El 4 de noviembre de 1922, un trabajador posaba el pie en lo que sería el primer escalón que conducía a la tumba, intacta, después de tres milenios, del faraón Tutankamón. Fue el arqueólogo británico Howard Carter que por órdenes de Lord Carnarvon supervisó las excavaciones en el Valle de los Reyes con el fin de encontrar las tumbas que pasaron desapercibidas en expediciones anteriores, quien excavó hasta llegar a una puerta de barro que daba paso a la entrada de tumba del joven faraón de la XVIII dinastía. Dentro, Carter se vio rodeado de un tesoro de incalculable valor en un gran estado de conservación, lo que le hizo exclamar su famosa frase: «¡Veo cosas maravillosas!» –contestando a un impaciente Carnarvon por saber qué era lo que había en el interior.
Tras semanas de excavación meticulosa, en marzo de 1923, Carter abría la cámara interior y descubría el sarcófago del faraón. Gracias al trabajo del fotógrafo del Museo Metropolitano de Nueva York, Harry Burton, contamos con fotos que catalogan todo el hallazgo. En noviembre de 1930 sacarían los últimos objetos de la tumba.