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Astrónomos jesuitas con estudiosos chinos en el siglo XVIII

Cuando España perdió el tren del progreso científico

El 2 de abril de 1767, Carlos III cercenaba el árbol de la ciencia en España con la expulsión de los jesuitas y el aniquilamiento de sus instituciones

España ha tenido importantes científicos en su historia, aunque nuestro bagaje no es el de Alemania o Francia, siendo calificado como un país hogar de artistas y escritores alejados de la ciencia. No obstante, en el pasado fuimos la primera potencia del mundo durante siglo y medio, y como tercera potencia mundial nos mantuvimos algo más de siglo y medio. Un Imperio de esas dimensiones no podía mantener esas posiciones sin cultivar y ser un centro científico de primer orden. Una de las razones de aquella superioridad científica fue el protagonismo que los jesuitas tuvieron en el desarrollo de aquellas disciplinas. Sin embargo, el 2 de abril de 1767, Carlos III cercenaba el árbol de la ciencia en España, con la expulsión de los jesuitas y el aniquilamiento de sus instituciones.

Un Imperio de esas dimensiones no podía mantener esas posiciones sin cultivar y ser un centro científico de primer orden

La gran labor intelectual de los jesuitas

La alta preparación intelectual de los jesuitas empezó a llamar la atención de los príncipes quienes mandaron a los primeros escolásticos seglares para que se formasen junto a los novicios. El Colegio Romano (futura Universidad Gregoriana), fue concebida por san Ignacio como el modelo de todos los colegios y por ello acudieron a él los religiosos más eximios de la Compañía. El P. Cristóforo Clavio (1537-1612), fue uno de los primeros docentes, autor de los manuales de Aritmética, Geometría, Álgebra y Astronomía, e introductor de las matemáticas en el proceso educativo. El P. Clavio fue amigo personal de Galileo. Otro fue el P. Christóforo Scheiner (1575-1631), quien descubrió las manchas solares, un par de meses antes que Galileo lo hiciese, y fabricó también el primer telescopio terrestre.

Christopher Clavius, junto con Lilio, fue el miembro más destacado de la Comisión del Calendario

Al lado del Colegio Romano, fundó un Museo donde reunió parte de los artilugios e inventos que había utilizado en sus investigaciones. Durante el periodo de los siglos XVI y XVII fundaron 32 observatorios por toda Europa. A los cuales fueron uniéndose otros en diferentes partes del mundo, principalmente vinculados con España. El más famoso de ellos fue el Observatorio Imperial de Pekín. Siguiendo los pasos del P. Matteo Ricci (1552-1610), matemático y astrónomo del colegio Romano, llegó como misionero a China, donde se colocó como sabio en la corte. Fue el gran introductor de los adelantos técnicos y científicos occidentales en el Imperio del Dragón. Gracias a su sabiduría, consiguió el permiso para evangelizar. Tras su labor, llegó el P. Johann Adam Schall (1592-1666), quien dirigió el observatorio y reformó el calendario chino. Su principal labor fue predecir eclipses, lo que hizo con éxito, aunque se salvó de morir decapitado, por intercesión de la emperatriz, cuando fue acusado de predicar una religión prohibida. Su sucesor, el P. Ferdinand Verbiest (1623-1688), mantuvo los mismos objetivos, aunque fue el pionero del automóvil, inventando un prototipo de cuatro ruedas que se movía por vapor, y que fue las delicias del Emperador.

Otro campo científico en el que demostraron los jesuitas su interés fue la astronomía, donde la luna tiene 35 topónimos de cráteres lunares denominados cada uno con el nombre de un jesuita: diez italianos, seis alemanes, cinco franceses, tres húngaros, dos suizos, dos austríacos, dos belgas, un español, un escocés, un holandés, un croata y un estadounidense. Uno de ellos, el croata P. Rudjer Joseph Boscovich (1711-1797), fue quién por su intuición, a través de la teoría de Newton, formuló la teoría atómica, convirtiéndose en uno de los autores predilectos de Nicola Tesla. Otro de los de más reconocido prestigio científico fue el P. Atanasius Kirchner (1602-1680), creador de la Geología Moderna, para lo que se internó dentro del Vesubio, e iniciador de la egiptología.

En los tiempos del gran Imperio español desde el Oregón hasta tierra de fuego, y en las Filipinas, los jesuitas pudieron desarrollar su saber en ramas de la antropología, la botánica y la geografía. En el estudio de las plantas destacarán: el P. José de Acosta (1540-1600); el P. Bernabé Cobo (1582-1657) y el P. Jorge José Kamel (1661-1682), quienes describirán la flora recién descubierta, y su uso medicinal. Con respecto a las nuevas tierras descubiertas, el P. Cristóbal de Acuña (1597-1670), será quien describa la cuenca del Amazonas, del mismo modo, que años antes, su compañero, el P. Pedro Páez (1564-1622), siguiendo la ruta portuguesa hacia Asia, había llegado a Etiopía, y en sus labores misionales, había descubierto las fuentes del Nilo. En la misma ruta el navarro, Francisco de Javier, iniciaba la evangelización del Japón. En el siglo posterior, el P. José Cardiel (1704-1781), dibujo los primeros mapas del nuevo virreinato del Río de la Plata, fundamentalmente la actual Argentina, dejando en sus cartas la descripción más detallada de las Reducciones del Paraguay.

Siglo del absolutismo

Sin embargo, el siglo XVIII será el siglo del absolutismo, cuando los monarcas «modernicen» el régimen concentrando en su persona todos los poderes, relegando a las instituciones tradicionales a su poder. En el plano espiritual, si los protestantes eran cabeza de sus iglesias nacionales, los católicos también pretendían dominar y marginar al Papa de su ámbito directivo. Los jesuitas serán los grandes defensores a nivel espiritual de la autoridad del Papa, y en el plano político de la soberanía de la nación, siendo los monarcas gestores de ella, pero no detentadores de la misma. Estos argumentos les puso en el punto de mira de los ilustrados racionalistas quienes demandaban la formación de un reino absoluto centralista y regido por un Rey racionalista. En Portugal la expulsión de los jesuitas se produjo el año 1758, en Francia en 1764 y en España el día 2 de abril de 1767. Ese día el rey Carlos III a propuesta de su ministro Campomanes, decidió la deportación de 2.641 jesuitas de la España europea y otros 2.630 de la americana y filipina. Sus universidades, colegios, haciendas y observatorios fueron subastados y transformados por los compradores en cuadras y almacenes. Lo que nadie había conseguido, lo consiguieron los ilustrados racionalistas, eliminar de un plumazo a España del acceso a la ciencia.

Los países que dieron cobijo aquellos exiliados de lujo iniciaron su ascenso. En 1789 uno de aquellos, John Carroll (1738-1815), exjesuita, y primer obispo católico de Baltimore fundaba la Universidad de Georgetown en Washington D.C., y en Prusia, y en Rusia...