¿Asesinó Hernán Cortés a Catalina Suárez?
Los enemigos de Cortés estuvieron encantados de atribuirle la muerte de su primera esposa, incorporándola como un nuevo delito a su leyenda negra
Hernán Cortés es un personaje tan excesivo en todas sus facetas que su biografía, a caballo entre el mito y la realidad histórica, daría para varias novelas y una de ellas, sin duda, tendría que ser la relativa a la muerte de su primera esposa, Catalina Suárez.
¿Qué ocurrió la noche del 1 de noviembre de 1522 en la residencia de Cortés en Coyoacán? ¿Fue Catalina Suárez estrangulada por su marido aquella noche tras la fuerte discusión que mantendrían ambos?
Catalina Suárez Marcaida (Juárez o Xuárez para algunos documentos de la época) fue la primera esposa de Hernán Cortés. Catalina era hermana del noble castellano Juan Suárez de Peralta. Afincada primero en la española, viajaría a Cuba alrededor de 1512 con su hermano. Allí conoció a un joven y ambicioso extremeño, Hernán Cortés, con quien contraería matrimonio unos años más tarde. No se conocen en profundidad los detalles de la relación entre ambos, aunque todo parece indicar que, tras acostarse con ella, el joven Cortés se vio presionado, tanto por la familia Suárez como por el propio Gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, para que contrajese matrimonio.
En este punto tenemos que trazar una breve semblanza sobre la azarosa vida sentimental del de Medellín. A Hernán Cortés se le podría considerar lo que hoy día se denomina como «depredador sexual». Llegó a tener once hijos con seis mujeres diferentes y tuvo incontables amantes, tanto españolas como indígenas. Después de la batalla de Centla y tras despachar a España al capitán Portocarrero, Cortés mantendrá como amante a una nahua rebautizada como doña Marina que será su futura interprete, desempeñará un papel muy destacado en la conquista y con quien tendrá un hijo reconocido, Martín Cortés. Con la llegada a Nueva España de su esposa, termina con Marina, con quien, por otro lado, nunca había mantenido una relación monógama. De hecho, en Tenochtitlan, habría mantenido relaciones, entre otras, con dos hijas de Moctezuma, según afirmó Vázquez de Tapia y después de la muerte de Catalina tendría un hijo con una de sus mujeres soldado, Elvira Hermosilla, esposa de Juan Díez del Real.
Las posibles causas de la muerte
Hasta que finaliza la conquista, su primera esposa, Catalina Suarez, permaneció en Cuba, Cortés enviará a su hermano a por ella y se instalan en una amplia residencia en Coyoacán. Esta es la época en la que el de Medellín celebra el final de la conquista con grandes banquetes e interminables fiestas. En una de ellas, Catalina fue encontrada muerta en su dormitorio. La madre de Catalina le acusaría de haberla estrangulado tras una discusión, (aunque en realidad discutían a diario). Nunca se sabrá a ciencia cierta lo que ocurrió la noche que murió Catalina Suarez. Cortés estaba, al parecer, embriagado y no sería del todo descartable que en el ardor de la discusión y como futuro Gobernador, (lo sería oficialmente al año siguiente), sintiéndose por encima del bien y del mal, la hubiese estrangulado, como señaló la sentencia del juicio administrativo que le condenó a pagar una indemnización económica a los familiares de Catalina y en los que pesaron algunos testimonios del servicio que dijeron observar marcas en el cuello y una gargantilla rota. También contarían en su contra su declarada ambición y que, con un futuro marquesado en ciernes, una aristócrata de segunda fila como Catalina, de la que obviamente no parecía estar enamorado, le supusiese un estorbo. Así como el que se apresurase a enterrar el cadáver sin darle tiempo a la familia para que la viese.
No obstante, la causa del fallecimiento también pudo deberse a una muerte por un fallo cardíaco u otro motivo derivado del ataque de nervios y el estrés causado por la discusión, cuyo recurrente motivo eran las infidelidades de su marido. Catalina era mujer enfermiza, asmática y débil, que había tenido episodios de perdida de conciencia y desvanecimientos y en su familia había antecedentes de muertes repentinas, (nada menos que dos hermanas suyas) y estas, en cambio, fueron las razones que más pesaron en el juicio penal de residencia que le absolvió y en el que se tuvieron en cuenta testimonios de personajes respetables como Juan González Ponce de León, quien afirmó que aquella noche Catalina le había confesado que se sentía mal. También su doncella de confianza, Juana López, desmintió lo de los moratones en el cuello y la gargantilla.
Lo cierto es que Cortés en su calidad de potencial gobernador tenía a su alcance métodos mucho menos drásticos para librarse de su esposa sin tener que arriesgarse a un asesinato. De hecho, no le hubiese sido difícil pedir la anulación de su boda argumentando que había sido casado bajo coacción, con lo cual sería muy sorprendente que una persona de su inteligencia y posición optase por librarse de Catalina de esa manera, arriesgándose a perder su cargo o incluso a penas muy graves si hubiese sido hallado culpable en el juicio de residencia. Por otra parte, durante la década siguiente mantuvo muy buenas relaciones con toda la familia Suárez a excepción de la madre de Catalina.
En cualquier caso, para los enemigos de Cortés y muy especialmente tras la persecución implacable del personaje que se produce en algunos sectores de un México ya independiente en el siglo XIX, el juicio válido fue el administrativo y estuvieron encantados de atribuirle, sin el menor atisbo de duda, la muerte de su primera esposa, incorporándola como un nuevo delito a su leyenda negra. Para sus admiradores y defensores, el juicio valido fue el juicio penal de residencia y han considerado este episodio como un intento de empañar su figura. Dado que entre los compañeros de Cortés no había ninguno con las dotes de Sherlock Holmes y que el único vidente, Blas Botello, había fallecido durante la Noche Triste, el misterio de la muerte de Catalina se sumará al de tantos otros que envuelven la conquista del imperio mexica, como la propia muerte de Moctezuma o el paradero del tesoro de Axayacatl.