realmente fue muy emocionante descubrir esto».

Si bien Walsingham sabía la verdad, el resto del gobierno no. Ashby le dijo originalmente al secretario de Estado de la Reina que era culpa de los «traicioneros irlandeses». Un año después, corrigió esto para decir que simplemente había sido un trágico accidente, continúa. Desde entonces, han abundado numerosas teorías.

Los españoles creyeron que se trataba de un accidente mientras trasladaban la pólvora, sin embargo el consejo privado de Escocia decidió que el jefe local había traicionado a sus invitados. Otros pensaron que fue causado por un rehén en el barco. Y unos pocos señalaron con el dedo al «mercader Smollet» y ahora han sido reivindicados.

La historiadora local Jean Whittaker también piensa que probablemente la explosión fue provocada por un agente inglés, puesto que a los escoceses no les beneficiaba en nada destrozar naves españolas que podrían serles de ayuda.

Vista de Tobermory

La leyenda del buque San Juan de Sicilia es una de las leyendas más populares de Tobermory en la que los niños recrean la historia e imaginan el navío español cargado del tesoro hundido en su bahía. Los restos del buque descansan hoy a 20 metros de profundidad. En el siglo XVIII fue izado uno de los cañones, una pieza francesa procedente de la batalla de San Quintín, que se exhibe en el castillo de Inverary. En 1906 se recuperó una pequeña fuente de plata.