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Tanque Renault F-17 español en la Guerra del Rif

Centenario de las unidades acorazadas españolas

Ensayo y error: carros de combate autóctonos españoles

Formidable arma de guerra y, por tanto, codiciada por todos los ejércitos. España tuvo necesidad de conseguir carros de combate para emplearlos en las campañas de Marruecos

El carro de combate es, desde su aparición en los campos de batalla en 1916, una formidable arma de guerra y, por tanto, codiciada por todos los ejércitos. Las naciones productoras han sido, en consecuencia, cicateras para exportar carros de combate, especialmente los modelos más modernos, que por otra parte tienen una vertiginosa evolución.

España tuvo necesidad de conseguir carros de combate para emplearlos en las campañas de Marruecos. Pero, una vez terminada la Gran Guerra Europea, tuvo serias dificultades para conseguirlos de Francia que los consideraba de valor estratégico.

Posteriormente, los EE.UU., en 1954, proporcionaron carros M-47, que no se pudieron emplear en los conflictos de Ifni y Sahara de 1957 a 1958, por las limitaciones impuestas en el acuerdo de ayuda mutua. Se intentó, para solucionar este problema, comprar carros Leopard 1 a Alemania, pero no se consiguió porque el cañón era de fabricación inglesa, y su gobierno vetó la compra.

Las razones anteriores movieron al Ejército español, en varias ocasiones, a conseguir ser autosuficientes en el diseño y fabricación de carros de combate que, como es evidente, no consiguió los frutos deseados. Citaremos, a continuación, los intentos más sobresalientes.

Primer intento: carro ligero Trubia

Nació de las necesidades observadas en las campañas de Marruecos y estuvo, lógicamente, inspirado en el carro francés FT-17, empleado en aquel escenario. Su diseñador fue el capitán de Artillería Carlos de Toledo, en 1925, y el nombre del carro lo debe a que se fabricó en la Fábrica de Armas de Trubia (Asturias).

Introdujo, con respecto al modelo francés, las siguientes mejoras:

• Mayor potencia de fuego, al tener una torre articulada en dos partes superpuestas y con giros independientes. Cada parte con una ametralladora, y troneras para los tripulantes.

• Mejoraba el sistema de rodaje, la velocidad y la autonomía.

Los primeros cuatro prototipos salieron de fábrica entre los años 1928 y 1934, pero para entonces ya estaban desfasados, dentro del contexto europeo.

Carro blindado Landesa

La fábrica de Trubia trató nuevamente, sobre 1932, de desarrollar y fabricar una versión acorazada y armada con una ametralladora de 7 mm, sobre la base del tractor Landesa, en desarrollo en la misma factoría. Debe su nombre a su diseñador, comandante Landesa. El inicio de la Guerra Civil lo truncó.

Carro blindado Landesa Turbia A4

Carro de combate Trubia Naval

La fábrica Trubia trató volvió a diseñar otro carro de combate, pero al comienzo de la Guerra Civil solo estaba sobre planos, que fueron llevados a Bilbao.

Sobre los planos anteriores, la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN), con sede en Sestao, fabricó el carro de Combate Trubia Naval, aunque de menor tamaño que el diseño original, y sustituyendo el cañón de 40 mm, por dos ametralladoras. Estos carros fueron empleados por el ejército vasco en los combates de Urquiola y de Peña Lemona, sin conseguir para la ofensiva del Ejército Nacional y la conquista de Bilbao.

Todos terminaron destruidos o capturados por los nacionales, asignándoles cometidos auxiliares.

El tanque ligero Verdeja

El Ejército Nacional empleó en la Guerra Civil (1936-1939) carros de combate alemanes Panzer I, italianos CV-33 y rusos T-26, estos últimos capturados al enemigo y muy superiores a sus contrincantes.

El comandante Verdeja, del Ejército Nacional y en plena guerra, desarrolló un prototipo de tanque ligero, para mejorar las capacidades de los modelos que estaban combatiendo en suelo patrio.

El primer prototipo fue probado a finales del año 1938 (Verdeja 1) y el segundo prototipo (Verdeja 2) con mejoras sobre el anterior, fue entregado en el año 1944. Ambos modelos presentaban sustanciales mejoras sobre los modelos de referencia, combinando la movilidad de los modelos y alemanes con la potencia de fuego del T-26, y con una protección (coraza) similar.

Sin embargo, la preguerra y la Segunda Guerra Mundial dejaron obsoleto el tanque Verdeja antes de que entrara en producción. Los nuevos carros alemanes y rusos eran muy superiores en movilidad, autonomía, coraza y potencia de fuego.

La comisión española, que visitó al Ejército alemán en el verano de 1939, constató que Alemania tenía en servicio tanques con superiores características: los modelos T IV con un cañón de 75 mm y tres ametralladoras de 7,92 mm, y el T V con dos cañones, uno de 75 mm y otro de 27 mm, y cuatro ametralladoras.

Los carros T-34 rusos, empezaron a salir de fábrica en 1940, con un cañón de 76,2 mm y dos ametralladoras de 7,62 mm, y al que tuvieron que enfrentarse los españoles en la batalla de Krasny Bor, el 10 de febrero de 1943.

Los nuevos modelos de carros de combate, que superaban ampliamente a los prototipos nacionales, más que por las posibles dificultades industriales para su producción, provocaron el abandono de la fabricación del tanque ligero Verdeja.

España ha fabricado, bajo licencia, los tanques AMX-30 francés y el Leopardo germano. Aunque hubo un plan controvertido (Lince), en la década de los 80 del pasado siglo, para fabricar un híbrido entre los carros AMX y Leopard, que no salió de los despachos.

No es necesario (o no debe serlo) recordar la importancia de una industria militar nacional, para tener una disuasión defensiva creíble que, junto a otros factores (política exterior, ejércitos con capacidades de combate y una deuda exterior asumible, etc.) impiden que una nación y su gobierno no sean unos mindundis en el concierto internacional.