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Odiseo con un píleo

La libertad hecha prenda: el gorro que liberaba a los esclavos romanos

La plebe de Roma salió a las calles tras la muerte de Nerón con el píleo como signo claro de manifestar que la ciudad había obtenido la libertad gracias a la muerte del tirano

En incontables ocasiones tenemos la oportunidad de presenciar, y algunos incluso de apreciar, La Libertad guiando al pueblo, óleo sobre lienzo de Eugène Delacroix conservado en el Museo del Louvre de París. Sobre esta obra hay que apuntar dos datos, uno bastante breve y tonto (pero por lo que he podido comprobar en mi experiencia docente, muy necesario), y el otro, amplio y sumamente sugerente. El primer apunte es que la obra no simboliza la Revolución francesa, es decir, no representa la gran Revolución que estalló en Francia en 1789 y que acabó con el reinado de Luis XVI en 1792, sino una de las revoluciones liberales de 1830, concretamente la de julio o de las Tres Gloriosas (por las jornadas que duró), cuando se depuso al monarca Carlos X y se aupó al trono a Luis Felipe de Orleans, conocido, con sorna o sin ella, como «Felipe Igualdad» o «El rey ciudadano». El segundo apunte es que el elemento que aporta el significado de libertad a la escena no es ni la bandera tricolor, ni la mujer, ni su pecho descubierto al «puro estilo Delacroix», como canta Rigoberta Bandini… Es el gorro.

La Libertad guiando al pueblo, de Eugene Delacroix

La Libertad que aparece en la obra de Delacroix, y que sirvió de prototipo para crear a Marianne, la personificación de la República Francesa que hoy puede verse en el logo de las instituciones gubernamentales francesas, carecería de significado sin la prenda que lleva en la cabeza: el pilleus (píleo), o gorro frigio. De origen oriental, el píleo dejó su impronta en toda la cultura mediterránea antigua. Los dioses gemelos, Cástor y Pólux, los Dioscuros, dos de las principales deidades del panteón romano (y que son objeto de la mayoría de las imprecaciones romanas en las obras literarias, junto con Hércules), portaban esta prenda. Pero, ¿qué tenía que ver esta prenda con la libertad?

Cuando un esclavo obtenía su libertad, se rapaba la cabeza y usaba en lugar un píleo

Cuenta Suetonio en su obra Vidas de los Doce Césares que Nerón «murió a los 32 años de edad […], y su muerte produjo una alegría pública tan grande, que la plebe corrió por toda la ciudad llevando en la cabeza el gorro frigio», es decir, el pilleus. De hecho, Suetonio utilizó la expresión plebs pilleata que quiere decir tocada de pilleus. Evidentemente, Suetonio estaba escribiendo para los romanos de su época, que sabían la significación del pilleus, y por ello no ahondó más en la cuestión. ¿A qué se debió esta reacción de la plebe, y por qué luego lo tomaron los liberales de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX?

Así, señalaba Tito Livio en su Ab Urbe condita que, en el marco de la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.), durante la campaña romana de Sicilia, la ciudad de Siracusa «dio la libertad a los esclavos», servi ad pilleum vocati, literalmente «se llamó a los esclavos al pilleus». «Entre los romanos –señalaba Diodoro de Sicilia– el gorro de fieltro era el emblema de la libertad. Cuando un esclavo obtenía su libertad, se rapaba la cabeza y usaba en lugar de su cabello un pilleus sin teñir».

Relieve que representa la manumisión de los esclavos. Mármol, siglo I a. C.

El hecho de que, según Suetonio, la plebe de Roma saliera por las calles de la ciudad con el píleo tras la muerte de Nerón era una manera inconfundiblemente clara de manifestar que la ciudad había obtenido la libertad gracias a la muerte del tirano, pues, efectivamente, en la antigua Roma existía la costumbre (aunque no se encuentra como tal en las leyes) de otorgar con un píleo al esclavo que era manumitido, es decir, al que se le concedía la libertad. No era la primera vez que se utilizaba el pilleus como símbolo de liberación de la ciudad de un tirano. Tras el asesinato de César, Marco Junio Bruto, uno de los participantes en el magnicidio, acuñó una serie monetal en torno al 42 a.C. donde los protagonistas del reverso eran dos dagas (pugiones) a cada lado y un píleo en el centro, sobre la inscripción EID·MAR (Eidibus Martiis, es decir, «idus de marzo»). El mensaje era inequívoco. Un áureo de esta serie monetal fue especialmente conocido cuando en octubre de 2020 fue vendido por la bárbara cantidad de 2,7 millones de libras (en torno a tres millones de euros).

Dineros aparte, hay que recordar la importancia que la tradición clásica tuvo a lo largo del siglo XVIII durante el apogeo del Neoclasicismo, no solo en Francia, sino en toda Europa y sus dominios (también posteriormente en los EE. UU.). El píleo, primero, como podía verse en los carteles de propaganda revolucionarios de 1792, y la Libertad con el pilleus después, como en el ya citado cuadro de Delacroix, y finalmente la personificación de la República Francesa en la imagen de Marianne (logo oficial en la actualidad del Estado francés), simbolizarían la liberación de los franceses de lo que consideraban la tiranía monárquica del Antiguo Régimen, por supuesto según el discurso revolucionario liberal, como en la antigua Roma había simbolizado la liberación de los tiranos por parte del pueblo, y la adquisición de la libertad por los esclavos.