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Los remordimientos de Nerón tras matar a su madre, por John William Waterhouse, 1878

«¡Qué gran artista muere conmigo!» fueron las últimas palabras de Nerón antes de suicidarse

Su muerte significó el fin de la dinastía Julio-Claudia y sirvió como ejemplo para los tiempos venideros para decidir quién sería el Emperador del Imperio no por el linaje de una familia, sino por los méritos que hubiese hecho la persona.

Nerón ha sido uno de los emperadores más criticados de la historia. Ha pasado a la historia con los adjetivos de tirano, sádico, loco y cruel. De acuerdo con varios cronistas, Nerón mandó a asesinar a su madre, Agripina la Menor, y a sus dos esposas: Claudia Octavia y Popea Sabina. Además, fue acusado de comenzar el Gran Incendio de Roma, que arrasó durante nueve días gran parte de la ciudad; es recordado como un feroz perseguidor de los cristianos; y su nombre pasó a ser sinónimo de degeneración por sus supuestas aventuras sexuales, extravagancia y excesos.

Su mala fama fue en parte instigada por los relatos de Tácito, Suetonio y Casio que desvelan los asesinatos que ideó el Emperador con la ayuda de sus pretorianos. Los catorce años que duró el gobierno de Nerón (54-68 d. C.), al que accedió con tan solo 16 años y bajo la tutela atenta de Séneca y Burro, fue un periodo de continuas sospechas, de conspiraciones y de una fuerte represión que terminaría con el suicidio del Emperador tras haber sido declarado enemigo del Estado por el Senado de Roma. Sucedería el 9 de junio del año 68. Nerón se quitaba la vida con la ayuda de su liberto Epafrodito quien hundió una daga su la garganta mientras se hallaba escondido al noreste de la ciudad. «¡Qué gran artista muere conmigo!», fueron sus últimas palabras.

A pesar de su mala fama y de muchas de las atrocidades de las que se le acusa, desde hace unos años varios historiadores han intentado justificar su conducta e incluso redimirle en cierta manera. Pero ¿qué le hizo ser querido por unos y odiado por otros? Para muchos historiadores, el hecho que definió la vida y el gobierno de este Emperador fue el incendio de Roma, no por el hecho en sí, sino por cómo reaccionó después del incendio.

Arde Roma

El Gran Incendio de Roma por Robert Hubert

El Gran Incendio de Roma se produjo la noche del 18 de julio del año 64 d. C. Empezó en la calle del Circo mayor y se expandió rápidamente. Por sus calles corrió el rumor de que el fuego había sido provocado por el Emperador, cuya intención era destruir parte de la antigua Roma para obtener terrenos con los que ampliar su espectacular palacio: la Domus Aurea (‘la casa de oro’). La mentira fue difundida por los miembros de la aristocracia senatorial detractores de Nerón y recogida décadas después por los cronistas romanos. Otro rumor aseguraba que el Emperador había sido visto tocando la lira mientras contemplaba extasiado las gigantescas llamas que consumían la ciudad.

Pero lo cierto fue que –según aseguran investigadores modernos– Nerón se encontraba a las afueras de Roma y en cuanto se enteró del fuego, regresó inmediatamente. Existen indicios que demuestran que Nerón hizo todo lo posible para sofocarlo y actuó diligentemente para resolver los problemas que sufrió la población. Sin embargo, ya era demasiado tarde para salir de aquel infierno. Tras el devastador incidente, Nerón concentró todos sus esfuerzos por reformar la capital y convertirla en belleza eterna, en una sede del arte ya que para él lo que más se asemejaba a la divinidad era el arte y la perfección que veía en ella. Su gran pasión por el arte pronto se convertirá en su gran obsesión que prácticamente le cuesta la vida. El sueño que quería ver proyectado en Roma costaba demasiado dinero y cada vez se iba agotando.

Su obsesión por el arte le lleva a la muerte

A pesar de que la ciudad se iba embelleciendo por fuera, por dentro cada vez más empobrecía. Exigió a las familias más adineradas ceder sus bienes para continuar con aquella gigantesca obra y pronto exigiría lo mismo a casi todas las regiones del Imperio. La situación no dejaba de empeorar y un grupo numeroso del Senado empezó a idear un plan para destituir a aquel Emperador que les estaba llevando a la ruina.

Antorchas de Nerón por Henryk Siemiradzki

Tras varios levantamientos que acabaron en fracaso, Nerón decide ausentarse de la capital y viajar a Grecia en el año 66 del que regresó dos años más tarde. Su impopularidad fue en aumento, muchos se animaban a abuchearlo en público y varias de sus legiones ya habían protagonizado hechos de desobediencia en el vasto Imperio romano.

La suerte de Nerón quedó a la merced de los pretorianos, la guardia del Emperador. Pero como a estos solo les interesaba que sus privilegios y necesidades estuviesen saciadas, empezaban a dudar de que Nerón pudiese hacerlo. De este modo, Sabino uno de los jefes de los guardias se convence de que para salvar a los pretorianos debía pasarse al bando de Galba, aspirante al puesto de emperador.

El final de Nerón estaba cada vez más cerca. El 8 de julio Sabino ordena a los pretorianos abandonar el edificio, es decir, abandonar a Nerón. Ante esta última pérdida de apoyo se retira a una finca con sus dos libertos. El Senado declaró a Nerón enemigo oficial del Imperio y con ello sellaba su sentencia de muerte. Conocedor de estos hechos, al día siguiente, el Emperador transformado en tirano, decide acabar con su vida.