Conflictos postsoviéticos
Hacia la disolución de la URSS: la muerte de Breznev y los duros años ochenta
En un modelo socialista de control férreo, la identidad nacional quedaba limitada al folclore, en muchos casos mal visto y perseguido
Para entender la caída de la URSS debemos ser capaces de analizar la década previa a la caída, si los años noventa son los años del desmembramiento del socialismo a nivel mundial casi de forma definitiva, salvo en pequeños reductos como en Corea del Norte o Cuba; las causas variopintas, pero contundentes pusieron fin al temible y temido bloque del este abriendo una etapa de inestabilidad que perdura hasta hoy siendo Ucrania el último de una serie de conflictos armados en el espacio postsoviético.
De entrada, los años ochenta fueron marcados por la crisis de la gerontocracia soviética. Con la muerte de Breznev en 1982, el gobierno pasaba a manos de otro anciano, el ex jefe del KGB Yuri Andropov. Este falleció en 1984 y fue sustituido por un senil Konstantin Chernenko desde el 13 de febrero de 1984 hasta el 10 de marzo de 1985 año en el que moría y era sustituido por Mijail Gorbachov.
La crisis de gobierno, cuatro líderes soviéticos en el lapso de 1982 a 1985 eran demasiados, además con la llegada al poder de Gorbachov tras la era soviética significaba la llegada de la generación Jrushev. Una generación de líderes que pretendían volver al modelo de la distensión y de las relaciones cordiales con Occidente y que chocaban con los intereses de la vieja guardia soviética postestalinista de la era de Breznev.
El fracaso de las reformas
Junto a esto, Gorbachov impuso dos modelos: Glastnost y Perestroika. La Perestroika consistía en una serie de medidas económicas basadas en la intención de superar el anquilosamiento económico de la era anterior caracterizada por el comunismo ortodoxo frente a la tímida liberalización de Jrushev. Algo a lo que Gorbachov, a través de la Perestroika, quería volver para asegurar un crecimiento económico y garantizar a la URSS de una forma parecida al tránsito chino del comunismo de Mao al actual modelo mixto. Pero fracasó provocando una profunda crisis económica y debilitó el ya herido tejido socioeconómico soviético.
En paralelo a esto se dio el modelo de la Glastnost, una perestroika social, con la cual se intentó acabar con la censura y se produjo una progresiva liberación de presos políticos, aumentando el modelo de libertades individuales y salvaguardando el carácter socialista del estado; sin embargo, esta liberación social (muy tímida) unida a la profunda crisis por el fracaso de la perestroika significó que aumentaron las protestas y se dio inicio al desfile de nacionalidades.
En un modelo socialista de control férreo, la identidad nacional quedaba limitado al folclore, en muchos casos mal visto y perseguido. Sin embargo, ese folclore fue incapaz de ser erradicado por el modelo socialista, de tal forma que el conjunto de Perestroika y Glastnost implicó que se produjera el desfile de nacionalidades, un movimiento que significó que el modelo de la URSS pasaba a un modelo presidencialista y el sistema legislativo pasaba al Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética. En la primera sesión de este congreso, Boris Yeltsin se rebeló y proclamó el derecho de soberanía de los pueblos de la URSS por encima de la propia URSS (teoría que acabaría cristalizando en la Comunidad de Estados Independientes).
A todo esto, durante los últimos estertores de la URSS, Alemania comenzaría a realizar movimientos para su unificación desde Bonn (Capital de Alemania Occidental) y aunque Hans Modrow fue elegido en 1989 para armonizar ambos países, el objetivo no era la unificación, aunque al final se acabó siendo la RDA fagocitada por la RFA en la cual se liberalizó la economía comunista y se armonizaron la policía, los servicios secretos y demás.
En paralelo a esta unificación comenzó a germinar con base en el desfile de nacionalidades la disolución de otros Estados como Checoslovaquia que, en 1993, acabó dividiéndose de forma pacífica entre República Checa y Eslovaquia.
Sin embargo, este desfile de nacionalidades fue el inicio del tratado de Belavezha entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia que ponía fin a la URSS, a pesar de que el referéndum votado daba una amplia victoria a la opción de continuar existiendo. Esta disolución provocó que, de repente, comunidades enteras acabasen divididas en Estados, siendo en unos mayorías dominantes y, en otro, minorías marginadas, generando problemas de irredentismo, nacionalismo separatista y conflictos internos de diversa índole que ha ayudado a crear una zona totalmente inestable.
En paralelo a esto, a la caída económica tras el fracasado liberalismo de la Perestroika, la contraproducente e ineficiente Glastnost y su consecuencia más inmediata: el desfile de nacionalidades, hay que exponer más crisis.
Afganistán
Este país de Asia Central está situado en el corazón del Heartland, la isla-mundo de la teoría de Mackinder. Según esta teoría tenemos a Afganistán como una zona del área pivote del dominio del mundo. Afganistán, sin embargo, es un país mísero, que no pobre. Un país pobre es rico comparado con Afganistán, que ha demostrado ser una trituradora de Imperios. Tal vez, su fuerza sea la capacidad de resistencia y la incapacidad de perder debido a que no tienen nada más que su tierra.
Británicos, pero antes chinos, indios, mongoles o persas, sufrieron terriblemente para controlar un área siempre rebelde y dispuesta a combatir. Los soviéticos, y más tarde los norteamericanos, sufrieron sus consecuencias y tuvieron que huir corriendo del país, unos a través del puente de la amistad a finales de los ochenta y otros volando en sus aviones en 2021.
Afganistán junto con Finlandia fueron las dos únicas guerras que los soviéticos perdieron. Y si bien Finlandia fue una guerra pequeña que estuvo solapada por la Segunda Guerra Mundial, Afganistán fue un ejercicio de soberbia de Breznev tras el asesinato de Taraki que llevó, contra la idea de Gromiko, a entrar en el país. La guerra comenzó en 1979 y terminó con la retirada pacífica en 1989.
El gasto económico, el número de muertos y el temor, confirmado en los noventa, de que el radicalismo islámico se extendiera a las zonas soviéticas tras la instauración de la República Islámica de Irán en las fronteras soviéticas y un Afganistán radicalizada también, hizo que el gobierno ruso lanzara una ofensiva que no fue capaz ni de controlar el terreno ni sostener al gobierno que apenas duró tres años más hasta su caída definitiva en 1992. La guerra fue un desastre y al final no pudieron controlar el terreno y tuvieron que retirarse en plena crisis socioeconómica.
Ante el final de la URSS
Junto a esto, sin ser menospreciado, el accidente de Chernóbil fue otro elemento que hizo mucho daño a la URSS por la ineficiencia de la cadena de responsabilidad, la obediencia ciega a los dictados del partido y del KGB, el tremendo golpe al prestigio tecnológico socialista y el ingente gasto que se produjo en plena crisis, unido a los muertos directos e indirectos de la catástrofe, supuso un duro golpe al proceso liberador iniciado por Gorbachov un año justo después de llegar al poder, ya que el accidente en la planta nuclear se produjo en 1986.
Junto a esto, el terrible terremoto de Armenia de 1988 supuso otro ingente gasto de dinero y recursos que terminó de herir las arcas del estado. Esta situación caótica que se dio en un lapso de cinco años y la creciente rebeldía de Yeltsin hizo que el KGB lanzara un golpe de Estado que acabó con un contragolpe. ¿La razón?, el Tratado de la URSS, que según los planes de Gorbachov, iba a sustituir el país por la Unión de Repúblicas Soberanas Soviéticas (continuaría el acrónimo CCCP), aunque en el borrador final se llamaría Unión de Estados Soberanos.
El KGB escuchó y vigiló a Gorbachov, Yeltsin y Nazarbayev (Presidente de la RSS de Kazajistán) donde interceptaron la idea de Gorbachov de sustituir a los comunistas de línea dura por acólitos reformistas y a lo que el jefe del KGB, Vladímir Kryuchkov, se negó y organizó el golpe de Estado de 1991 que comenzó el 19 de agosto y terminó el día 21 con un fracaso rotundo. Esto hizo que las piezas de la URSS se terminaran de descomponer, el contragolpe no fue de los reformistas de Gorbachov, sino que recayó en los líderes de los estados asociados, siendo Yeltsin el más importante de todos ellos.
Cuatro meses después acabaría la URSS, que sumida en una derrota total en Afganistán, con un accidente nuclear, el mayor de la historia; un proceso de liberalización que acabó creando una corte de oligarcas que tomarían el poder en los noventa, con un último estertor inútil con el golpe de Estado del KGB en agosto de 1991 y la incapacidad de controlar a las masas, el resultado fue una reforma totalmente fallida que acabó por derrumbarse como un castillo de naipes que terminó ahogando al espacio postsoviético salpicándolo de guerras que analizaremos en las siguientes entregas.