Fundado en 1910

Fotografía de Alexander Wienerberger en alguna región no identificada de Ucrania durante la hambruna en 1933

Serie histórica (I)

Stalin contra Ucrania: Holomodor, el exterminio por hambre

El Holodomor, por mucho que durante años se ocultara o se negara, ha acabado convirtiéndose en la brecha más grande que separa a dos pueblos, que por historia, lengua y cultura deben ser descritos como hermanos

La fusión de dos palabras del ucraniano, «hólod» (hambre) y «mor» (exterminio), ha dado lugar al neologismo Holodomor, el «exterminio por hambre» que Stalin provocó en Ucrania a principios de los años 30: uno de los episodios más dantescos en un siglo XX que asistió a tantas tragedias.

La víctima principal fue el campesinado ucraniano, y el Holodomor, por mucho que durante años se ocultara o se negara, ha acabado convirtiéndose en la brecha más grande que separa a dos pueblos, que por historia, lengua y cultura deben ser descritos como hermanos.

El exterminio por hambre de seis millones de campesinos y pastores impuesto por Stalin tiene su origen en el odio que Marx sentía por el campesinado, al que etiquetaba de «cretino» por su apego a las tradiciones y a la propiedad. En el Manifiesto Comunista se exigían la «expropiación de la propiedad inmueble y la aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos» y la «creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo». Nótese que no se habla de «terratenientes», sino de la propiedad de la tierra en general, incluyendo por tanto a la que estaba en manos de pequeños y medianos propietarios, el grupo social más extenso en todos los países preindustriales. De hecho, se pedía su desaparición, pues debía ser sustituido por «ejércitos».

Marx conocía como se había realizado la Revolución Industrial en Inglaterra y sabía que habría sido imposible sin profundos cambios en el mundo agrario, que produjeron tres grandes efectos: la renta agraria se trasfirió a la industria, los campesinos abandonaron las aldeas y se convirtieron en proletarios y el campo generó los excedentes de alimentos necesarios para la urbanización asociada a la industrialización. Objetivos que se obtuvieron gracias a las «leyes de cercamientos», que se dictaron en Reino Unido a lo largo de un siglo (se aprobaban distrito a distrito). Estos cambios se inscriben en el marco del llamado «proceso de acumulación primitiva de capital», imprescindible para generar los vastos recursos necesarios para hacer despegar la industrialización. En la Revolución Industrial tal y como la desarrolló el capitalismo, el campesinado había sido la gran víctima. Pero como vemos, Marx no preveía algo distinto para un régimen comunista inspirado en sus ideas.

Lenin aseguró que el Imperio Zarista era una «cárcel de pueblos», que serían liberados del yugo ruso cuando se estableciera su gobierno revolucionario

Cuando Lenin se hizo con el poder en Rusia mediante su golpe de Estado de octubre de 1917 no estaba, sin embargo, en condiciones de implementar esta idea de Marx. Sencillamente: el proletariado ruso era casi inexistente, y en cambio el campesinado era el grupo social más extenso, y con mucho. Por ello no se atrevió a quitarle las tierras a los campesinos, y lo que hizo fue repartir las propiedades agrarias de los terratenientes. Es más, ante la calamitosa situación en que se hundió la economía rusa por la aplicación de los dogmas comunistas, en 1921 decretó la llamada Nueva Política Económica, que en la práctica suponía reforzar la propiedad privada de la tierra, como forma de incentivar la productividad. Sus efectos fueron extraordinarios, especialmente en regiones agrícolas tan fértiles como era Ucrania. Pero ese alejamiento del dogma de que la abolición de la propiedad privada fue considerado insoportable a largo plazo por los comunistas, que solo la aceptaban como solución temporal.

Si para asaltar y usurpar el poder Lenin tuvo que transigir con el campesinado, lo mismo ocurrió con las nacionalidades. El dogma marxista consideraba la idea de nación como un invento de la burguesía para distraer al proletariado de su realidad, la de clase oprimida. Pero dado el apego de los humanos por sus señas de identidad nacional, y para conseguir más aliados, Lenin aseguró que el Imperio Zarista era una «cárcel de pueblos», que serían liberados del yugo ruso cuando se estableciera su gobierno revolucionario, que proclamó el «derecho a la autodeterminación». El Imperio Zarista fue sustituido así por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Una de ellas fue la de Ucrania. En 1923 la República Soviética de Ucrania dio el primer decreto sobre la «ucranianización» de la vida política, administrativa, educativa y cultural.

Satalin, tenía muy claro que lo importante era realizar una industrialización acelerada de la URSS

A la muerte de Lenin, en 1924, se inició una aguda lucha por el poder, de la que saldría victorioso Stalin. Y el nuevo líder tenía muy claro que lo importante era realizar una industrialización acelerada de la URSS, y creía también que las política de descentralización habían ido demasiado lejos. La NEP entró en fase terminal en 1927, a la vez que lo hacía la política de ucranianización. En la prensa soviética empezaron a aparecer artículos sobre una aparentemente peligrosa «contrarrevolución nacionalista ucraniana» en marcha.

En 1928 Stalin puso en marcha su Primer Plan Quinquenal, que debía extenderse hasta 1932. Quería sentar las bases que él consideraba necesarias para el desarrollo económico: colectivizar la agricultura y mecanizarla, producir energía en cantidades ingentes, y crear una potente industria pesada.

Cartel del Primer Plan Quinquenal

Hasta aquella fecha, los campesinos podían pagar al Estado un impuesto en especies y vender en el mercado el resto de su cosecha. Mediante la creación de los llamados «Koljoses», Granjas Colectivas, en las que los campesinos debían ingresar obligatoriamente, la situación cambió drásticamente. Los «Koljoses» solo podían comprar a un único vendedor, el Estado Soviético, que les vendía al precio más elevado cualquier cosa que necesitaban. Y solo podían vender a un único comprador, ese mismo Estado, que les pagaba precios irrisorios y que desde ese 1928 volvió a confiscar tanta producción agraria como considerase necesaria. El campesinado, lógicamente, se opuso con toda la energía que pudo. Y en una región agrícola tan prospera como era Ucrania, ese campesinado se expresaba mayoritariamente en ucraniano, se sentía ucraniana.

A partir de 1929 los organismos de seguridad comunistas lanzaron durísimas campañas de represión, con el pretexto de acabar con diversas organizaciones nacionalistas ucranianas. Algunas eran inexistentes, otras casi irrelevantes, y otras solo existían en el exilio, pero todas ellas fueron convertidas por la policía política en poderosas organizaciones contrarrevolucionarias a las que había que liquidar. La prensa comunista alertaba contra el «peligro» que suponían la Unión para la Liberación de Ucrania (SVU), el Centro Nacional Ucraniano (UNT), la Organización Militar Ucraniana (UVO), y la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN). Se estaba creando el oportuno caldo de cultivo para justificar la represión.

Pero el enemigo por definición para las ambiciones comunistas en el campo era una figura bautizada como «el Kulak», el campesino acomodado. Un enemigo «de clase» al que había que exterminar. El próspero campesinado ucraniano fue presentado como una masa de «Kulaks».

[Continúa en Stalin contra Ucrania: el Kulak, el enemigo de las ambiciones comunistas]