La absurda batalla que se cobró la vida de Magallanes
El almirante portugués perecía en una playa de las islas Filipinas tras librar una batalla que pondría en peligro su misión de llegar a la isla de las especias
La expedición que capitaneaba el almirante Fernando de Magallanes había arribado en el archipiélago de Filipinas el 17 de marzo de 1521. Tras navegar por varias islas, atracaron en la isla de Cebú. Allí tomaron contacto con el jefe Humabón al que convirtió al cristianismo tomando por nombre Carlos, en honor al Rey de España, y con el que entablaría una gran amistad. Magallanes quiso consolidar de la manera más duradera el poder de España sobre estas nuevas islas que habían sido incorporadas a la Corona. Pero ¿cómo podía hacerlo?
El almirante no podía permanecer durante mucho tiempo en las islas ya que su meta, las Molucas, todavía no había sido alcanzada. Tampoco podía ir sometiendo todo el archipiélago, isla por isla… de modo que la respuesta la encontró en elevar a soberano sobre todos los otros jefes de las tribus que allí habitaban al único caudillo católico: Humabón. A pesar de la emocionante celebración de la primera misa y la conversión y bautismo de muchos de los nativos, todavía había algunos caciques que se resistieron a la nueva autoridad.
Para fortalecer esta nueva alianza, Magallanes ofreció al cacique de Cebú asistirle militarmente si alguien se atrevía a sublevarse contra su autoridad. No tardó en presentarse una ocasión para cumplir su promesa. Dos caciques de la vecina isla de Mactán llevaban tiempo en guerra con Humabón por el control del comercio en la zona.
El primero de ellos, Zula, no tardó en cooperar con Magallanes. Sin embargo, el segundo, Lapulapu, continuó con la negativa a convertirse al cristianismo. En esto, según relata Antonio Pigafetta, cronista de la hazaña, «el capitán general decidió ir en persona, con tres embarcaciones» e iniciar una contienda contra los hombres de Lapulapu. Esta decisión de lucha no sentó bien en la armada, pues, aunque convertir a los nativos era algo positivo, su misión principal era alcanzar las islas de las Especias, y después de haber sufrido diversas bajas, no podían permitirse perder más vidas. En el peor de los casos, podían perder la batalla y también los buques.
Magallanes, tal vez, ciego de soberbia, siguió adelante con sus planes para someter a Lapulapu. Tomó dos decisiones importantes que, aunque ayudaron a que la expedición que daría la primera vuelta al mundo no terminase allí, serían perjudiciales durante la batalla. Primero, redujo el número de hombres que participarían en ella y segundo, ordenó a los buques que se mantuvieran alejados de la orilla.
Una nube de flechas envenenadas volaba en su dirección llegando a atravesar el pie del capitán
El almirante portugués intentó una última vez acudir a la vía diplomática mandando a su interprete Enrique para ofrecer a Lapulapu un acuerdo pidiéndole que reconociese la soberanía del jefe de Cebú y el dominio protector de España. Pero no hubo más respuesta que la de las armas.
El 27 de abril de 1521 zarparon rumbo a la isla pero nada más llegar a Mactán se chocó con el primer problema: la costa rocosa y los corales impedían que las tres naos españolas se pudieran acercar más a la tierra por lo que el fuego de los mosquetes y las ballestas no lograrían alejar a los indígenas. Como consecuencia, los 60 hombres, con sus pesadas armaduras, saltan al agua. Al llegar a la orilla, los españoles fueron sorprendidos por 1.500 guerreros isleños –según relata Pigafetta– que se precipitaron a su encuentro. Magallanes, para cundir el pánico en ellos, ordenó incendiar sus cabañas, lo cual no hizo más que enfurecerles. Una nube de flechas envenenadas volaba en su dirección llegando a atravesar el pie del capitán. Este dándose cuenta de que su plan estaba fracasando, mandó inmediatamente la retirada.
Debido a su herida, Magallanes se quedó rezagado. Los guerreros nativos consiguieron identificarle como jefe y centraron su ataque en él. Con los pocos soldados que se quedaron con él continuaron la contienda durante más de una hora, pero arrinconado y debilitado por el veneno, cayó muerto y atravesado a lanzazos y machetazos entre las olas.
Fernando de Magallanes moría con 41 años en la isla de Mactán y lo hacía cuando estaba a punto de ver cumplido su principal objetivo de llegar a las islas de la especiería. La tripulación tenía que elegir ahora a un nuevo líder y tomar la decisión de si regresar a España o continuar con la misión. Finalmente sería Juan Sebastián Elcano quien cumpliría con la gesta de completar la primera vuelta al mundo.