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Esclavos chinos en Cuba

Los esclavos chinos en Cuba: la promesa de trabajo convertida en explotación

Los primeros esclavos llegaron a la isla de Cuba en 1846. Jurídicamente eran hombres libres comprometidos a prestar servicios a su patrón durante ocho años, pero la realidad fue otra

La producción azucarera en la isla de Cuba durante el siglo XIX estuvo basada principalmente en la explotación de esclavos como materia prima para recoger la caña de azúcar. Durante el siglo XVIII el trabajo lo realizaron esclavos negros venidos de África. A mediados del 1840 entró en crisis el esclavismo africano. Se pensó en introducir braceros blancos, gallegos y catalanes, pero también fracasaron. Luego se pensó en introducir indios yucateros, pero el gobierno de México lo prohibió. Al final se introdujeron culíes o coolies chinos procedentes de Macao y Cantón. El término «culíes» o «coolies» es el apelativo que se utilizó para designar a los cargadores y trabajadores, con escasa cualificación, procedentes de los países asiáticos.

Eran esclavos al servicio de los hacendados españoles afincados en Cuba

Los primeros culíes llegaron a la isla de Cuba en el 1846. Eran hombres libres comprometidos a prestar servicios a sus patrón durante ocho años. Esta era la concepción jurídica que se le dio en aquel momento. La realidad es que fueron tratados de manera inhumana. El término «hombre libre» no existía. Eran esclavos al servicio de los hacendados españoles afincados en Cuba. A partir de esta fecha, anualmente llegaron cientos de culíes a la isla. El número máximo fue en 1858 con 13.000 esclavos chinos.

Según los datos oficiales publicados en 1874 por la Comisión Central de Colonización de La Habana, el 93 % de los 124.214 culíes oficialmente desembarcados en Cuba procedían de la provincia de Guangdong, sólo el 6 % de la de Fuchién y menos del 1 % de Filipinas y otros lugares.

La situación de esos hombres era extrema. A parte de recibir castigo físico, estaban endeudados con los hacendados o sus agentes en China para costearse el billete a Cuba. Al llegar a la isla se manipulaba la deuda y, concluidos los ocho años aún eran deudores. Los que consiguieron saldar la deuda, al finalizar aquel periodo de ocho años, eran tan pobres que no podían comprar un billete de regreso a China. Aquí no acababa su pesadilla. Al estar sin trabajo y sin hogar, eran confinados en depósitos o cárceles. Solo podían salir de ellas si un hacendado los contrataba por un periodo de ocho años de trabajo. Con lo cual volvían a ser esclavos y nunca conseguían librarse de esta condición.

De esta manera cubrían los hacendados el déficit de mano de obra negra y el Estado reglamentaba la vida y el trabajo de los culíes. Tengamos en cuenta que la producción azucarera en Cuba era el principal negocio, luego venía el tabaco. Los datos hablan por sí solos. En la década del 1850 se produjeron unas 400.000 toneladas anuales de caña de azúcar, en la década siguiente 700.000 toneladas anuales y en la del 1870 llegaron a las 780.000 toneladas anuales.

Entre 1847 a 1874 llegaron a Cuba alrededor de 130.000 chinos. Como hemos dicho, muy pocos pudieron regresar. Los motivos son muy diferentes. Muchos fallecieron por vejez o enfermedad, o por malos tratos o por suicidios. Otros pocos consiguieron la protección del cónsul portugués Elça de Queiros, o al haber llegado a Cuba desde California, lograban acomodarse y dedicarse al comercio, abriendo establecimientos de frutería y hostelería.

Un giro en sus condiciones de trabajo

El último barco con culíes chinos llegó a la Isla de Cuba en el 1874. ¿Por qué finalizó de repente el comercio esclavista? El comisionado Chin-lan-pin confeccionó un informe al Imperio chino. Lo que ahí vio fue tan horrible que no tuvo más remedio que explicar la realidad. Lo que vio en los campos y en los depósitos-cárceles era deleznable. A partir de ese momento se cerró cualquier tratado de inmigración entre España y China. Hubo un intento de seguir con el tráfico de esclavos chinos a la isla de Cuba y, por eso, se creó la Sociedad de Importación de Trabajadores Libres, pero esta sociedad fracasó.

El 17 de noviembre de 1877 se firmó el Tratado hispano-chino de emigración. Al mismo tiempo se publicaban las Bases bajo las cuales se establecía en La Habana una Compañía de Comandita en la que podías tener parte además de los comerciantes e industriales quienes quisiesen concurrir a ella (La Habana, 1878). En su artículo cuarto del Tratado se decía que el Emperador de China no se apondría a la emigración por cuenta propia. Por su parte, el artículo cuarto de las Bases especificaba que la Sociedad adelantaría fondos a los trabajadores. Dos artículos contradictorios, pues no irían a Cuba por cuenta propia, sino como esclavos camuflados.

La mayoría nunca dejaron de ser esclavos y no ganaron el dinero suficiente para comprar un pasaje de regreso a China

Sin embargo, aquel artículo sirvió para acabar con el esclavismo chino. Aunque se intentó comprar a la autoridad, cambiar de puerto y realizar los viajes desde Hong Kong, Macao o Manila para que se admitieran los adelantos hechos por capitanes o agentes, nada de todo esto sirvió. Los esclavistas se vieron superados por la burocracia administrativa china. Los hacendados cubanos convencieron al gobernador de la isla de Cuba para que se procediera a la reconcentración de los chinos no sujetos a contrato. Fue el 19 de noviembre de 1878. Esto iba en contra del Tratado hispano-chino. Los hacendados tenían dos opciones: o asegurarse de que los miles de culíes que ya tenían en la isla no regresaban a China, o esperar que llegaran otros. Teniendo en cuenta la situación, y a pesar del Tratado, decidieron quedarse con los que ya tenían en el país.

De esta manera acabó la inmigración de chinos a la isla de Cuba. Muy pocos pudieron regresar a China. La mayoría porque nunca dejaron de ser esclavos y no ganaron el dinero suficiente para comprar un pasaje. Muy pocos, como hemos dicho, lograron establecerse por su cuenta. Hoy en día hay 20.000 habitantes descendientes de aquellos culíes, siendo la tercera etnia más importante de la isla, junto con la africana y la española.