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Churchill, Roosevelt y Stalin reunidos en la Conferencia de Yalta antes de terminar la Segunda Guerra Mundial

Cuando la relación de Rusia con Occidente era cordial

A finales del XIX y principios del XX, cuando la aristocracia aún formaba parte de los estratos más importantes de los gobiernos europeos, Rusia mantuvo una estrecha colaboración con Europa durante más de cuarenta años

Las relaciones de Rusia con Occidente a lo largo del siglo XX fueron cordiales en momentos coyunturales, siendo en su mayoría distantes y conflictivas. Estas colaboraciones momentáneas tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial y durante la Rusia de Yeltsin. En el primer caso, se comprendió en el contexto de la guerra y la obligación de vencer a Alemania, lo que obligó a la Unión Soviética a colaborar con Roosvelt y Churchill para vencer al enemigo común. Sin embargo, tres años más tarde del final del conflicto, en 1948, todo volvió a su estado natural y a una deliberada confrontación de los soviéticos con Occidente. En el caso de Yeltsin, una Rusia asfixiada económicamente tras el desmantelamiento de la URSS, propició que en la década de los noventa hubiese un cierto grado de colaboración con Estados Unidos en materia de ayuda económica.

Bajo estas excepciones subyacía un debilitamiento de Rusia y no tanto una visión exterior que le acercara a Europa, bien fuera por la invasión alemana o por el desgaste de un sistema económico que se mostró improductivo. Sin embargo, a finales del XIX y principios del XX, cuando la aristocracia aún formaba parte de los estratos más importantes de los gobiernos europeos, Rusia mantuvo una estrecha colaboración con Europa durante más de cuarenta años.

Congreso de Viena, pintura de Jean-Baptiste Isabey , 1819

Tras las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena de 1815, Rusia se había mantenido distante respecto a los temas europeos, con la salvedad de los Balcanes (dónde quería tener una mayor influencia) y la guerra de Crimea de 1853, que detuvo su expansión territorial hacia el estrecho de los Dardanelos y su dominio de la salida al Mediterráneo a través del Mar Negro. En general, sus intereses habían virado hacia Asia y se centraban en la adquisición de nuevos territorios en las zonas de Kazajistán, Uzbekistán…, lo que confrontaba directamente con los intereses británicos en la India. Asimismo, a mitad del siglo XIX había conquistado importantes regiones del Cáucaso como Chechenia y, a finales del mismo siglo, había aumentado su influencia sobre los debilitados Qing (familia imperial china) que le concedió la explotación de Port Arthur en el Pacífico.

La paz en Europa depende de una voluntad extranjera, la del zarJules Cambon, embajador francés en Berlín

El pacto de los tres emperadores

Las relaciones de Rusia con una parte de Europa se estrecharon a raíz de la guerra franco-prusiana de 1870-1871. Tras la victoria prusiana, el canciller Bismarck era consciente de que el resentimiento de los franceses iría creciendo junto con su voluntad de vengarse y recuperar los territorios de Alsacia-Lorena. El canciller alemán ideó entonces una serie de alianzas con las diferentes potencias que aislaran a Francia y la incapacitaran para iniciar una guerra. En 1872 se firmó el pacto de los tres emperadores entre Alemania, Rusia y Austria-Hungría, empezando una colaboración directa de Rusia con Europa que finalizaría en 1917.

De izquierda a derecha: Francisco José I , Guillermo I y Alejandro II el 22 de octubre de 1873 en el Palacio de Schönbrunn

Con el congreso de Berlín de 1878, donde se les otorgaba a los austriacos el control de Bosnia, las relaciones entre Austria y Rusia se enfriaron, poniendo fin al pacto de los tres emperadores y obligando a Bismarck a firmar un tratado secreto de reaseguro con Rusia que garantizaba la neutralidad de Alemania en caso de guerra entre Rusia y Austria y la neutralidad de Rusia en caso de guerra entre Alemania y Francia. Con la llegada de Guillermo II al trono alemán en 1888, Alemania inicio una carrera armamentística que sembró el temor entre las diferentes potencias europeas. Guillermo II no renovó el tratado de reaseguro con Rusia, lo que obligó al país zarista a buscar otras alianzas en Europa que frenasen un mayor poder de Alemania.

La Triple Alianza

Entre 1891 y 1894 las relaciones entre Rusia y Europa dejaron de limitarse a pactos militares y defensivos. El zar Alejandro III vio en Francia un potente aliado no solo para combatir a Alemania en dos frentes en una futura guerra, pues se acababa de renovar la Triple Alianza (Alemania, Austria e Italia), sino para desarrollar su economía predominantemente agrícola. En 1892 ambos países firmaron la Convención Militar, un pacto mediante el cual se comprometían a defenderse mutuamente en una guerra europea. En la última década del XIX y principios del XX, el zar Nicolás II, que había sucedido a su padre en 1894, emitió numerosos empréstitos que fueron respaldados por la bolsa francesa por valor de miles de millones de francos, pudiendo desarrollar el tejido industrial ruso en las ciudades de Moscú y Petrogrado, así como construir una extensa infraestructura que pudiese sostener la producción de su industria.

En 1904, Reino Unido y Francia firmaron la Entente Cordiale, poniendo fin a su histórica rivalidad. Ese mismo año, la intención del zar Nicolás de ampliar los territorios rusos en Asia le llevó a la guerra con Japón. La guerra acabó en 1905 con derrota para el imperio zarista, sin embargo, tuvo sus ventajas en las relaciones con Reino Unido. La rivalidad entre británicos y rusos se había extendido a lo largo del XIX con base en las posesiones asiáticas. La derrota rusa confirmó a los británicos que estos no suponían ninguna amenaza a sus posesiones de la India y junto con la primera crisis marroquí que propició Alemania, dio el último impulso para que Londres firmará en 1907 la Triple Entente con Rusia y Francia.

Desde entonces, la colaboración o relación de Rusia con Occidente, no ha constado de tanta cordialidad como la que tuvo a principios del XX, viendo en Europa a un enemigo cuyo mayor propósito es la aniquilación de Rusia.

A pesar de que el papel que juega hoy Rusia en el contexto internacional es diferente al que jugó a principios del XX, me remito a lo que apuntó Jules Cambon (embajador francés en Berlín) el 28 de julio de 1914, tras la declaración de guerra de Austria a Serbia y que después de más de 100 años sigue vigente: «Hoy, el destino de Francia y el mantenimiento de la paz en Europa dependen de una voluntad extranjera, la del zar».