Entre 1937 y 1945, el ejército japonés asesinó entre tres y más de diez millones de personas. Ejecutaron a millones de chinos, indonesios, coreanos, filipinos e indochinos, entre otros, incluyendo prisioneros de guerra occidentales. Asesinaron alrededor de 10,2 millones de personas a lo largo de la guerra, a veces a sangre fía y otras para hacer un alarde de poder o servir de lección a cualquiera que quisiese revelarse contra el Emperador.