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Protesta por la muerte de Julián Grimau

Protesta por la muerte de Julián Grimau

Julián Grimau, el último fusilado de la Guerra Civil

El dirigente comunista fue acusado de crímenes cometidos durante la contienda en las checas de Barcelona y fusilado en 1963 tras un juicio sin garantías

Julián Grimau García ha pasado a la historia como el último fusilado de la Guerra Civil. Nació en Madrid el 18 de febrero de 1911. Como su padre era funcionario del cuerpo de policía. Durante la República comenzó a militar en la Izquierda Republicana. Este partido lo fundó en 1934 Manuel Azaña. El partido aglutinaba a Acción Republicana de Azaña, al Partido Radical Socialista Independiente de Marcelino Domingo y a Álvaro de Albornoz, así como de la Organización Republicana Gallega Autónoma de Santiago Casares Quiroga. En Cataluña se llamaba Partido Republicano de Izquierda.

En el mes de octubre de 1936 Grimau se afilió al Partido Comunista de España. Un mes después, Santiago Carrillo le nombró jefe de la Brigada de Investigación Criminal de Madrid. Pocos meses después se nombró secretario general de Investigación Criminal de Valencia. De ahí fue destinado a Barcelona como jefe de la brigada y miembro del Servicio de Información Militar (SIM). En la Ciudad Condal estaba bajo las órdenes de Erno Gëro y se alojaba en La Pedrera de Gaudí. Grimau fue nombrado jefe de la checa de la Plaza Berenguer el Grande: su misión era acabar con la quinta columna.

Pero su labor al frente de la checa de la Plaza Berenguer no fue solo contra la quinta columna. Le encargaron que persiguiera a anarquistas y trotskistas. Entre ellos destacamos el nombre de León Narwicz. Este polaco era capitán de las Brigadas Internacionales y miembro de la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) y del SIM. Su papel durante los hechos de mayo de 1937 fue clave para detener a los miembros del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Él fue uno de los que entregaron a Andreu Nin. Su tarea para acabar con los miembros del POUM no terminó esos días. El problema es que el POUM sabía que era un agente soviético. Contactaron con él y le citaron el 10 de febrero de 1938 en un descampado que había en la calle Legalitat con la calle Ca l'Alegre de Dalt, en el barrio de Gràcia de Barcelona. Allí se encontró con Albert Masó March y Lluís Puig. Le dispararon tres disparos en la cabeza. Aquella fue la venganza del POUM por los hechos de mayo de 1937. El POUM reivindicó el asesinato. El cadáver de Narwicz fue enterrado en una fosa común del cementerio del Suroeste de Barcelona el 14 de febrero de 1938.

Este hecho fue suficiente para que Grimau pusiera en marcha la represión contra la Sección Bolchevique-Leninista de España (SBLE). Se detuvo a Manuel Fernández Grandizo Martínez, Jaime Fernández Rodríguez, Domenico Sedran, Aage Kielso, Víctor Ondik, Teodoro Sanz y Luis Zanón. Todos ellos fueron encerrados en la checa del Porta de l'Àngel número 24 de Barcelona. Allí estuvieron desde el 13 de febrero al 10 de marzo de 1938. Durante aquellos días Luis Zanón se derrumbó moralmente y Grimau consiguió que firmara una declaración donde acusaba a sus compañeros del asesinato de Narwicz. Durante ese mes fueron sometidos a palizas, fusilamientos simulados, les arrancaron pelo con tenazas, no les dieron de comer y beber durante días. Les hicieron las mil y unas para conseguir que declararan. El 11 de marzo de 1938 fueron trasladados a la Cárcel Modelo de Barcelona. A pesar de que se pidió la pena de muerte para todos ellos no se cumplió y antes de terminar la guerra huyeron al extranjero.

Galería de la cárcel (1904)

Galería de la cárcel (1904)

Al finalizar la Guerra Civil, Grimau se exilió. En 1954 el congreso del PC celebrado en Praga lo nombró miembro del comité central. En 1959 regresó a España y se encargó de la dirección interna del PCE. A partir de este año la policía fue detrás de él para detenerle. Durante tres años tuvo que huir constantemente. El 7 de noviembre de 1962 le detuvieron. Lo juzgaron y el 20 de abril de 1963 fue trasladado a un campo de entrenamiento de Carabanchel donde lo fusiló un piquete de soldados de reemplazo.

¿Se podía haber indultado en Grimau? La contestación es afirmativa. Aparte de las demandas extranjeras está el derecho español. Grimau fue procesado por un tribunal militar. El juicio no fue demasiado ortodoxo. El fiscal era Manuel Fernández Martín, quien nunca había estudiado derecho y decía que su título se quemó durante la guerra. La defensa la llevó Alejandro Rebollo. Para este el juicio era nulo, pues no se podía demostrar nada. Tampoco era procedente juzgarle por rebelión militar. Y teniendo en cuenta la Ley de Responsabilidades Políticas, probados o no los hechos, la sentencia a Grimau era a muerte. El 1 de abril de 1963 el consejo de ministros aprobó la creación del Tribunal de Orden Público. Con él se cerraba toda la legislación existente represiva contra los llamados «perdedores de la Guerra Civil». Es decir, jurídicamente se cerraba un período marcado por una confrontación bélica que dividió a España. A Grimau se le podía haber juzgado bajo este nuevo tribunal y le habrían sentenciado a pena de prisión. No se hizo así. ¿Por qué? Poco tiempo antes, el presidente de la URSS Nikita Kruschev, había insultado a Franco. Acceder a condenarle a prisión era como rendirse al enemigo. Por eso Franco dispuso que el Tribunal de Orden Público entrara en funcionamiento después de la muerte de Grimau. Así pues, como hemos dicho al principio, Grimau fue el último represaliado de la Guerra Civil.

Parte del gobierno de Franco tenía miedo a la repercusión que podía tener aquella sentencia de muerte. Y más teniendo en cuenta que el Papa Juan XXIII pidió clemencia por Grimau. Nada le hizo temblar el pulso a Franco y la sentencia se cumplió. La muerte de Grimau estuvo rodeada por las circunstancias del momento. Puede decirse que fue un juicio injusto y marcado por el régimen franquista. Grimau se convirtió en el peón del franquismo y del comunismo. Una pieza que fue sacrificada en beneficio de unos pocos.

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