Mansa Musa, el hombre más rico de la historia que provocó una crisis económica debido a su generosidad
Las generosas acciones de Musa devastaron inadvertidamente la economía de la región. En las ciudades de El Cairo, Medina y La Meca, la repentina entrada de oro devaluó este metal durante la siguiente década
Ni Rothchild, ni Rockefeller, ni Abrahamovic, Zuckerberg o cualquier otro que se les pase por la cabeza. El hombre más rico de la historia es Mansa Musa, Emperador de Malí. Es conocido por la epopeya de su viaje en peregrinación a la Meca desde su lejano, pero muy rico Imperio debido al control de la ruta del río Níger, desde donde descendía o obtenían oro de las tribus de las regiones de la moderna Nigeria, Ghana, Benín y Togo, donde se daba la confluencia comercial de todo el África Occidental y llegaban mercaderes de las regiones del río Congo.
Sin contar con sus caravanas que iban hacia el norte, especialmente Al Ándalus, donde comerciaba y obtenía aún más riquezas. Es, sin duda, el gobernante más famoso del Imperio de Mali y de la dinastía Keita y se hizo aún más famoso por la promoción del Islam en su reino y su peregrinaje a la Meca con una comitiva en la cual se estima que participó unas sesenta mil personas, todas cargadas con oro, piedras preciosas y objetos de comercio a fin de financiar el viaje.
Su viaje es especialmente famoso por su parada en El Cairo, donde se presentó ante el Sultán Al Nasir Muhammad de los Mamelucos en la que, tras un breve incidente en el cual Mansa Musa no quiso inclinarse ante el Rey egipcio, construyeron una amistad, instalándose en el distrito de Qarafa y haciendo amigos entre las altas esferas egipcias por lo que la peregrinación aprovechó para estrechar lazos con el Sultanato Mameluco funcionando como una embajada.
El oro en el mercado egipcio
Sin embargo, Mansa Musa que tenía oro para dar y repartir y del que se dice que pagaba la construcción de una mezquita todos los viernes (día sagrado del Islam donde se reza el Yumuah) provocó una crisis económica al introducir tanto oro en el mercado egipcio (siendo este un mercado estable) en tan poco tiempo que el aumento de este metal precioso hizo que perdiera valor afectando a la economía y la moneda de Egipto. Es más el sultanato tardó diez años en corregir la situación financiera del país que provocó Mansa Musa. La cotización de 25 dirhams por un miqbal (medida de oro básica) cayó por debajo de 22, lo que para esta economía apacible basada en el comercio y el oro significó una profunda crisis ya que el mercado del país fue inundado.
Tras tres meses en El Cairo y causar una crisis económica, Mansa Musa continuó su viaje a la Meca para cumplir así con el Hajj (una de las cinco obligaciones del Islam). Durante el trayecto tuvo un encontronazo violento en la mezquita al Haram (donde se encuentra la Kaaba) con unos peregrinos túrquicos, pero el propio Emperador de Malí hizo retroceder a sus hombres, que decidieron no pelear. Pero los problemas no hicieron más que empezar: sufrieron hambre, frío (el oro no se puede comer ni beber) y asaltos de bandidos que iban vigilando la rica comitiva. Esto y la excesiva generosidad del Emperador hizo que llegara pobre a Medina, donde tuvo que revender regalos y recuerdos y solicitar préstamos a altos intereses porque de lo contrario no podría para volver a Malí.
Mansa Musa tenía un Imperio más grande que el que tenía cuando salió a hacer su peregrinación
Continúo siendo el hombre más rico
Una vez de vuelta, con una comitiva que había pasado por todo tipo de peripecias se encontró con que su hijo y sus generales habían logrado conquistar más territorios para el Imperio, haciéndolo aún más grande y rico por lo que pudo devolver los préstamos y sentarse en su trono. Hizo la peregrinación a la Meca, estableció buenas relaciones con los sultanes egipcios y su hijo, como regente había demostrado dotes de mando y capacidad de gobernar asegurando una generación más su Imperio cuando él ascendiera el trono de forma definitiva. Mansa Musa tenía un Imperio más grande que el que tenía cuando salió a hacer su peregrinación.
Murió en 1337, más de diez años después de volver de su aventura, siendo uno de los más grandes gobernantes de África y el hombre más rico de todos los tiempos. De hecho enriqueció su Imperio con juristas, arquitectos, artistas, poetas y comerciantes egipcios y andalusíes.