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El biplano Albatros D.II, con el que el Barón Rojo consiguió la mayor parte de sus victorias

Picotazos de historia

La última hazaña del Barón Rojo

Manfred barón von Richthofen, conocido como el Barón Rojo, consiguió aterrizar uno de sus aviones a pesar de recibir una bala que le atravesó los dos pulmones y el corazón

Tenía 25 años al morir, pero su nombre, en especial el apodo con el que fue más conocido, es icónico hasta el día de hoy. Fue «as de ases» durante el primer gran conflicto del siglo XX y se le considera de los mejores pilotos de la historia. Habrán adivinado que me refiero a Manfred barón von Richthofen: el Barón Rojo.

Murió en combate el 21 de abril de 1918 y me gustaría relatarles un detalle de ese día que muchos desconocerán.

Manfred von Richthofen, el Barón Rojo

Tras su muerte, el cuerpo fue trasladado a un hangar del tercer escuadrón del Australian Flying Corp, junto a la localidad de Poulainville, donde se llevó a cabo un examen –no autopsia– del cadáver por parte del coronel médico Sinclair, y los médicos: capitán Graham y el teniente Downs.

Los informes médicos mencionan rasguños y heridas menores en la cara y la fractura de la mandíbula, probablemente al golpearse con las ametralladoras al tomar contacto con tierra, junto con una sola herida de bala. Al proceder a desnudar el cadáver, la bala se encontró entre sus ropas pero está perdida.

El proyectil entró por el costado derecho, en la línea axilar posterior, rompiendo la novena costilla y siguió una trayectoria ascendente y oblicua de 25 grados para salir por la línea axilar anterior, a una altura de un centímetro por debajo del pezón izquierdo.

Todos los testigos afirman que el avión del Barón Rojo estaba a unos 70 metros del suelo cuando debió ser alcanzado, que ascendió rápidamente hasta unos 120 metros, hizo un giro y descendió hasta el suelo. Eso concuerda con una reacción instintiva de defensa al sentirse alcanzado y luego el derribo. Pero ahí está el asunto y la prueba de lo fuera de serie que fue este aviador. La bala había atravesado los dos pulmones y el corazón, pero Richthofen en ningún momento perdió el control de su avión. De hecho, fue capaz de localizar un punto y aterrizar el aparato, muriendo nada más tomar tierra. El avión estaba intacto – no se estrelló–, fue destruido en tierra por los cazadores de recuerdos. Eso solo lo hace un As de la aviación.